Como Obispo de Roma, el Papa Ratzinger conmemoró en su catedral la Última Cena, en la que Jesús instituyó los sacramentos de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal, en la jornada en la que todos los sacerdotes renovaron las promesas sacerdotales (pobreza, castidad y obediencia).
En este día del sacerdocio, Benedicto XVI no hizo referencia a los escándalos de curas pederastas, que ya ha condenado con dureza en numerosas ocasiones en estas últimas semanas.
En esta jornada, numerosos cardenales volvieron a expresar su solidaridad al Pontífice por las críticas recibidas en la gestión de los mismos, a la vez que reiteraron la validez del celibato sacerdotal y señalaron que no tiene nada que ver con los abusos.
Según señaló hoy el diario vaticano L'Osservatore Romano" los escándalos han sido amplificados "de manera artificiosa por los medios de comunicación".
El vespertino destacó las palabras del jefe de los obispos italianos, el cardenal Angelo Bagnasco, que dijo hoy que "ninguna sombra puede cancelar el buen trabajo de tantísimos sacerdotes", así como las del cardenal de Venecia, Angelo Scola, que expresó "consternación, sentido de traición y remordimiento" por esos abusos.
Durante la misa de la Cena del Señor y comentando el evangelio de san Juan, Benedicto XVI dijo que el lavatorio de los pies es el "gesto de humildad en el que se resume el servicio redentor de Jesús por la humanidad necesitada de purificación".
Después, al comentar la frase "Ésta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado, Jesucristo", Benedicto XVI aseguró que todo ser humano quiere vivir y desea una vida verdadera, llena, una vida que valga la pena, que sea gozosa.
"Al deseo de vivir se une al mismo tiempo la resistencia a la muerte que, no obstante, es ineludible. Cuando Jesús habla de la vida eterna se refiere a la vida auténtica, verdadera, que merece ser vivida. No se refiere a la vida que viene después de la muerte, sino a esa vida que puede comenzar ya en este mundo", afirmó.
Benedicto XVI aseguró que conocer a Dios, a Cristo, significa amarlo y que la vida será una "verdadera" si el hombre conoce a Jesús y es su amigo.
El Obispo de Roma habló también de la unidad de los cristianos, recordó la oración "…para que todos sean una misma cosa" y pidió a Dios que conceda el don de la unidad "para que el mundo crea".
"Cuando meditamos la pasión del Señor debemos percibir el dolor de Jesús, porque estamos en contraste con su oración, porque nos resistimos a su amor y nos oponemos a la unidad, que debe ser para el mundo testimonio de su misión", subrayó.
El Obispo de Roma aseguró que la oración de Jesús garantiza que el anuncio del Evangelio "continuará siempre en la historia".
El Papa teólogo aseguró también hoy que aunque se ha dicho que en el Evangelio de Juan "no aparece la Iglesia", en las frases sobre la unidad, Jesús pide la Iglesia como una y apostólica y que esa oración es el acto fundacional de la Iglesia.