Rosa es una madre soltera, que enviudó a destiempo. Tiene dos hijas, una de las cuales debe preparar temprano para llevarla a la escuela y luego estar al frente de una brigada compuesta de 27 hombres. Para ella, dar el ejemplo a sus compañeros de comenzar la jornada laboral diaria a las ocho en punto ha sido un reto. "Practicar con el ejemplo ha contribuido a que mis compañeros me respeten y valoren el esfuerzo que todos estamos haciendo por el medio ambiente y los recursos naturales", afirma.
Nacida el 9 de septiembre de 1983 en el Distrito Municipal de Esperalvillo, Yamasá, Rosalía Rodríguez o Rosa, como la llaman sus compañeros de trabajo celebró sus 27 años plantando 12 ceibas, ofreciéndole a Dios los árboles sembrados para que ayude al país y el Ministerio Ambiente a continuar la labor de protección de los recursos naturales.
"Dios me ha dado la oportunidad de estar aquí sirviéndole a El y al país, aquí en el parque. Yo nací en el campo, soy campesina, por eso no me siento extraña de estar haciendo el trabajo de capataz", expresa Rosa.
"Cuando yo era pequeña andaba por el campo. Me mandaban a llevar la comida a mí papá, mientras él comía yo lo ayudaba con el rastrillo o con la azada. Pero desde niña junto con mis hermanos andábamos por el bosque, de ahí mi amor por los árboles, por los ríos, por el medio ambiente", dice Rosalía Rodríguez, capataz del Parque Ecológico Las Malvinas, que incluye la Isla de la Esperanza, en la confluencia de los ríos Ozama e Isabela.
Mientras que para Carmen Lidia Marcelino, la oportunidad que le ofreció el Ministerio Ambiente al nombrarla como capataz de la Isla de La Esperanza, ha servido de estímulo para ella y su familia.
"Cuando me nombraron como capataz para dirigir a nueve hombres en la islita de La Esperanza no me lo creí. Fue algo grande, porque yo soy yolera pero necesitaba otras entradas para ayudar a mi familia, así que me dije que no podía defraudar la confianza puesta en mí por el ministro Jaime David. Ya tengo un año en este lugar que ha dado mucha esperanza a mi vida", asegura doña Carmen Lidia.
Con 52 años de edad y más de 20 años de yolera, cruzando personas del Barrio Simón Bolívar a Los Tres Brazos y viviendo casi frente a la isla, ella combina el tiempo para sus dos trabajos pero además para cumplir como madre de 8 hijos e hijas.
"Yo trabajo de de 8 a 4 de la tarde en la isla de La Esperanza. Al mediodía voy a la casa para ayudar a mi hija con la comida y vuelvo a la una de la tarde hasta las cuatro. De ahí en adelante trabajo como yolera", señala Lidia Marcelino.
Indica que trabajar como capataz le ha ayudado mucho. Sus compañeros, en su mayoría jóvenes, son muy trabajadores porque dicen que cada persona que visita la islita queda encantada por la limpieza, el cuidado que se tiene con los senderos, la reforestación con Ceiba y otras especies que se están plantando. "Yo digo aquí tenemos la isla de la Esperanza como si fuera nuestra propia casa".
Tanto Carmen Lidia Rodríguez como Rosalía Rodríguez tienen en común su amor por el medio ambiente y los recursos naturales, lo que les ha permitido que ambas se hayan ganado el respeto y el cariño de sus compañeros.