En Oriente medio y lejano las flores de rosa y de naranjo se han usado también desde muy antiguo, mientras que las regiones mediterráneas y en México se han decantado siempre por las flores de calabaza y calabacín tanto como primer plato así como para utilizarlas de guarnición, rellenas, fritas, etc.
En la actualidad, en Oriente Medio se utiliza sobre todo los capullos de rosa secos como condimentos y se hacen confituras con los pétalos de esa flor.
Pero es, como ya hemos mencionado en Extremo Oriente donde las flores participan con más frecuencia en la cocina propiamente dicha. Son muy comunes:
• las ensaladas de pétalos de crisantemo o de magnolia, flores de jazmín y de hibisco con las aves y los pescados,
• lirio amarillo para condimentar las salsas y los caldos
• los nardos tienen una gran relevancia en diversas especialidades de las cocinas indostánicas, mientras que
• en Indonesia se usan las flores de jazmín para perfumar platos de pollo y otras volaterías.
• Los pétalos de rosa en países como Argelia o Túnez, donde las emplean con profusión para perfumar platos como el cus cus o ciertos guisos de cordero.
• En Europa, las flores tienen sobre todo una utilidad aromatizante en bebidas y licorería. En las ensaladas, su papel suele limitarse principalmente a una función decorativa, sin embargo es frecuente encontrar mantequillas compuestas que se condimentan con pétalos de flores de jazmín, de naranjo, de limonero o de ajo.
• La menta en flor, la flor de tomillo o la del cebollino casa a las mil maravillas con el pescado,
• así como las flores de tilo y de jazmín, que también pueden mezclarse a algunas farsas.
Hibisco
• Las violetas silvestres forman un feliz matrimonio con el buey,
• las flores de ajedrea con la ternera.
• las de salvia con el cerdo y los callos y
• las de menta y tomillo con el carnero.
Otra flor ya mencionada y muy culinaria es la flor de calabacín, tan en boga entre los cocineros de Niza allá por los años ochenta y particularmente realzada por el entonces rupturista chef Jacques Maximin.