Muchos recuerdan el 31 de agosto de 1997 como un día triste y sorpresivo, un instante atemporal que bien pudo haber sucedido ayer o hace un siglo. Lo cierto es que han pasado casi 14 años de aquel fatídico día.
Para entonces los medios del mundo anunciaban la muerte de Diana, princesa de Gales, mientras que al tiempo de su deceso, su nombre se ganaba el epíteto de leyenda. La "Princesa del Pueblo" tenía 36 años cuando perdió la vida en un accidente de tránsito, y unas horas más tarde, su imagen ya era inmortal.
Si Lady Di no hubiera fallecido, hoy cumpliría 50 años. Probablemente, "doña vejez" aún le profesaría respeto y ella sería una madre, suegra y figura mundial atractiva y elegante.
Diana, como símbolo, no envejecerá nunca. Mientras que su ex esposo, el príncipe Carlos, ha sufrido los embates propios del paso del tiempo, y Guillermo y Enrique, sus hijos, se han convertido en galantes adultos, la "Princesa de Corazones" será siempre la misma.