Fuera de cámaras fue boxeador, mecanógrafo, soldado, mandadero, payaso, torero y actor, fracasando en todo, menos en la última.
En escena fue vago, charro, policía, conserje, barrendero, bell-boy, diputado, ministro, maestro, doctor, bolero, sastre, fotógrafo, limpia vidrios, mosquetero, asistente de científico, boticario, cartero, diplomático, brasero, vaquero y caricatura entre otros. Y en todos los casos tuvo éxito.
Simple y complejo. Responsable de haberle cambiado el rostro al cine mexicano, al entretenimiento y a la cultura de América Latina en general."Pelado" pero con un humor fino. Iletrado pero dueño de todo el idioma. Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes "Cantinflas" cumpliría hoy 100 años de haber nacido.
Objeto de estudios académicos, lingüísticos, sociológicos, cinematográficos y gramaticales, Mario Moreno acaparó la atención del público mexicano.
Mesurado en la selección de sus proyectos (su hijo Mario Moreno Ivanova recién declaró que su padre tenía un enorme baúl lleno de guiones en inglés y en español que jamás rodó), una vez frente a las cámaras no había forma posible de que le pararan la boca. La verborrea de Cantinflas, llena de palabras inexactas y extrañas se convirtió en un sello inimitable, una especie de huella dactilar que en un siglo nadie ha podido imitar.
Cien años después de su nacimiento su legado y el estudio que hay sobre su vida se sigue escribiendo. Procuró ser un hombre feliz, ajeno a los escándalos, y promovió en sus películas historias de humor blanco y familiar. Pero a 18 años de su muerte, en un lluvioso 20 de abril de 1993, las agrias disputas en torno a sus bienes entre su hijo y su sobrino empañan el legado del cómico.
En una vida de extremos, la de un hombre que nació pobre y terminó convertido en leyenda, que fracasó en todos los trabajos reales pero triunfó en los ficticios, que no concluyó la escuela pero acabó siendo parte del diccionario, hay una cosa que permanece invariable: La sonrisa, eterna, de "El mimo de México".