Santo Domingo, 1 oct (PL) El sacerdote Carlos Manuel Santana nunca imaginó que aquel quien pedía absolución de sus pecados estuviera esperando perdón por el hurto que iba a cometer.
El padre perteneciente a la arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, se apiadó de quien él pensó estaba tan deseoso de confesarse que no pudo negarle este servicio religioso y quedó satisfecho por la paz y el alivio que expresaba el creyente.
El mismo, luego de la absolución y recibir la penitencia, abrazó al cura en agradecimiento.Cuando le doy la absolución, dice el sacerdote, me dice que qué bien se sentía y qué feliz, tan es así que me abrazó. Solo que al alejarse, me di cuenta al poner mi mano en el bolsillo que no estaba ni el teléfono celular y dos billetes que había guardado junto al móvil.
El cura entonces dice con semblante grave que es una señal del nivel de degradación que sufre la sociedad donde ni los templos sagrados se respetan.
El hecho se produjo cuando terminó de oficiar la misa que se desarrolla todos los días en la Casa de Meaux, lugar que acoge a los feligreses porque aún no se concluye la reconstrucción de la catedral Santiago Apóstol.
Ya los fieles, se lamentó el sacerdote, no quieren venir a misa a este lugar porque cuando no le roban un espejo retrovisor de su vehículo, es la batería y si no los neumáticos.Denunció que hace menos de dos meses, el área que converge entre la Catedral, el Arzobispado y la Casa de Emaús fue dejada a oscuras cuando delincuentes se robaron todo el cableado eléctrico, sin que hasta el momento hayan sido apresados.
Los delitos cibernéticos, que poco persiguen las autoridades, también afectaron al religioso que narró le fue intervenida su cuenta personal en la red social de Facebook, a través de la cual publicaron maldiciones, ofensas y otros improperios en contra de funcionarios públicos.