Cada vez se hace menos atractivo para la juventud dominicana tener como meta enrolarse en las filas de la Policía Nacional
En República Dominicana, ningún trabajador, sea servidor público o privado, que tenga que costearse su manutención puede sobrevivir con un sueldo por debajo de 10 mil pesos. Y vaya usted a ver, un pobre policía, digamos que un raso, que es la categoría más baja en el escalafón policial, ni siquiera llega a los 6 mil pesos mensual.
Entre sargentos, cabos y rasos está la inmensa mayoría del personal que integra esa institución que se denomina Policía Nacional. Un dato reciente precisa que entre todos, excluyendo la oficialidad, suman 20,797 a nivel nacional, el 64% de la nómina policial. Pero el sueldo de un sargento no pasa de RD$7,981, mientras que un raso devenga RD$5,319 cada mes.
Son cifras que no alcanzan para mucho. Apenas para mal comer durante tres o cuatro días, si no es que hace tregua en el legítimo derecho que tiene toda persona de alimentarse.
Sencillamente, en esas andamos en este nuestro país. Los hombres y mujeres llamados a salvaguardar el orden público son los peor pagados de la administración pública. Y las perspectivas de que la situación mejore para ellos y ellas lucen cuesta arriba.
No puede existir mucho entusiasmo entre esa legión de policías que ven pasar los días sin que se les tome en cuenta, a no sea para exigirles un cada vez mejor cumplimiento de sus obligaciones, pero que a la hora de recibir su paga esta se esfuma cual si fuera un copo de humo de un cigarillo que se consume.
Todo indica que, si es por el sueldo que reciben de su institución, nuestros policías están impedidos de alimentarse, de buscarse una pareja, tener hijos, de divertirse, de tener un techo, y hasta de vestirse y calzarse.
El concepto de soberanía de un país no puede funcionar cuando tenemos lastre como la miseria de sueldos que reciben los agentes llamados a salvaguardar el orden público.
El último censo realizado en el 2010 arrojó que en República Dominicana la población supera los 10 millones de habitantes, por lo que se deduce que por cada policía (incluyendo a los oficiales) hay 327.6 habitantes.
Pero sin incluir la oficialidad, sino solo los sargentos, cabos y rasos, tenemos que hay 480.8 habitantes por cada policía. Es decir, que nunca será extraño que cualquier situación de protesta se le escape de las manos a la Policía Nacional.
Debe ser una prioridad nacional, y convertirse en realidad, el propuesto aumento de salarios para los pobres policías dominicanos. Es que la situación se hace inaguantable para todos esos servidores, a menos que estén dedicados a traficar con influencias y a extorsionar a indefensos ciudadanos.
Y es de tomar en cuenta que, como en otras instituciones, en la Policía se dan casos de suboficiales (entiéndase sargentos, cabos y rasos) que llevan años sin que nunca hayan sido tomados en cuenta para un ascenso, con la misma ‘migaja’ de sueldos y siempre con las exigencias del cumplimiento del deber.
Y hasta hay quienes ‘cabildean’ algún traslado o ascenso por paga. Es decir, que si un policía tiene interés en ser trasladado o que lo asciendan de rango, de lo poco que devenga al mes tiene que disponer para que le aprueben un traslado o para que lo tomen en cuenta para los tiempos de ascensos.
El 64% de la nómina policial, 20,797 efectivos, está integrada por sargentos, cabos y rasos que tienen salarios que oscilan entre 7,981 y 5,319 pesos mensuales.
Y el grueso de oficiales, desde segundos tenientes hasta mayores, que suman 9,096 hombres y mujeres, tienen sueldos que van desde 9,864 hasta 15,783 pesos.
Con salarios así, las exigencias de la superioridad en cuantoa pulcritud, decencia y honestidad a toda prueba no deben ser tan rigurosas.