VENTANA: Por el camino que vamos, la cultura de
“amigo de lo ajeno” está muy afianzada en todo el territorio nacional. Un buen
porcentaje de los reos en el país guardan prisión por robo.
En este país los
robos, de cualquier índole, arropan a la ciudadanía. Sin temor a equivocación,
se puede afirmar que cada minuto que transcurre –no vamos a aventurarnos con
decir que cada segundo- se produce al menos un caso de robo a nivel nacional.
Robos y atracos con
o sin violencia de carros, en casa habitada, en establecimientos comerciales,
en la vía pública, a bordo de vehículos, en forma de extorsión, a nivel de
desfalco en los sectores público y privado. En fin de cuentas, en este país
tenemos “amigos de lo ajeno” por doquier. Treintidos provincias, más de 160
municipios, otros tantos distritos municipales, con sus secciones y parajes, en
la casi totalidad de esos lugares se registran robos a diario.
Un reciente reporte
de prensa da cuenta que “alrededor de RD$216 millones pagaron las aseguradoras
a sus afiliados desde enero hasta agosto del presente año por concepto de robo
de vehículos”.
Y eso, que la
inmensa mayoría de vehículos que son robados apenas disponen de un seguro de
ley para poder sus propietarios desplazarse por calles y carreteras. Eso de
seguro anti-robo es solo para un círculo muy exclusivo.
Desde Pedernales hasta Samaná, desde
Montecristi Hasta Higüey, o desde San Cristóbal hasta Puerto Plata, para solo citar
lugares extremos uno de otro, los casos de robo que se reportan, y los que no
se reportan, son como para rebozar la copa de la paciencia a la ciudadanía.
Si tuviéramos acceso a los partes policiales
que se “cruzan” comandancias policiales de todos los rincones del país hasta
los máximos jefes de la institución llamada a garantizar el orden público,
veremos que la mayoría de los casos reportados tienen que ver con asuntos de
robo o atraco. Pero, algo que es de dominio público, no necesariamente todos
los casos que se producen son reportados a la autoridad competente.
En la calle hay que andar con los dos ojos
bien abiertos para uno darse cuenta de dónde puede venir el ataque de los
‘amigos de lo ajeno’.
Pero también al
nivel de la zona rural, donde los atracos y robos en casa habitada y en fincas
están a la orden del día. Hay una reciente denuncia de las distintas
federaciones y asociaciones de ganaderos respecto a los descuartizamientos de
reses por parte de cuatreros. A pleno día, o al amparo de la noche, desollan reses
para solo llevarse las partes más cotizadas del animal.
Nuestra policía no es la más adecuada, ni la
más entrenada para hacer frente a todos los desmanes que se cometen contra la
ciudadanía. Sencillamente, los hombres llamados a resguardar el orden público
no tienen la capacidad suficiente para ello.
Con los sueldos actuales, con la preparación
recibida y con el entusiasmo que inyecta la superioridad a los subalternos, no
es verdad que nuestros policías estén en capacidad de cumplir una labor que al
menos sea encomiable frente a la comunidad. Todo lo contrario. Dentro de las
filas policiales se ha comprobado hasta la saciedad que hay elementos que no
merecen llevar el uniforme, pero mucho menos tener contacto directo con los
distintos sectores que conforman la sociedad dominicana.
Vamos a poner un
ejemplo. Si tenemos un policía por cada 500 habitantes, registrando tantos
casos de violencia y/o delincuencia, el tiempo nunca alcanza para adiestrar a
nuestros agentes, pero mucho menos para instruirlos sobre cómo conducirse en
situaciones de inminente peligro para él y para quienes le rodean.
Comprobado está que los destacamentos
policiales muy poco pueden hacer para enfrentar los continuos robos que se
producen en las comunidades donde operan. El programa Barrio Seguro, con tanta
fanfarria que se anunció, definitivamente no ha podido resolver la situación de
violencia en los sectores donde ha sido instalado.
Los militares, ahora en labores de patrullaje
en las calles, cada vez que eso se pone en práctica ha creado más incovenientes
que las soluciones que aporta. Definitivamente, la delincuencia corroe lo más
sensible de este pueblo infeliz nuestro. Y los robos a nivel nacional son más
que una calamidad. No hay duda.