El candidato presidencial del partido de gobierno se muestra ajeno e indiferente ante los graves problemas que aquejan a la población. Después que el Estado lo venció en la lucha interna de su partido, desapareció del escenario político.
Para probar que estaba votando por el candidato de su partido, que no era otro que el dueño del Estado, que le hizo fraude, según sus propias palabras, en un acto sin precedentes enseñó públicamente la boleta. Luego desapareció durante varios años en los que ocurrieron hechos lamentables para el país. Pero Danilo estaba en un exilio dorado por decisión propia. Jamás participó de los debates ni las discusiones que se produjeron por más de cuatro años. La voz de Danilo no se escuchó en ningún escenario nacional o internacional. Danilo se esfumó. Parecía como si la tierra se lo hubiera tragado. Nadie supo donde trabajaba, ni cómo se gana el sustento suyo y su familia. Ni en los centros espiritistas sabían de Danilo.
Cuando se presentó la campaña interna, reunió sus fuerzas y como suele hacer, comenzó a gastar una fortuna (¿?) para imponerse como candidato, cosa que logró gracias a que Leonel Fernández estaba impedido por la Constitución y por la crisis económica que lo azota.
Danilo es una incógnita. Guarda silencio cuando debe hablar. Cuando se discutía el tema del aborto, por ejemplo, no dijo esta boca es mía. La nueva Constitución fue un tema de debate, pero Danilo no dijo esta boca es mía. Sobre las constantes denuncias de corrupción Danilo no ha dicho nada. Ni sobre la sobrevaluaciones evidentes de las obras del Estado. En torno a la deuda externa que ya ronda los 24 mil millones de dólares, Danilo no opina; sobre el excesivo gasto público que tantos problemas le causan a nuestra economía, tampoco dice nada. Organismos internacionales analizan 142 países y la República Dominicana encabeza la lista en corrupción, inseguridad, delincuencia, criminalidad, educación, tráfico de influencias, falta de transparencia, etc. Pero el pobre de Danilo no se entera. Mete la cabeza en el agujero del Palacio Nacional en procura del favor del Presidente Fernández, dueño y amo del PLD.
No hace mucho acudió a la firma de un pacto por el 4% del Producto Interno Bruto para la educación. Luego Leonel, para demostrar su fuerza, dijo que no. Y así lo hizo consignar en el presupuesto, violando la Constitución y las leyes. La virtual candidata vicepresidencial, Margarita Cedeño, también hizo lo mismo. Pero Danilo no dijo, ni ha dicho nada sobre el tema. De nuevo guarda silencio y se esconde.
¿Puede ser Presidente de la República un hombre sin carisma, sin carácter, sin fuerza de voluntad, que se doblega, que huye de los problemas que debe enfrentar, que no pelea cuando hay que pelear?
El Congreso acaba de aprobar un Presupuesto inconstitucional pues viola que ignora el 4% para la educación, que no asigna lo que establece la Constitución el sistema judicial, a los ayuntamientos, etc. ¿Dónde están los congresistas de Danilo? La hermana de Danilo, vicepresidenta de la cámara de diputados votó por ese adefesio. ¿Cómo es posible? ¿Dónde están los senadores y diputados que militan en la corriente de Danilo? Y lo que es más importante, ¿dónde se metió Danilo? ¿Qué opina Danilo sobre el Presupuesto y sobre su aprobación de manera atropellada en apenas tres minutos? ¿Qué dice Danilo sobre la aprobación en el Senado, sin ni siquiera leerlo ni enviarlo a comisión? Danilo no habla cuando las cosas se ponen difíciles. ¡Huye!
Danilo no quiere tocar ni con el pétalo de una rosa al gobierno. Ahí están sus socios, ahí están los recursos del Estado que fueron utilizados en su contra, pero que ahora, en otro hecho que habla de su verdadera naturaleza política, los quiere a su favor para imponerse en las elecciones de mayo próximo contra Hipólito.
Gracias a la irresponsabilidad, la incapacidad y la corrupción del gobierno del PLD que encabeza Leonel, al país le vienen momentos muy difíciles. Se requerirá de un presidente que no le tiemblen las piernas y ni le suden las manos, el país requiere de un presidente firme, que no le tiemble el pulso a la hora de actuar. El país requerirá de un Presidente con pantalones, con el material colgante suficiente para enfrentar los problemas de la nación sin deprimirse ni suicidarse. Y ese no es, ni puede ser, Danilo. Ese hombre se llama Hipólito Mejía, que ha probado a lo largo de su vida pública y privada, que no tiene miedo, que no corre como gallina cuando hay crisis, ni se mete debajo de la falda de su mujer.