Los principales inversionistas del sector hotelero en la República Dominicana coincidieron en proclamar que no quieren que sus huéspedes permanezcan encerrados “en jaulas de oro” y recomendaron a las autoridades propiciar las condiciones adecuadas para que los turistas se integren a las comunidades cercanas y disfruten los muchos atractivos que ofrece el país.
Los empresarios abogaron porque las ciudades se conviertan en atractivos complementarios para incrementar el interés en la oferta turística Dominicana, pero resaltaron diversas dificultades que deben superarse, incluyendo la inseguridad pública, la falta de iluminación, la proliferación de basura, el mal estado de las aceras y los problemas de ordenamiento en los entornos turísticos, o sea, la arrabalización urbana que rodea los destinos de sol y playa.
Durante su participación en el evento “Turismo Dominican claves, fundamentos e inquietudes, organizado por la revista Preferente, de Rafael Caballero, los inversionistas españoles le salieron al frente al extendido prejuicio de que las cadenas que operan el sistema “todo incluido” prefieren mantener a los turistas encerrados en sus instalaciones, para que no tengan contacto con la comunidad, limitando su aporte al comercio y a la economía local.
Gabriel Escarrer, de los Hoteles Melía, abordó el tema con franqueza al señalar que nadie quiere tener a un cliente encerrado en el hotel durante siete días, pero que no hay nada que hacer cuando el entorno resulta poco atractivo para el turista, ya sea por los problemas de seguridad, por falta de iluminación o porque a veces ni siquiera se puede caminar por las aceras. Señaló el ejemplo de Bávaro, Punta Cana, donde la principal vía de comunicación interna no cuenta con aceras para los peatones. “Eso debe de cambiar para que el turista pueda hacer vida fuera de las instalaciones de playa”, apuntó. En el caso de Puerto Plata recomendó una conjunción de esfuerzos entre la administración pública y el sector privado para rehabilitar las carreteras, regenerar la oferta urbana y elevar la calidad del producto turístico.
Carmen Riu, del Grupo Riu de España, dijo que el interés de su cadena es ofrecer a los clientes algo más que sol y playa, y habló de la necesidad de mejorar la oferta de animación urbana, gastronomía y actividades culturales. Reafirmó la apuesta del Grupo por el destino dominicano y en el caso de Puerto Plata aconsejó una mayor integración de los tour operadores y hoteleros para recuperar el crecimiento del flujo turístico.
El caso de Santo Domingo
La construcción de la nueva Autovía del Coral, que acortará la distancia entre Punta Cana y Santo Domingo, fue considerada un paso importante para ampliar la oferta turística del país, aunque la ciudad capital no ha logrado consolidarse como un gran destino urbano.
En el caso de Santo Domingo se llamó la atención sobre el problema de la basura, la falta de iluminación y las precarias condiciones de sus espacios públicos, aunque se saludó el anunciado proyecto de remozamiento de la Ciudad Colonial¸ con un financiamiento de 30 millones de dólares facilitados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Alguien recordó que el Malecón de Santo Domingo, otrora el más emblemático y atractivo espacio público de la capital, sigue abandonado, con poca seguridad, escasa iluminación y sus áreas verdes en creciente deterioro.
Cabe recordar que el alcalde del Distrito Nacional, Esmérito Salcedo Gavilán, declaró la extremaunción del Malecón cuando decidió cerrar, hace varios años, la plaza Omar Torrijos, la plaza de Guibia y el Parque Eugenio María de Hostos, que representaban los principales puntos de encuentro de esa tradicional avenida. A eso se agregó la absurda medida de desalojar los quioscos populares de alimentos y bebidas que operaban en distintos puntos del Malecón, lo cual provocó que las familias capitaleñas y los jóvenes se alejaran del lugar, convirtiéndolo en una zona inhóspita y solitaria.
Esta misma fórmula de exclusión se aplicó en el Malecón de la Avenida España, de Santo Domingo Este, por disposición del alcalde Juan De Los Santos, quien logró el efecto de convertirlo en un lugar sumamente tranquilo, tan tranquilo que pocas personas se arriesgan a sentarse en sus muros de cemento después de las ocho de la noche.
Por demás, ya sabemos que en la capital del merengue y la bachata -tampoco en ninguna otra ciudad del país- existe un centro o una plaza formal donde los visitantes puedan conocer y disfrutar en vivo los principales ritmos musicales dominicanos, la gastronomía popular y otros productos culturales que identifican nuestra idiosincrasia, lo cual también ayuda a entender el razonamiento de los inversionistas españoles.
En el encuentro, los hoteleros dominicanos Rafael Blanco Canto, Julio Llibre y Frank Rainieri, abordaron aspectos de especial interés sobre la industria turística dominicana. Sobre esos temas hablaré en los próximos artículos. (19 de octubre 2011)