Comparto la
tesis de que la razón del crecimiento en el mercado electoral de la candidatura
presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Danilo Medina, obedece
a que su propuesta programática ha sido acogida por los diferentes sectores de
la vida nacional, porque refleja sus aspiraciones a vivir en una sociedad de
oportunidades para todos.
Contrario a su
contrincante, Hipólito Mejía, que no ha dicho cómo abordará la crisis
alimentaria, la problemática educativa ni agropecuaria, Medina ha delineado
todo un plan de acción que le llega al corazón de la gente.
Creo que ahora
el candidato presidencial del PLD debe fijar la atención en la juventud como
forma de atraer el voto de ese segmento de la sociedad dominicana que exige
desesperadamente empleos y oportunidades, entre otros incentivos. Miles de
jóvenes profesionales no encuentran dónde trabajar y hay que darles respuestas
rápidas porque los disgustos en campañas electorales pueden arrojar resultados
negativos. Lo mismo debe hacer con los sectores populares conformados por una
población que vive en precarias condiciones y que sabe cobrar deudas en las
urnas.
Medidas
preventivas
El Colegio
Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA) tiene contados más
de 75 edificios en mal estado en la Ciudad Colonial que podrían derrumbarse en
su momento. La entidad, a través de su presidente, ingeniero Domingo Tavera
Ulloa, pidió hace poco a los ejecutivos de Patrimonio Monumental y del
Ayuntamiento del Distrito Nacional declarar en emergencia esas edificaciones y
buscar solución al problema de las familias que las ocupan.
Las viviendas de
la Zona Colonial fueron construidas hace miles de años y por el tiempo de existencia lo más
atinado es que se proceda a evaluar esas edificaciones a los fines de
reconstruirlas. Naturalmente, es un caso que incuba una partida de gastos
inmensos y que, además, implica una compensación para los inquilinos de esas
edificiones que deberán buscar nuevos horizontes cuando se inicien los trabajos
de remodelación. Es una tarea que amerita atención rápida.
Negocio
lucrativo
La ocupación de
terrenos ajenos se ha convertido en un negocio lucrativo para determinados
sectores. Y también en un escenerio de rivalidades familiares y desgracias
entre particulares. Por tierras se mata, se invaden los pueblos y llueven las
intrigas. Muchos han hecho fortuna
vendiendo terrenos que ocupan a la fuerza para sacar luego títulos de propiedad
falsos que después son vendidos a ciudadanos que buscan desesperados un solar
para levantar una vivienda. Parte de esos solares pertenencen al Consejo
Estatal del Azúcar y a familias de renombre. La estrategia consiste en
construir en esos predios para exigir compensaciones económicas el día que se
produzca un desalojo compulsivo.
Eso es precisamente
lo que está pasando en Brisas del Este
que son reclamados por el abogado del Estado, Fermín Casilla Minaya, quien
denunció la existencia de bandas de facinerosos que, apoyadas por
militares y policías, se dedican a ocupar terrenos públicos para urbanizarlos y
luego exigir servicios . Según el profesional del derecho, la situación que se dio durante el desalojo en
Brisas del Este se produce en varios puntos del país. En el caso de estos
predios, observó, la ocupación irregular trasgrede las disposiciones de las
leyes 64-00 sobre Medio Ambiente y Recusos Naturales y la Ley de Áreas
Protegidas.
Eso
es muy grave
La situación de
la recolección de los desechos sólidos en los barrios del Gran Santo Domingo ha
tomado un destino que ya apesta. El problema de la basura es grave y ha llegado
al extremo de que algunos sectores están politizando el problema con fines
electorales, tal como ocurre con el reclamo del 4% del Producto Interno Bruto
para la educación, el 5% para la UASD, el presupuesto para el Poder Judicial, y
otras peticiones.
Siempre he dicho
que lo de la basura es un asunto de eduación. De nada vale recoger los
desperdicios en las calles, si la población no coopera con la limpieza. Algunas
personas desaprensivas lanzan basuras de manera intencional en calles y
avenidas para desacreditar el trabajo de los cabildos. Es una vieja práctica
que, al parecer, sólo desaparecerá cuando el civismo de la humanidad se coloque
por encima de los intereses malsanos de aquellos que apuestan al fracaso de sus
contrincantes políticos, sin sopesar que esa maldad puede contribuir a la
propagación de enfermedades. Así nunca podremos avanzar.