La Habana (PL) Las causas de la corrupción y mecanismos para combatirla figuran hoy en los análisis y preocupaciones de gobiernos, pueblos y expertos que insisten en la necesaria erradicación de ese mal con efectos negativos en varias esferas sociales.
Para muchos, se trata de un complejo fenómeno que resulta imposible de enfrentar solamente en el ámbito nacional, pues modalidades como el blanqueo de dinero se han convertido en asuntos globales que inciden más allá de las fronteras de cualquier país.
Con respecto a ese tema, el viceministro cubano de Relaciones Exteriores Abelardo Moreno afirmó que los serios desafíos impuestos por la corrupción requieren cambios reales en las relaciones internacionales y mayores avances en la cooperación.
En la jornada de clausura del V Encuentro Internacional sobre la Sociedad y sus Retos frente a ese mal, el diplomático consideró deben lograrse mayores avances en la aplicación del convenio de las Naciones Unidas contra ese fenómeno.
Al evento, que sesionó del 9 al 11 de noviembre último en el Palacio de Convenciones de La Habana, asistieron unos 400 delegados procedentes de Venezuela, San Vicente y las Granadinas, Rusia, México y el país anfitrión, así como un representante de la Organización de las Naciones Unidas.
En el discurso inaugural, el fiscal general de la isla, Darío Delgado, explicó que la corrupción deviene fenómeno multicausal en el que las conductas individuales se encuentran motivadas por factores morales, éticos, económicos y de compromiso político, lo cual se une a la falta de control, permisibilidad y violaciones a lo legal.
A su juicio, ese mal requiere un enfrentamiento organizado, donde participen todos, y una política preventiva y penal coherente para dar respuesta a sus variables y crecientes manifestaciones en la actualidad.
Delgado ratificó la voluntad de su país de continuar luchando "hasta el cansancio, a sangre y fuego" contra ese mal, y subrayó que la corrupción enfrentada en Cuba es administrativa y se identifica en determinados niveles de varios sectores, fundamentalmente empresarial.
Las autoridades de la isla -cuyo modelo económico se actualiza-, han incrementado el rigor en la aplicación de medidas disciplinarias a quienes inciden en esta clase de hechos, con énfasis en cualquier responsabilidad de los niveles jerárquicos superiores.
Los delegados a la cita coincidieron en destacar el papel de la ética y de una cultura de la legalidad para fomentar sociedades donde ese fenómeno, lejos de imperar, se elimine o disminuya a la máxima expresión posible.
Para la fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega, ese tipo de hechos en América Latina tiene su origen en la crisis de los fundamentos éticos promovidos por un sistema hegemónico enfermo.
Ortega explicó que el sistema de valores instaurado en el mundo se enmarca dentro de una concepción económica, de libre mercado, que tiene como elemento fundamental el consumismo y el individualismo.
Ese hecho, consideró, hace necesaria la creación de una nueva dinámica donde prevalezcan los principios de solidaridad, justicia, cooperación y ética.
Sobre el tema, la catedrática mexicana María Eugenia Caballero, quien criticó el uso ilegal del poder para fines personales, sostuvo que el combate a ese mal se ubica más claramente en la construcción de un Estado de derecho.
Por su parte, el representante de la oficina de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito para México, Centroamérica y el Caribe, Antonio Mazzitelli, subrayó que la falta de entendimiento político constituye el principal obstáculo para el combate a ese mal y al crimen organizado en la región.
Los delegados también dialogaron sobre los delitos que apuntan a la contratación económica, la eficiencia recaudatoria del Estado, la evasión fiscal y el papel del registro contable en la lucha contra ese fenómeno.
El encuentro, auspiciado por la Fiscalía General de la República de Cuba, incluyó intervenciones especiales, conferencias magistrales, talleres temáticos, ponencias y mesas redondas.
A juicio de los participantes, la reunión promovió el intercambio de experiencias en un clima fraternal y democrático, lo cual supone un paso más en la lucha contra ese fenómeno.*Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina.arb/jrr/las