El presidente Leonel Fernández ha dicho en foros internacionales que está haciendo “una revolución en la educación dominicana”. Su mujer, para ser solidaria lo califica de “padre de la educación”.
No hay dudas de que la pareja presidencial está bien armonizada en torno a la educación. Los dos se oponen al 4% del PIB como manda la Ley del año 1997 que sometió al Congreso y promulgó el insólito Leonel Fernández.
Una información publicada señala: “La República Dominicana ocupa el tercer lugar en América Latina como el país de menor inversión en educación, salud, agua potable, vivienda, deporte, cultura, saneamiento y asistencia social, con apenas el 7.6% del PIB, solo detrás de Guatemala, con el 6.2% y El Salvador con 4.2%, de acuerdo con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF”). (No más preguntas, magistrado).
Otro estudio de organismos internacionales coloca a la República Dominicana entre los últimos países del mundo en materia educativa con las mayores deficiencias en matemáticas y lengua española. En apenas 17 meses, el gobierno de Evo Morales en Bolivia, eliminó el analfabetismo en Bolivia, mientras que Leonel, el padre de la educación, en 12 años, lejos de eliminar ese cáncer, lo ha profundizado. Los analfabetos funcionales y disfuncionales son hoy más que antes.
Mientras la pareja presidencial se opone al aumento del presupuesto para la educación, el presupuesto de la Presidencia para ser utilizado en la campaña electoral, aumentó en un 25%, es decir, 44 mil millones de pesos, sin contar lo que manejará el Despacho de la mujer del Presidente, que es superior al de varios ministerios juntos. (Eso se llama “comer con su dama”).
El presidente Fernández y su mujer no invierten en educación, no les interesa. Invierten en la ignorancia y el atraso del pueblo, para envilecerlo y postrarlo con las migajas del poder que van dejando caer desde el Palacio Nacional o desde el Despacho de la Primera Dama. Lo mismo hará Danilo Medina si, con los 40 mil millones de pesos que Leonel ha puesto a su servicio, llega a la presidencia de la República.