<p style="font-weight: bold;">EL CAIRO, 23 nov (IPS) – La nueva crisis política
en Egipto despierta temores de que las primeras elecciones
parlamentarias tras la caída del régimen de Hosni Mubarak (1981-2011),
previstas para dentro de cinco días, sean finalmente canceladas.
Días
de combates entre manifestantes y fuerzas de seguridad culminaron el
martes 22 por la noche en una multitudinaria protesta en la Plaza
Tahrir, en el centro de El Cairo, para exigir a los militares que
abandonen el poder.
"Hubo combates callejeros entre policías y manifestantes durante los
últimos cuatro días", dijo a IPS el presidente del centrista Partido
Kenana, Ashraf Barouma. "¿Cómo se pueden realizar elecciones en estas
circunstancias?", preguntó.
El viernes 18, cientos de miles de manifestantes se reunieron en la
Plaza Tahrir para protestar por las políticas del Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas, que gobierna el país desde el derrocamiento en febrero
de Mubarak.
Además de exigir la celebración de elecciones presidenciales el año
próximo, los manifestantes expresaron su rechazo a una serie de
"principios supra-constitucionales" propuestos por el gobierno, que le
concederían a los militares poderes excepcionales.
Al final del día, los manifestantes, la mayoría de ellos de
orientación islámica, levantaron sus tiendas de campaña y abandonaron la
plaza. Sin embargo, varias decenas de personas, incluyendo algunos
familiares de los fallecidos en el levantamiento de enero, decidieron
permanecer en el lugar.
La crisis comenzó a la mañana siguiente, cuando las fuerzas de
seguridad aparecieron abruptamente e intentaron dispersar con violencia a
los acampados. Cuando otros activistas se enteraron de lo ocurrido,
principalmente a través de las redes sociales en Internet, comenzaron a
llegar más manifestantes a la plaza. Fueron cientos, y luego miles.
En los tres días siguientes, El Cairo fue escenario de hechos
similares al levantamiento de enero, con duros choques de las fuerzas de
seguridad, que emplearon gases lacrimógenos, balas de goma y fuego
real, contra bandas ambulantes, armadas solo con piedras.
El lunes 21, las fuerzas de seguridad se retiraron de la plaza,
dejándola en manos de decenas de miles de manifestantes, incluyendo a
simpatizantes de los más importantes partidos políticos y de movimientos
juveniles revolucionarios. Estos prometieron no retirarse hasta que
sus demandas fueran atendidas.
Mientras, las escaramuzas continuaban en calles adyacentes, particularmente frente al cercano Ministerio del Interior.
Desde el sábado, al menos 35 manifestantes habrían muerto y más 1.000
resultado seriamente heridos, según datos del Ministerio de Salud.
"Lo que ocurre ahora demuestra que el Ministerio del Interior aún
está dispuesto a usar las mismas tácticas violentas contra manifestantes
desarmados como lo hizo durante el régimen de Mubarak", dijo a IPS el
coordinador general del movimiento juvenil Bedaya, Moustafa Abdel
Moneim.
Pero el creciente número de muertes solo parece haber fortalecido la resolución de los manifestantes.
"La caída de todos estos mártires sirvió para unir nuestras filas y
hacernos más resueltos en nuestra demanda de una rápida transición hacia
el gobierno civil", dijo Abdel Moneim, quien se encuentra en la plaza
desde el sábado.
Los manifestantes, explicó, exigen la formación de un gobierno
revolucionario con plenos poderes para dirigir la transición, la
creación de un consejo presidencial civil y el inmediato juicio a
funcionarios de seguridad responsables de asesinar a civiles.
El movimiento juvenil Bedaya, junto a otros 36 grupos
revolucionarios, organizó una sentada en la Plaza Tahrir que continuará
hasta que las demandas sean respondidas.
Para la noche del martes, cientos de miles –algunos dicen que más de
un millón– convergieron a la plaza en la más grande manifestación en
Egipto desde enero.
Después de fuerte presión para que hiciera una declaración, el jefe
del Consejo Supremo, Hussein Tantawi, dio un discurso televisado en el
que anunció un puñado de concesiones.
Con apariencia demacrada, Tantawi dijo que había aceptado la renuncia
colectiva del gabinete y prometió elecciones presidenciales a más
tardar en junio de 2012.
Incluso, reiteró el compromiso del Consejo Supremo para celebrar
elecciones parlamentarias la semana próxima, como estaba previsto.
Sin embargo, muchas figuras políticas consideraron que la remoción
del gabinete, designado por el Consejo Supremo tras la caída de Mubarak,
era insignificante.
"La renuncia no significa nada, ya que el gobierno ha actuado como
poco más que un secretario del Consejo Supremo, que continúa funcionando
como gobernante de facto de Egipto", dijo a IPS el presidente del
Partido Haras Al Thawra (Guardianes de la Revolución), Magdi Sherif.
Mientras, los manifestantes en la Plaza Tahrir rechazaron por
completo los anuncios de Tantawi y prometieron quedarse allí hasta que
una autoridad civil que reemplace a los militares.
"Nos quedaremos en la plaza hasta que sea creado un gobierno de
salvación nacional o un consejo presidencial, con plenos poderes para
administrar el país, y hasta que el ejército regrese a los cuarteles",
subrayó Abdel Moneim.
Muchos no están seguros de que se celebren las elecciones
parlamentarias la semana próxima. Creen que los militares lanzaron
deliberadamente la represión el sábado para desatar una ola de violencia
y tener así una justificación para demorar los comicios.
"La única explicación que puedo encontrar para que hayan causado
estos problemas apenas días antes de las elecciones es que el Ministerio
del Interior no quería que estas se celebraran", dijo Sherif.
Barouma, por su parte, alertó que realizar comicios en la actual
tensión solo podría derivar en un agravamiento de la violencia.
"Este vacío de seguridad post-revolucionario, sumado a la mayor
presencia de armas entre la población, la mayoría de las cuales llegan
de Libia, seguramente convertirá a las elecciones en un baño de sangre",
alertó.
(FIN/2011)