<p style="font-weight: bold;">La Habana (PL) Devastado por un terremoto el año anterior, Haití
transitó por 2011 sacudido por nuevos temblores: una mortífera epidemia
de cólera, un prolongado proceso electoral y la llegada del exdictador
Jean-Claude Duvalier, después de 25 años de exilio.
A finales de 2010, los sacerdotes vudú realizaron sus tradicionales
profecías para el año que comenzaba, pero los pronósticos fueron
reservados; el panorama, dijeron sus caracoles, no parecía muy
alentador.
Y como para hacer ciertas las predicciones, el nuevo año convirtió a
Haití en el país del mundo con más enfermos de cólera (más de 600 mil
personas, seis por ciento de la población), una dolencia que cobró ya
casi siete mil vidas.
La enfermedad, que no existía con anterioridad en esa nación, destapó la
caja de Pandora, cuando comenzaron a aparecer indicios de que fue
traída por un contingente nepalí de la Misión de Naciones Unidas para la
Estabilización de Haití.
Pero ese fue solo el inicio, pues durante el transcurso del año
aparecieron nuevos escándalos asociados a ese cuerpo militar, entre
ellos, la supuesta violación de un joven, lo que provocó protestas
internacionales y obligó a Naciones Unidas a considerar una reducción de
esas fuerzas.
Según estudios independientes realizados, los soldados nepalíes
defecaron en las cercanías del río Artibonite, uno de los más
importantes de Haití, utilizado por miles de personas para lavar, beber o
bañarse, ante la carencia de agua potable. Desde entonces, el cólera se
ha vuelto indetenible.
Los médicos aseguran que se convertirá en una enfermedad endémica, o
sea, tan común como una gripe, y poco o nada se puede hacer, más allá de
iniciar una campaña de vacunación, prometida durante todo el año y que
aún no se ha materializado.
Sin embargo, los expertos dudan de su eficacia, dada las actuales condiciones sanitarias de la nación caribeña.
<span style="font-weight: bold;">EL GRAN BASURERO</span>
Casi dos años después del sismo, las calles de Haití continúan llenas de
escombros y de basura, pese a que Naciones Unidas anunció la limpieza
de más de la mitad de esos desperdicios.
De acuerdo con datos oficiales, aún quedan por remover más de cinco
millones de metros cúbicos de desechos, una cantidad similar a la
capacidad de dos mil piscinas olímpicas.
Los escombros proceden de los más de 80 mil edificios destruidos con el
temblor de enero de 2010, que dejó más de 300 mil muertos y dos millones
de damnificados.
De estos últimos, más de 580 mil (cinco por ciento de la población),
viven todavía en carpas de lona, ubicadas en campamentos donde abundan
las violaciones, los gérmenes, las amenazas de expulsión por parte de
los dueños de los terrenos y condiciones infrahumanas de vida.
Según la Red Haitiana de Derechos Humanos, en cada campamento un
promedio de 112 personas se benefician de una sola letrina y solo 18 por
ciento de esos lugares cuentan con lavatorios de manos y cara.
En otros campos, la situación es peor, como en Petit-Goave (sur), donde
hay una letrina por cada 141 personas, una ducha por cada 185 y no
existe ningún dispensario o centro de salud, afirma la institución
civil.
Las cifras aseguran además que solo 48 por ciento de los desplazados accede al agua potable.
Pero uno de los pocos que no parece enterado de esta situación es el
exdictador Duvalier, que regresó a inicios de año y se instaló en su
residencia de Petionville (en la periferia de Puerto Príncipe), donde
organiza fiestas o cenas lujosas, participa en bodas o asiste a
conciertos de jazz, según informaron todo este año organizaciones de
derechos humanos.
<span style="font-weight: bold;">BABY DOC Y LA JUSTICIA</span>
Al también conocido como Baby Doc se le atribuyen, entre otros delitos,
corrupción, asociación de delincuentes y malversación de entre 300 y 800
millones de dólares.
Se estima que durante las dictaduras duvalieristas fueron asesinados
entre 20 mil y 30 mil civiles haitianos, principalmente a manos de unas
fuerzas paramilitares, todavía existentes de forma no oficial,
denominadas Ton Ton Macoutes.
Grupos civiles haitianos han denunciado a lo largo de 2011 demoras para
enjuiciarlo y falencias para llevar ante los tribunales las denuncias.
"Es necesario que se haga justicia en mi país para evitar la repetición
de una anomalía como esa en nuestra historia, es un deber de memoria
para la nación haitiana condenar esa dictadura", sostiene el embajador
de Haití en Cuba, Jean Victor Genuese.
"Los defensores de Baby Doc están utilizado hasta sus últimas
consecuencias maniobras dilatorias, solo espero que la Justicia haitiana
sea lo suficientemente vigilante para que este proceso no se alargue
indefinidamente", afirmó Genuese en entrevista exclusiva con Prensa
Latina.
Sin embargo, el año de impunidad que pronto cumplirá Duvalier pudo estar
asociado, entre otros factores, a fallas institucionales, incluida la
ausencia por meses de un nuevo ministro de Justicia para encausar el
proceso, dada la tardanza en formar Gabinete por contradicciones entre
el Parlamento y el presidente Michel Martelly.
<span style="font-weight: bold;">EL MÚSICO PRESIDENTE</span>
Desde inicios de año, el panorama político de Haití estuvo revuelto por
el proceso electoral que vivió el país, el cual comenzó en octubre de
2010 y no culminó hasta abril de 2011.
Favoritismos, altísimos niveles de ausencia a las urnas, fraudes y
violencia caracterizaron esos días, que dejaron más de 30 muertos e
incontables protestas callejeras.
Tras la eliminación del candidato oficialista Jude Celestin, acusado de
fraude después de ganar la primera vuelta de noviembre de 2010, la
contienda se restringió a dos favoritos: la exprimera dama Miralande
Manigat, de la Agrupación de Demócratas Nacionalistas y Progresistas y
el cantante Michel Martelly, del partido Respuesta Campesina.
Tocó finalmente al artista de la cabeza rapada enfrentar el desafío de
encabezar la reconstrucción del país más pobre de América, luego de
alcanzar 67,57 por ciento de los votos válidos en los comicios del
pasado 20 de marzo.
Así, sin un programa político definido, Martelly inició su gestión,
marcada desde el inicio por los conflictos con el Congreso, dominado por
la oposición, que se negó en dos ocasiones, y por más de cuatro meses, a
aprobar los candidatos a primer ministro designados por el presidente.
Finalmente, con el Gabinete formado, el mandatario definió entre sus
prioridades la educación, para lo que creó un programa de
financiamiento, la vivienda, así como consolidar las relaciones de Haití
con varios países de la región, entre ellos Cuba, nación que visitó en
noviembre de 2011.
A finales de año, los planes del jefe de Estado de reconstruir el
Ejército, levantaron una nueva oleada de polémicas y cuestionamientos
internacionales.
Martelly defiende la idea de restablecer las fuerzas armadas nacionales,
desintegradas en 1994 tras múltiples golpes de Estado y acusaciones de
violación de los derechos humanos, mientras organizaciones civiles y
naciones del área consideran la idea un gasto innecesario para la frágil
economía haitiana, además de un potencial peligro para la estabilidad
nacional.
No obstante, el dignatario, que ha criticado en varias ocasiones a la
comunidad internacional por olvidar las promesas de ayuda para la
reconstrucción Haití, se mantuvo firme en su posición y creó una
comisión especial a fin de planificar el rearme para inicios del nuevo
año.
Así entrará Haití al 1 de enero de 2012, cuando se cumplirán 208 años de ser el primer país independiente de América.
Pero antes, a finales de este diciembre, los sacerdotes del vudú se
reunirán nuevamente a fin de lanzar sus caracoles y realizar sus
profecías para el nuevo año. Por ahora, el pronóstico sigue siendo
reservado.
*Periodista de la Redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.
arb/rr/lio