<p style="font-weight: bold;">Al hablar el
martes en el acto en el que se juramentó a los 150 presidentes de las Juntas
Electorales del país, Monseñor Agripino Núñez Collado, mediador por excelencia
en los conflictos politicos dominicanos de las últimas décadas, produjo estas
palabras:
“Pido a los
miembros de la Junta Central Electoral (JCE) que sequite todo lo que pueda sembrar dudas con miras a las
próximas elecciones¨.
Las palabras
de monseñor Agripino fueron totalmente disonantes del discurso hierático del
presidente de la JCE, Roberto Rosario, que descartabatotalmente la posibilidad de modificar lo que él ha decidido
con respecto al Centro de Cómputos de ese organismo.
¿Qué quiere
decir el prelado cuando expresa que el proceso electoral no debe sembrar dudas con miras a las
próximas elecciones?.
Parecería que
la preocupación de Agripino expesa la preocupación de que al tomar, o ratificar
sus decisiones, el alto organismo electoral no sea imparcial con respecto a las
demandas del Partido Revolucionario Dominicano de que el señor Franklin Frías
no presida, o sea removido de su cargo de jefe de cómputos de la JCE porque no
le inspira confianza.
Confianza es
un término clave en el desempeño de cualquier juez, o sus asistentes, ya se trate
de la justicia o de un simple juego de beisbol.
La posición
del PRD ha sido rechazada por la JCE, y su pleno apoyó la posición de Rosario.
Lo mismo ha hecho el Partido de la Liberación Dominicana por boca de su
secretario general doctor Reynaldo Pared Pérez.
Se supondría
que el caso estaría cerrado y que el caso
del señor Frías no sería reconsiderado. Parece ser que esto ultimo es lo que
preocupa al rector de la Universidad Católica Madre y Maestra.
Parece ser que
él aspiraría a un acuerdo entre los dos principales contendores en los comicios
del proximo 20 de mayo dado que los antecedentes de los involucrados podría
suponer que habría un juego “no limpio” en un departamento vital, o neurálgico
para despejar de “dudas” las elecciones como temería Agripino.
El solo hecho
de la apelación de monseñor Núñez Collado debe hacer relexionara las
autoridades electorales y las del Partido de la Liberación Dominicana.
Ya el
candidato presidencial del PLD, licenciado Danilo Medina ha manifestado su
inteés de que se elimine “cualquier ruido” alrededor la JCE por el asunto del
Centro de Cómputos.
Todos los que
queremos a Danilo sabemos que su honorailidad y decencia le haría rechazar todo
entuerto que eventualmente pudiera arrojarlodo sobre su triunfo en las elecciones de mayo próximo.
Los que
queremos que Danilo gane y ponga en práctica su espléndido programa de
Gobierno, opinamos que si es el caso, él debe asumir sus funciones el 16 de
agosto aureolado por el criterio general de que el consejo de Agripino fue
recibido, entendido y las correcciones tomadas y que su ascensión al poder es
el resultado de una inequívoca voluntad de las mayorías nacionles.
Indudablemennte
el consejo de Agripino es oportuno y loable. Es de hombres pequeños,
porfiadores y sin sentido de la majestad de las funciones que ejerce pretender
“echarle una pasta de jabón al sancocho”.
Por eso recurrimos
a aquella puntual expresión de don Rafael Herrera cuando planteó en su
editorial en un caso similar pidio que se llegara a un acuerdo “sin malicia
para nadie, con caridad para todos”. Y, por tanto, las dudas de Agripino deben
disiparse.
Ojalá.