No creo que a nadie en este país, que conozca
los fundamentos del Estado, se le ocurra pensar que la Constitución de
la República no es la Carta Fundamental del Estado y que ninguna Ley
adjetiva pueda sobreponerse a lo que ésta establece en el cuerpo
jurídico nacional.
Nadie puede pensar que la Constitución se
escribió, se discutió y se aprobó para que no sea de aplicación inmedita
e inapelable. O talvez “un pedazo de papel”.
Pero hay
circunstancias, en que esos criterios tienen sus condicionantes, porque
aquí el cumplimiento de la Ley no aplica ni como obligación del Estado,
ni de particulares.
Solo un segmento relativamente pequeño cumple
lo que la ley establece como es el caso del 10% del presupuesto que debe
entregársele a los ayuntamientos; el 4% del PIB para la educación
primaria; el 5% para la Universidad Autónoma de Santo Domingo o el 3%
del Presupuesto para la Justicia.
Son leyes, pero el Gobierno no
las cumple, o solo las cumple a medias, de acuerdo a las circunstancias
económicas de las Finanzas Públicas.
Tampoco se aplican las
partidas asignadas a los distintos departamento de la Administración
Pública. Lo que sí existe, es la facultad del Ejecutivo de asignar
fondos según las disponibilidades, a como sea necesario o resultado de
la voluntad Ejecutiva.
Así ha sido siempre y no creo que en décadas esto pueda hacerse como mandan la Constitución y las leyes.
Por
eso es curioso y llama la atención que el Consejo Consultivo del
candidato presidencial del PRD lo convenciera del recurso de ilegalidad
de la actual Junta Central Electoral. Aún cuando advirtieran las
circunstancias actuales del alto tribunal electoral sabiendo que es una
situación pasajera ya que están conscientes que el proceso de
legalización está en marcha.
El Tribunal Superior Electoral será
designado en los próximos días por el Consejo Nacional de la
Magistraturañ que lo tiene en carpeta –y ha de cumplirse- ese paso
fundamental del sistema electoral del país.
Esa es una salida audaz –un gafe- del llamado Consejo Consultivo de Hipólito.
Fruto
de un abogado de larga data en el mundo legal, pero pese a eso debió
tenerse en cuenta el impacto político de un paso como ese. Ni siquiera
se consultó con la maxima autoridad de esa organización política que
pudo ver lo que se ganaba o se perdía con una iniciativa tan radical
como esa.
De inmediato el presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado, se desmarcó del recurso y dijo que ignoraba las causas del mismo.
Debe
recordarse que en este país la JCE solo acepta a los partidos politicos
reconocidos como facultado para actuar ante ese organismo. Esto deja la
oportunidad de pensar que el esfuerzo anularía no solo a la JCE en
funciones, sino también a las autoridades legales del PRD. Pues sólo
valdría en lo adelante lo que diga Hipólito y su equipo consultivo. Y
eso no es así.
Es cierto que el recurso pudiera tener base
jurídica doctrinal, pero en la práctica ha sido un esfuerzo fallido que
podría costarle más al candidato aún cuando él alegó que no es abogado y
que le dio la anuencia porque los tres del Consejo “son los abogados”.
La
opinion pública cuenta -y muchoen temas de esta naturaleza. En lo
inmediato la reacción del cardenal Nicolás de Jesús López Rodriguez,
pidiendo que “dejen trabajar a la JCE” es un primer resultado negativo.
De ahí en adelante cualquier conjetura se podría hacer y cualquier
intención maligna podría atribuírsele a lo que conoce aquí como “el
grupo Hipólito ¨.
Ciertas acciones que pudieran parecer afortunadas usted se despierta al otro día con la frustración de que así no es.
El país necesita montar sus elecciones sin estridencias . Sin matrerismo de unos y sin quererse pasarse de listos los otros.
Esos
dos partidos podrían compararse ahora a la familia del anciano Abraham y
sus dos hijos; el primero Ismael de quien se dice descienden los árabes
e Issac de quien decienden los judíos.
Debieron ser una gran
familia unidas por el respeto a Dios, pero devinieron en promotores de
lo que se ha vivido desde entonces: Arabes matando israelíes e israelíes
matando impunemente a los árabes.
Siendo ambos partidos fundador
por el Abraham de la política dominicana, le hacen mejor servicio al
país respetándose y construyendo la paz.
La vieja Sarah y la esclava egipcia Agar, estarían mas tranquilas.
Piensen cosas buenas, por Dios.