<span style="font-weight: bold;">Igual
podría decir “putos”, para referirme a los hombres que se han
prostituido en la política saltando de una parcela a otra; que hoy son
rojos y mañana blancos o morados. Camaleones profesionales que flotan
como el corcho. Gente sin escrúpulos a la que no le importa lo que
digan o piensen sus conciudadanos. (“La agente critica, pero no
mantiene”) </span>
El
sentido de la ética o la moral lo perdieron conduciendo un vehículo
que no pagaron o mientras dormían plácidamente en un apartamento que no
compraron con dinero bueno, con dinero que no sudaron. Putas desnudas
ante los capos de la droga, del crimen y de la política.
Las
putas de la política no tienen sexo, ni edad. Igual pueden ser jóvenes o
viejos. Las putas, como putas al fin, se van con cualquiera, con el que
más pague. La política no es una manera de servirle a la comunidad, es
un negocio donde lo que importa es el dinero. (Cuarto en manos y c… en
tierra)
El
transfuguismo es una expresión de la prostitución política, muy común
durante las campañas electorales, al igual que el clientelismo, el
paternalismo, el chantaje y la extorsión, que no solo abunda en los
partidos, sino en los medios de comunicación.
Como
los “inmorales nos han igualado”, usted los escucha en la radio, los
ve en la televisión o los lee en la prensa con la fuerza que le otorga
el dinero de un “polvo” en el prostíbulo de su entorno.
En
tiempo donde da “lo mismo un burro que un gran profesor”, y ser
honesto es un problema, donde los valores del éxito son la política, el
narcotráfico, el lavado, el crimen, la prostitución y el salto de
garrocha, nada es reprochable, el fin justifica los medios.
Lo
importante para las putas de la política son los resultados. “La moral
no existe en política”, escuché decir a un historiador, dirigente del
PLD y funcionarios del gobierno. (¡Bien por ti!)
Como
cada ladrón juzga por su condición, algunos, desde los medios de
comunicación donde han creado su plataforma corrupta y perniciosa, miden
a todos con la misma vara. Creen que todos somos proxenetas y cueros
de la política, como ellos. El antro donde habitan no le permite ver que
no todos somos travestis bailando desnudos en el tubo del vicio y la
corrupción donde ellos bailan.
En
esta campaña electoral veremos a los perros ladrar intentando
amedrentar a los que integran la reserva ética y moral de la política.
La
jauría ha sido bien entrenada y bien pagada con el dinero del
presupuesto nacional para arremeter contra la gente decente que procura
un cambio radical en la manera de hacer política en el país.
Que
nadie se asuste, que nadie dé un paso atrás en la lucha por adecentar
la actividad política. Las putas de la política valen menos que las
putas de las calles. En gran medida, las putas de las calles les deben
su desgracia a las putas de la política.
Santo Domingo, R.D., viernes, 16 de diciembre de 2011.