Santo Domingo
(PL) Lo que aterroriza del tráfico urbano en República Dominicana no es
la cantidad de autos, ni siquiera la velocidad a la que manejan los
conductores, sino el irrespeto total por las leyes del tránsito.
En esa ley de la selva sale delante el más fuerte o el más osado.
Cualquier código del tránsito impide cruzar líneas continuas, cambiar de
senda en túneles, más aún sin aviso previo, es decir, sin poner luces
intermitentes, pero no es así en Dominicana.
Los semáforos son
objetos decorativos, sólo respetados en grandes avenidas o cuando hay
policías de tránsito dirigiendo el flujo, burlados al menor pestañazo
del agente.
En algunos países de Europa se deja una franja al
centro de las avenidas para dar paso a ambulancias, carros de bomberos o
de policías, pero en Santo Domingo se usa la senda contraria a voluntad
para adelantar a los demás cuando el chofer está apurado.
Los
tapones o embotellamientos ocurren casi siempre en horas pico, pero
igual se producen a cualquier hora cuando en una calle de una sola vía
si hay autos que conducen en sentido contrario o se estacionan los
vehículos a ambos lados de la calle.
Una categoría aparte la
ocupan los mártires y homicidas de la vía, los motociclistas, que lo
mismo sufren que generan accidentes. Convencidos que sus motores caben
por dondequiera y las calles tienen el sentido sólo en el que ellos se
dirigen.
Los "carros locos" o taxis muestran con orgullo las
cicatrices de múltiples batallas, pueden o no tener luces y por recoger a
un pasajero atraviesan de izquierda a derecha una calle, sin mirar
nunca si viene alguien detrás.
Hacen señas encriptadas, sólo descifradas por choferes y pasajeros en complicidad con los autos de alquiler.
Por último, los minibuses llamados "voladoras" hacen todo lo que un
taxi, pero a mayor velocidad y rodeada la carrocería de tubos de
protección para que el perjudicado siempre sea el otro.
Los ómnibus articulados van con más mesura, pero igual desplazan con su tamaño al que entorpezca su maniobra.
Las desavenencias son frecuentes y como sucedió en Santiago de los
Caballeros el 21 de diciembre, un chofer mató a otro porque rozaron sus
carros.
Desde mediados de diciembre se empezó a notar el aumento
de agentes del tránsito en las calles, en un intento por evitar
accidentes.
Un estudio reciente elaborado por Adrian Puello
afirma que más del 60 por ciento de los accidentes del tránsito no son
registrados por la policía ni por la Superintendencia de Riesgos
Laborales (Sisalril).
La mayoría de las muertes y los lesionados
involucran hombres de entre 15 y 49 años de edad. El grueso de los
accidentes incluye a conductores de motocicletas.
A pesar de indicaciones en contra, es muy común ver a los choferes hablando por teléfono, sobre todo los motociclistas.
En Dominicana se registra un promedio de 24 muertes en accidentes de
tránsito por cada 100 mil habitantes, razón por la que se convierte en
la segunda causa de lesiones mortales en el país, siete muertes por
encima de la norma mundial, de acuerdo con la Organización Mundial de la
Salud (OMS).
Médicos, paramédicos y personal administrativo de
la AMET, como también sus patrulleros, grúas y ambulancias, serán
distribuidos en todo el país para prestar auxilio en caso de necesidad.
Por otra parte, a los vehículos pesados tienen prohibido circular a
desde el 23 de diciembre hasta el primero de enero, según lo estipulan
las regulaciones por el fin de año.
También se liberó desde el 21 de diciembre la venta de bebidas
alcohólicas,
lo que sólo puede empeorar la situación, porque bajo los efectos
espirituosos, hasta los más hábiles chóferes perderán el control.
* Corresponsal de Prensa Latina en República Dominicana