<span style="font-weight: bold;">WASHINGTON, ene (IPS) – El presidente de Estados Unidos, Barack Obama,
parece mantener la esperanza de no quedar atrapado en una guerra contra
Irán iniciada por Israel, pese a las presiones del primer ministro de
ese último país, Benjamín Netanyahu.</span>
El año
pasado salieron a la luz nuevas evidencias de que Netanyahu habla en
serio de asestar un golpe militar al programa nuclear iraní. Para ello
explota la fuerte influencia que su derechista partido Likud ejerce en
Estados Unidos sobre el opositor Partido Republicano y, por extensión,
sobre el Congreso legislativo.
El exjefe del Mosad (servicio secreto israelí) Meir Dagan reveló el 2 de
junio de 2011, en su primera aparición pública tras la renuncia a ese
cargo en septiembre de 2010, que él, el entonces comandante en jefe de
las Fuerzas Armadas, Gabi Ashkenazi, y el entonces jefe de los servicios
de seguridad (conocidos por sus siglas hebreas Shin Bet), Yuval Diskin,
habían podido "bloquear toda aventura peligrosa" por parte de Netanyahu
y del ministro de Defensa, Ehud Barak.
El periódico israelí Maariv informó que esas tres figuras, junto con el
presidente Shimon Peres y el comandante Gadi Eisenkrot, habían vetado en
2010 una propuesta de Netanyahu para atacar Irán.
Dagan dijo formular públicamente esas revelaciones por "miedo de que
nadie parara a Bibi (apodo de Netanyahu) y a Barak". También afirmó que
un ataque israelí contra Irán podría desatar una guerra que "pondría en
peligro la existencia del Estado" de Israel, señalando que su revelación
no era parte de una guerra psicológica.
En general hay consenso en cuanto a que un ataque israelí puede retrasar
solo temporariamente el programa nuclear iraní, implicando un riesgo
importante para el Estado judío. Pero Netanyahu y Barak esperan
involucrar a Estados Unidos en la guerra, a fin de crear una destrucción
mucho mayor y, tal vez, derrocar al régimen islámico.
El secretario estadounidense de Defensa, Leon Panetta, intentó
infructuosamente en octubre lograr un compromiso del primer ministro
israelí y de Barak en cuanto a que el estado judío no lanzaría un ataque
contra Irán sin consultar primero a Washington, según fuentes de
Estados Unidos e Israel citadas por The Telegraph y por el periodista
especializado en temas de inteligencia Richard Sale.
En una reunión con Obama pocas semanas después, el nuevo jefe del estado
mayor conjunto, general Martin Dempsey, y el nuevo jefe del Comando
Central de Estados Unidos (Centcom), general James N. Mattis, se
mostraron desilusionados porque el presidente no había sido
suficientemente firme en su oposición a un ataque israelí, según Sale.
Obama respondió no tener influencia sobre Israel, porque este "es un país soberano".
Su comentario pareció indicar un deseo de distanciar a su gobierno de un
ataque israelí contra Irán, pero también dejó en claro que no le diría a
Netanyahu que no toleraría tal acción.
El gobierno de Obama considera que las sanciones contra Irán, que en los
últimos tiempos han buscado reducir las importaciones mundiales de
crudo iraní, son una alternativa a un ataque israelí. Pero lo que
Netanyahu tenía en mente al proponer tal iniciativa era mucho más
radical de lo que el gobierno de Obama o la Unión Europea podrían
aceptar.
Cuando Mark Dubowitz, director ejecutivo de la Fundación para la Defensa
de las Democracias, estrechamente alineada con el partido Likud de
Netanyahu, impulsó la idea de las sanciones contra toda institución
financiera que hiciera negocios con el Banco Central de Irán, el
objetivo fue que a los países les resultara imposible importar crudo
iraní.
Funcionarios estadounidenses dijeron el 8 de noviembre a la agencia
Reuters que las sanciones contra el Banco Central iraní no estaban sobre
la mesa. El gobierno de Obama alertó que tales sanciones implicaban el
riesgo de una aguda subida de los precios del petróleo en todo el mundo,
y un empeoramiento de la recesión mundial, además de, en realidad,
incrementar las ganancias petroleras de Irán.
Pero Netanyahu usó el poder del American Israel Public Affairs Committee
(AIPAC) sobre el Congreso en relación a Israel para sobrellevar la
oposición a Obama.
El Senado aprobó por unanimidad una enmienda que representaba la
posición de Netanyahu sobre las sanciones centradas en el sector
petrolero y el Banco Central de Irán. Y esto, pese a una carta del
secretario del Tesoro, Tim Geithner, en la que se manifestaba en contra.
Una enmienda similar se aprobó el 15 de diciembre en la Cámara de
Representantes.
El gobierno de Obama se sentó a negociar con sus aliados europeos,
Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos sobre la reducción de las
importaciones de crudo iraní, intentando a la vez llenar los vacíos con
otras fuentes. Pero varios países, entre ellos Japón y Corea, se
excusan, y la UE insiste en proteger a Grecia y a otras economías
vulnerables.
Es probable que el resultado sea un régimen de sanciones que reduzca las
exportaciones iraníes solo marginalmente, en vez de imponer las
drásticas que reclamaban Netanyahu y Barak. Toda suba de los precios del
petróleo generada a raíz de las sanciones contra el sector petrolero
iraní solamente perjudicarán las posibilidades de reelección de Obama.
En una entrevista concedida en noviembre a la cadena de televisión por
abonados estadounidense CNN, Barak advirtió a la comunidad internacional
que Israel podría tener que tomar una decisión sobre la guerra en un
plazo de apenas seis meses, porque los esfuerzos de Irán de "dispersar y
fortificar" sus instalaciones nucleares pronto volverían ineficiente un
ataque contra las centrales.
Netanyahu, quien no oculta su desconfianza hacia Obama, puede esperar
presionarlo al máximo para que apoye militarmente a Israel en una guerra
con Irán, atacando durante una campaña en la que el candidato
republicano le acuse de ser suave en relación a la amenaza nuclear
iraní.
Por otro lado, si el candidato republicano está en una posición fuerte
como para ganar las elecciones, Netanyahu querrá esperar a que se
instaure un nuevo gobierno alineado con su postura beligerante hacia
Irán.
Mientras, el hecho de que Estados Unidos se retirara de Iraq implicó
también el fin del control de la fuerza aérea estadounidense sobre el
espacio aéreo iraquí, que durante mucho tiempo se había considerado un
importante disuasor de un eventual ataque israelí contra Irán.
* Gareth Porter es historiador y periodista de investigación
especializado en seguridad nacional de Estados Unidos. Su último libro,
"Perils of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in Vietnam"
(Peligros del domini Desequilibrio de poder y el camino hacia la
guerra en Vietnam), fue editado en 2006.
(FIN/2012)