La expresión que encabeza esta opinión no es nuestra ha sido extraída del discurso que pronunciara con ocasión del día de la justicia, el Magistrado Juez Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Germán, quien la empleó para aludir a los jueces que se apartan de la ética y caen en corrupción de muy diversas maneras. El tema es copioso y puede dar lugar a varias interpretaciones.
Aquí nos vamos a permitir limitarla en tanto y cuanto significa que los nuevos jueces de la Suprema, partiendo de quien la encabeza, tienen el sano propósito de hacer profilaxis en el ámbito judicial. Ese saneamiento judicial viene bien a nuestra administración justicia pues ya se venían dando ciertas prácticas propias del anquilosamiento por petrificación en la justicia que Eduardo Jorge Prats denominó como “burocrática.”
No es que con ello se deba decir que el Magistrado Subero descuidó sus funciones sino que andando en el tiempo, como dijera el Barón de Montesquieu, el poder absoluto corrompe de manera absoluta y ciertas prácticas se fueron entronizando bajo el postulado de que quien hizo la ley hizo la trampa. Así, en todos los desempeños humanos existen hombres y mujeres que encuentran la manera de evadir la responsabilidad social que se coloca bajo sus hombros. Es por esta razón, que siempre vienen bien los cambios de personas y de modelos, por tanto, estamos de acuerdo en la opinión de que nuestra administración de justicia debe pasar del modelo burocrático al modelo institucional. Pero ojo al Cristo que es de cristal, este nuevo modelo que encabeza un abogado litigante de larga data (bajo la compañía de excelentes pares) y por tanto conocedor de los problemas que afectan a la administración de justicia, debe actuar con la mesura procesal propia del litigante. Es decir, cada juez tiene que tener la oportunidad de adherirse al nuevo modelo sin ojerizas de ninguna naturaleza.
Ahora bien, quien sepa que no está en capacidad de asumir el nuevo reto, debe irse como claramente lo advirtió el magistrado Juez Presidente, en su aludido discurso. Discurso que dicho sea de paso, delineó lo que será su accionar, cuando menos en el presente año judicial. Eso de estar torpedeando desde adentro los nuevos esquemas debe quedar como cosa del pasado ahora cada integrante del Poder Judicial habrá de trabajar hombro con hombro con las nuevas autoridades a los fines de que el resultado lo obtengamos todos, en tantos integrantes de una sociedad que camina hacia la institucionalidad democrática.
El hincapié puesto por el Presidente de la SCJ en la Independencia judicial como en la necesidad de recursos para la justicia junto al hecho de que planteó la necesidad de una justicia que se acerque al ciudadano de a pie, es indicativo de que transitamos caminos de madurez democrática.
Nunca como ahora la nación requiere de un poder judicial apegado a la Constitución y el Presidente de la SCJ delineó su compromiso con hacer que nuestros jueces actúen conforme a los lineamientos trazados por la Constitución y los tratados internacionales de los cuales sea signataria la República.
Queda el caso de los jueces que fallan con el hígado, los que acogen en el interior de su intima convicción ahora devenida en sano razonamiento odios y resentimientos, también deben despojarse de esas pasiones humanas o dejar de ser jueces.
El atrasado en decidir que tiene la primera sala de la SCJ, es decir la sala civil, es de antología. Los nuevos jueces habrán de resolver esa situación en plazos razonables, pues una justicia retardada equivale a denegación de justicia. De manera que todos los cañones de la opinión pública estarán dirigidos a resolver este problema que paraliza el desarrollo económico y la convivencia social. Pues lo comercial como lo civil se encuentra concentrado en esta sala.
El jurista Normativo es aquel que hace de legislador, el práctico es el que ejerce el derecho como actividad principal. Es el que conoce el día a día del quehacer judicial, de la administración de justicia, es el auxiliar civil esencial del Poder Judicial. A esta categoría de jurista –menospreciado por la justicia burocrática- es que pertenece el Magistrado Mariano Germán ahora convertido en jurista boca de la ley que es como se llama a los jueces y que el Magistrado Germán ha dicho que serán ahora más que todo, jurista boca de la Constitución. Obviamente, ahora además de las cualidades anteriores, un buen juez ha de estar adornado y su cabeza amueblada con especialidades.
Dados los números presentados por el Magistrado Germán, la mayor falencia de la SCJ está en la sala civil. Sin embargo, existe un claro déficits de especialistas de los derechos civil y comercial y una sobreabundancia de penalistas. Paradójicamente allí donde está la mayor falencia, fue donde el Consejo Nacional de la Magistratura fue menos ponderativo. Claro, la evaluación de los jueces de la SCJ, no equivale a su escogencia, una mirada exhaustiva a la ley orgánica del CNM como a la Constitución, permiten dejar sentado que una evaluación no equivale a escogencia automática. Lo que si queda claro es que la especialidad es lo que determina el balance de las tres salas de la SCJ, donde la tercera, está ciertamente recargada pues conoce asuntos administrativos, inmobiliarios y lo laboral, situación que tampoco quedó reflejada en la selección del CNM.
Las próximas semanas, meses y años, nos dirán si acudimos a un discurso bien hilvanado o ante cambios realmente provechosos para la nación. Esperemos lo último. DLH-8-1-2012.