Las autoridades deben poner el oído en el corazón de las iglesias pues se trata de instituciones que albergan a un ejército de feligreses que tienen derecho al voto. Los mensajes de los sacerdotes y pastores evangélicos penetran muy bien en esos fieles que en determinados momentos pueden inclinar la balanza en las urnas.
Los cristianos votan en las elecciones, por más que se diga lo contrario. En otros tiempos no lo hacían, pero ahora las cosas han cambiado y ellos exigen, con todo derecho, que los tengan presentes con cada repartición en términos de asistencia social, aunque hay que admitir que el Estado siempre ha cumplido con esa parte concediendo exoneraciones de impuestos para la adquisición de vehículos y otorgando ayudas y beneficios colaterales.
Hogueras de fuego son lanzadas a diario por algunos sacerdotes y pastores contra las autoridades por la actitud que asumen ante la ocurrencia de los crímenes, actos de corrupción, asaltos, operaciones del narcotráfico, y otros hechos que centran la atención de los ciudadanos. Prestemos atención a esos pronunciamientos.
Con frecuencia se emiten declaraciones llamando los gobernantes a tomar medidas para corregir las cosas que entienden están mal y exhortan a los jueces a que actúen con responsabilidad, aplicando las leyes y no evacuar sentencias complacientes a favor de los delincuentes. Lo mismo hacen cuando piden a la clase política (especialmente a la que está en el poder) a trabajar para que el país pueda avanzar y no retroceder al pasado.
Pastores y sacerdotes han dejado momentáneamente la biblia a un lado para mostrar la parte política y humana del ciudadano que vive ataviado con el tradicional hábito religioso. Y tiene sentido esa actitud de los líderes de las iglesias porque son humanos con sentimientos y espíritu de solidaridad. No pueden ser cómplices, callar ante los males sociales ni sentirse indiferentes.
Al parecer, los curas se han dado cuenta que no basta con predicar la palabra de Dios a lo interno de las iglesias, sino darle real cumplimiento al libro sagrado, defendiendo públicamente a la sociedad de los atropellos ejercidos por la clase dominante. ¡Qué bueno que sea así porque tradicionalmente se acusa a la religión de ser “el opio de los pueblos” por oponerse a las luchas de los ciudadanos por las reivindicaciones negadas por los gobiernos! “Un pueblo sin religión, es libertad”, dice una canción de Danny Rivera, a manera de críticas a las iglesias formuladas por los políticos de izquierda.
Los recientes pronunciamientos del párroco de la iglesia Las Mercedes, fray Santiago Bautista, en el sentido de que los jueces venales deben pasar por la iglesia a pedir perdón, porque no han hecho un buen trabajo, deben interpretarse como una defensa al pueblo dominicano. Lo mismo podríamos decir del pastor Ezequiel Molina Rosario cuando dice que la vida humana ha sido devaluada en el país a su mínima expresión como parte de ofensiva desatada por la delincuencia y la benignidad de la Justicia que no se atreve a aplicar sentencias rigurosas. En ambos casos, se está coincidiendo con temas expuestos públicamente por las organizaciones de la llamada sociedad civil y adquiridos como suyo por la oposición para los aprestos de la campaña electoral.
El 14 de diciembre pasado, otro pastor evangélico y rector de una universidad cristiana aconsejaba a miles de estudiantes de diversas carreras que celebraban una graduación en el área de convenciones del puerto Sanc Soucí que a partir de ahora actúen como profesionales y en el rol de ciudadanos combatiendo los males que afectan al país y entre esos casos citaba lo del 4% del Producto Interno Bruto para la educación, por una mejor política para garantizar más empleos, combatir a los funcionarios corruptos, solicitar medidas eficientes contra la violencia intrafamiliar, los asaltos y otros fenómenos sociales que están torturando a los dominicanos. Sencillamente, se trata de un manifiesto de corte político.
Empero, pienso que son posturas correctas porque los curas y pastores tienen la misión de seguir el ejemplo de Cristo, es decir, denunciar y luchar contra todo lo que afecte a los más débiles. Sin embargo, observo que la actitud que están asumiendo se inclina hacia un solo lado cuando lo ideal sería criticar las cosas malas y reconocer las buenas (que en ningún momento se establecen en esas críticas), lo que hace dudar un poco de las reales intenciones de esos líderes cristianos que, por cierto, en sus discursos no mencionan los abusos de los ricos que son la parte más inhumana y depredadora de la sociedad.
Viendo las cosas desde esa perspectiva, ¿no sería mejor que los cristianos se unan y formen un movimiento para concurrir a las elecciones futuras como partido emergente, pues así dejarían a un lado el papel de predicadores de la Palabra de Dios, convertirse en actores políticos y contribuir desde otra óptica a fortalecer el sistema democrático de la República Dominicana?