SANTO DOMINGO.- Si Miguel Vargas ha tomado la
decisión de no integrarse a la campaña electoral del partido que él preside,
hay que respetar su decisión, no porque sea legítima sino porque insistir en el
tema sería peor. <br>
Si el presidente del PRD ha
preferido coincidir con el partido de gobierno en el conflicto sobre el Centro de Cómputos de la Junta Central
Electoral, en la elección de los miembros de las altas cortes y en la designación
del próximo secretario de la Liga Municipal Dominicana, también debemos aceptar
su voluntad, aunque no estemos de acuerdo con él.
Y si varios de sus seguidores,
incluyendo diputados, alcaldes y regidores, anuncian la decisión de respaldar
al candidato presidencial del PLD, tampoco se debe producir una reacción desproporcionada
dentro del Partido.
El PRD no tiene por qué coincidir con la estrategia
del PLD de convertir en tema central de
debate las diferencias planteadas por la posición disidente del ingeniero
Vargas.
Hay muchos títulos periodísticos
sobre este mismo tema que todavía están
pendientes de publicación. Los estrategas del oficialismo darían cualquier cosa porque se hable más en
los medios de comunicación sobre “la crisis” del PRD que sobre la corrupción colosal, el déficit fiscal, el endeudamiento, la
inseguridad ciudadana, los apagones, la mafia de las importaciones, la quiebra
del sector productivo nacional y todos los grandes temas que preocupan a la
población.
Además de su responsabilidad ética y política como
presidente del PRD, Vargas sabe muy bien
que más del 70 de los dominicanos entienden que el país va por mal camino y que
más del 99 de los perredeístas quieren que su partido gane las elecciones de
este año. Nadie tiene que recodarle eso ni reclamarle que actúe en
consecuencia.
Pero tampoco hay que dar como un hecho definitivo que
Miguel ha desertado de sus responsabilidades partidarias en un
momento crucial para la vida institucional del país. Debe esperarse todavía que se
aboque a una reconciliación con su partido con tiempo para hacer su aporte a la
victoria.
Pero si no lo hace tampoco hay que pelearse con él. Simplemente no es
conveniente y en política generalmente se hace lo que conviene.
Hipólito Mejía y el
PRD deben contar con sus propias fuerzas
y con la voluntad de cambio de una
sociedad que necesita imperativamente detener el
proceso de deterioro que vive el país en todos los órdenes. Eso no lo cambia ninguna
voluntad individual.
Mientras tanto, dejemos
tranquilo a Miguel. (11 de enero 2012)