Acompañé al candidato presidencial del PRD durante un amplio recorrido de dos días por la provincia de Azua donde demostró una fuerza electoral impresionante en cada uno de los municipios que visitó.
A su paso por las ciudades y los campos la gente le pide a gritos que “¡meta a la cárcel a los ladrones del gobierno!”.
Un asiduo lector de esta columna me pregunta si será posible someter a la justicia a los corruptos y enviarlos a la cárcel y despojarlos de los bienes adquiridos desde las posiciones que ocuparon en el gobierno, cuando se irán del Palacio Nacional, pero seguirán controlando el Congreso y la Justicia.
Si viviéramos otros tiempos Leonel no se iría del gobierno teniendo más poderes que ningún otro presidente en la historia, sobre todo después de haber encabezado el régimen más corrupto de América Latina y uno de los más corruptos del mundo, como bien lo aseguran organismos tanto nacionales como internacionales.
Leonel ha creado el terreno para no ser tocado durante los próximos cuatro años cuando pretende volver al Palacio Nacional. Tanta es la ambición de este hombre, que mediante leyes aprobadas por su Congreso, impone un “plan de gobierno de 30 años”. Quiere garantizar que sus fiscales y sus jueces se mantengan inamovibles. Está seguro de que sus legisladores, sus fiscales, sus jueces, sus generales, sus curas y sus “líderes de opinión”, les servirán de escudo durante los cuatro años fuera de la casa de gobierno, atrincherado en su Fundación Global.
¿Quién instrumentará los expedientes de corrupción? ¿Los fiscales que nombró Leonel? ¿Qué juez dictará sentencia condenatoria contra los acusados de prevaricación en primera o en segunda instancia? ¿Los jueces que nombró Leonel? ¿Qué ocurriría si algún expediente contra Leonel o sus ministros llegara a la Suprema Corte de Justicia? ¿Acaso Mariano Germán, juez presidente de la Suprema Corte no es un distinguido miembro del PLD, abogado de la oficina de Leonel? ¿Acaso no fue ese abogado, hoy juez presidente de la Suprema, quién defendió a Leonel en los tribunales en el caso de César Sánchez, antiguo administrador de la Corporación Dominicana de Electricidad?
Un eventual gobierno encabezado por Danilo Medina dejaría intactas esas estructuras de poder creadas por Leonel Fernández. Con Danilo en el gobierno –un hombre sin carácter- las cosas se mantendrían invariables. Sería más de lo mismo. Ni más, ni menos.
Hipólito, en cambio, está obligado a enfrentar esas estructuras mafiosas de poder, para instaurar un gobierno democrático tanto en la forma como en el fondo, no una caricatura como la de hoy. ¿Cómo piensa Hipólito enfrentar esas estructuras? ¿Cómo cambiar esa correlación de fuerzas del Estado desde el Poder Ejecutivo? No lo sé. El tiempo y las circunstancias lo dirán. Pero de una cosa estoy segur ¡Voluntad y coraje, no le faltarán! Lo primero es ganar las elecciones del 20 de mayo. Lo demás vendrá después.