Santo Domingo, República
Dominicana.- (Atanay.com) La política, sobre todo durante los períodos
electorales, enturbia las mentes más lúcidas, entre ellas las de políticos, periodistas,
escritores y otras personas de innegable
cultura.
El comentario es a propósito de
la reciente inauguración de una Universidad construida por el gobierno
dominicano en Haití, a un costo de unos 50 millones de dólares, como una forma
de solidaridad de nuestro pueblo frente a los graves problemas que afrontan
nuestros vecinos desde el 12 de enero de 2010, donde un terremoto terrible
prácticamente arrasó con todo, con cientos de miles de muertos y millones de
damnificados.
Sesudos analistas políticos han
formulado numerosas críticas ante ese gesto del presidente Leonel Fernández.
Unos dicen que ese dinero debió invertirse en mejorar la educación dominicana.
Otros cuestionan por qué no se le puso a dicha Universidad el nombre del
Maestro Juan Bosch, en lugar del de Henri Christopher, que es el que lleva.
Los que objetan el nombre de
Christopher para el centro académico olvidan que es un derecho del país
beneficiario con una obra de tal naturaleza ponerle el nombre que le de la
gana, aunque haya cometido atrocidades como las de Moca, en 1805, durante la
ocupación haitiana.Era una guerra, y
aunque no se justifica, en las guerras se cometen atrocidades.
El gobierno de Taiwán ha hecho
millonarias donaciones a la República Dominicana en diversas áreas, entre ellas
la educación y obras de infraestructuras, y nunca ha exigido que a alguna
escuela, a un puente, a un acueducto,se
le designe con el nombre de un ciudadano taiwanés. Cuba donó un politécnico en
Baní, y hasta donde todo el mundo sabe no
reclamó que se pusiera el nombre de Fidel Castro, de Maceo, del patriota Jesús Sablón Moreno, hijo de padre dominicano
y madre cubana, como tampoco el de Carlos Manuel de Céspedes. No, el
Politécnico lleva el nombre de nuestro generalísimo Máximo Gómez, dominicano
libertador de Cuba.
El presidente Hugo Chávez donó cien casas en
Bonao, un verdadero barrio, y hasta donde sepamos jamás pidió que le pusieran
el nombre de un Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Rufino Blanco Fombona, Rómulo
Betancourt o Francisco de Miranda, o su propio nombre, y paro de contar. Fueron
las propias autoridades dominicanas que propusieron para dicho barrio el nombre
del libertador Simón Bolívar.
Se critica al presidente
Fernández porque durante el acto de inauguración de la Universidad hablara no
solamente en francés, sino también en español.
Los que hacen esos señalamientos,
como si eso fuera un delito, argumentan que Fernández lo que quería era
“lucirse”, para que supieran que también habla francés, aparte del inglés y su
propio idioma, algo que lo sabe todo el mundo académico dominicano.
Olvidan esos críticos que en el
escenario había funcionarios haitianos que no hablan español y dominicanos que
no hablan francés, además de personalmente lo interpreto como una cortesía,
pues no siempre los traductores son fieles a lo que dice el orador, incluso
aunque le faciliten el texto anticipado de su discurso, que a menudo varían con
palabras que no figuran en lo escrito.
Creo que se trata de críticas
triviales. Mejor habría sido decir que la donación de esa Universidad contribuye
a la mejoría de las ya excelentes relaciones entre Haití y la República
Dominicana. ¿No es eso lo que desean quienes al hablar sobre ese tema se
refieren “a nuestros hermanos haitianos?” ¿No es eso “solidaridad
internacionalista?”
Mejor habría sido sugerir que la
comunidad internacional, que en general no ha cumplido con Haití lo prometido
después del terremoto, aporte a los haitianos profesores de altas condiciones
académicas, y también equipos, pagados por los mismos países incumplidores,
para contribuir con el desarrollo de Haití, que de paso nos beneficia porque
atenuaría la pesada carga que llevamos, por razones humanitarias, al tener en
nuestro suelo más de un millón de haitianos que reclaman todo tipo de
servicios.
Habría sido mejor, además, que los
críticos sobre el tema se ofrezcan como voluntarios para aportar algo de sus
conocimientos a los estudiantes haitianos, ahora que tienen una Universidad,
pues la que existía quedó totalmente destruida con el sismo, que de paso mató a
miles de estudiantes, gran parte universitarios.
Pero n el asunto es buscarle la
quinta pata al gato, algo que me recuerda un artículo del historiador Frank
Moya Pons. En dicho escrito, si no me falla la memoria, se relata la historia
de un alcalde que un día decidió pintar de verde las verjas del parque, que
eran negras.
El pueblo se dividió entre
quienes preferían el antiguo color y los que sostenían que el verde era mejor.
Entonces al alcalde se le ocurrió la idea de pintar las verjas de rojo, y
nuevamente el pueblo se dividió en dos: entre quienes querían las verjas
pintadas de verde y los que consideran que el rojo era mejor. Repito que
escribo esto de memoria.
Eso mismo sucede con nuestros
políticos, periodistas, sacerdotes y escritores,que en lugar de fomentar la unidad de todos
los dominicanos, sin excepción, dicen o deciden cosas para dividirnos, como si
se tratara de un asunto trivial.
Estoy seguro, de que de haber
sido don Hipólito Mejía el presidente de los dominicanos, habría hecho lo mismo
que Fernández: ayudar a los haitianos, aunque posiblemente en otro renglón.
Cuestión de gustos.
(Estoy preparado para la andanada
que me viene por decir lo que creo. Pero, como dijo el otro, al plantear el
siguiente teorema: “Si bombín es igual a bombón, y bombón es igual a cojín,¿qué será X?”
Como dijo el que respondió,me importan tres pares de Equis-XXX)