Los dilemas éticos han hecho crisis en el periodismo dominicano. El periodista siempre ejerce su oficio en esa disyuntiva, pero no hay reunión de periodistas, formal e informal, donde la precariedad ética en el ejercicio no sea un tema de interés.
Todos estamos impactados por la crisis de ética profesional, pero es difícil que en coloquio surja una conclusión. Unos creen que se debe a los “enganchados” a periodistas, otros cuestionan a los periodistas que han abandonado los principios para asociarse a depredadores del erario y acumular fortuna.
Lo cierto es el periodismo hoy más que nunca es una rama impactada no solo por la tecnología y la globalización, fenómenos estos que han sumergido en la incertidumbre a los individuos. En los llamados países en desarrollo la situación se ha tornando más dramática por el modelo neoliberal implantado. El ciudadano de estos países prácticamente ha sido abandonado a su suerte, y el periodista dominicano no ha estado exento de esa realidad. Ha tenido que enfrentarse a unos cambios tecnológicos pero con precaria posibilidad de acceso a esa tecnología y sus herramientas, en consecuencia se le ha dificultado no solo ser productivo, sino hasta comprender el fenómeno de esa revolución tecnológica en que vive. En esto, las universidades, la mayoría con grandes rezagos académicos, muy poco han aportado, a no ser inundar de periodistas el mercado en muchos casos de precaria preparación.
Por lo anterior, contrario producirse un bienestar colectivo, el periodista dominicano está sometido a un régimen de sobrevivencia. El desempleo y los bajos salarios se combinan para hacer del ejercicio del periodismo un drama, con un sensible impacto en el contenido informativo de los medios. Quienes han decidido gestionar sus propios proyectos digitales se han enfrentado al limitado acceso de la población a Internet y a un mercado publicitario limitado, o con limitada visión estratégicas acerca del fenómeno en las redes.
El periodista desempleado está obligado a gestionarse ingresos para poder vivir. Quien tiene un empleo, pero devenga un bajo salario, se enfrenta entonces la obligatoriedad de agenciarse el completivo de sus gastos. Ambos, el periodista desempleado y el malpagagado se debaten entre la necesidad y tentaciones. Solo exhiben holgura económica aquellos que se han alquilado a grupos políticos y han puesto su profesión al servicio de éstos.
Mientras eso ocurre, hemos llegado a un punto en considerar que la ética no es un problema del periodismo, sino del periodista. Me explico, no se entiende la ética periodística como un asunto del medio, de propietario del medio y del periodista. Por eso, en los juicios que el ciudadano hace al mal periodismo, condena al periodista, exonerando al medio, el propietario y al anunciante.
Como el medio y su propietario están exonerados del cuestionamiento por la crisis ética en el periodismo, no surge del sector empresarial de la prensa preocupación alguna para asegurar que el periodista disponga de un salario propio de un profesional que cotidianamente tiene que lidiar con informaciones sensibles las cuales debe servir a la sociedad revestida de la mayor credibilidad posible.
Un ejercicio ético de cualquier profesión, pero en este caso del periodista, implica un sacrificio personal que por si solo le resulta difícil sostener a un periodista. Se requiere que también el medio de comunicación, se acoja a normas éticas empresariales para interactuar con los distintos agentes de la sociedad, sean del sector privado o público.
El medio debe propiciar la mayor protección posible a su personal periodístico, para reforzar en éste el ejercicio ético de la profesión, y debe incluir estos aportes en los costos de producción, confiado el medio en que lo invertido se traducirá en una más consistente credibilidad del periodista, y por tanto del medio en si, y en consecuencia en rentabilidad.
Desde mi punto de vista, las debilidades éticas del periodismo se originan desde la formación misma de estos en las escuelas de universidades, se agravan cuando el periodista entra a los medios y se encuentra con una total ausencia de parámetros éticos ya no solo entre sus compañeros, sino de aquellos que ejercen la propiedad de los medios de comunicación y, porque no, parte de sus ejecutivos.
Javier Darío Restrepo, un ilustre periodista colombiano, preocupado por que el periodismo sea un instrumentos al servicio de la humanidad, nos habla de este asunto de manera muy edificante cuando plantea que “ al hablar de “dar y recibir información” a través de medios de comunicación es hablar inmediatamente del otro, de un colectivo, de una sociedad entera y la ética aparece en tanto existe ese otro, ese colectivo y esa sociedad entera; en otras palabras, no se puede hablar del aspecto ético de una actividad si ésta solo se reduce a un individuo”.
Hablo de ética del periodista, consciente de es la sociedad que esta moralmente tambaleada de lo que el mal periodismo es solo un reflejo. Pero así mismo confío en que del fango, puedan surgir periodistas y medios comprometidos revertir esa penosa realidad.
Por eso comparto con cualquiera que me responda que las precarias condiciones laborales no son el problema esencial. Pero le agregaría que depende, porque existe una filosofía periodística empresarial que postula que al periodista dominicano no hay que pagarle elevados salarios porque este se la busca, y esa filosofía a lo único que contribuye es a propiciar un periodismo corrupto aunque esa no sea la intención final de quienes la postulan.
Entonces viene el círculo vicioso, el bajo salario obliga al periodista a agenciarse un completivo para sobrevivir y en esa iniciativa por la sobrevivencia, aparece la tentación del funcionario, el político, empresario o narcotraficante que agencia sediento de comprar silencio.
Y cuando un periodista que degenera a esos niveles, lo primero es que renuncia a su independencia, al criterio ético profesional, si lo tenia, por lo tanto, su consigna no sería la búsqueda de la verdad, que como nos dice Restrepo que debe ser la misión del periodista, para garantizar la “exactitud en la versión del hecho diario”.
Es probable que en el periodismo dominicano haya llegado a un nivel en que los principios éticos del periodismo sean valores considerados en desuso, innecesarios y poca relevancia. Habrá quienes piensen que es preferible renunciar a ellos, y ni hablar de ética, y optar por senderos donde el sacrificio no esté incluido y así poder traficar con noticias distantes de la verdad, pero útiles en la tarea de crear falsas percepciones.
Esta reflexión no tiene, bajo ninguna circunstancias, un matiz acusador, persigue, si es que se considera útil para ello, provocar una reflexión colectiva, del estudiante y el profesor de periodismo, del periodista en ejercicio, incluido camarógrafo y fotógrafo, del ejecutivo de medio y de los propietarios de estos. Una reflexión que conduzca a analizar si es responsable el periodismo que estamos sirviendo a esta sociedad en este momento histórico y cuanto podemos hacer para mejorarlo.
La reflexión del maestro Restrepo ilustra mejor que mis palabras hacia donde quiero llegar cuando nos dice: “Ejercer el periodismo, es convivir no solo en dilemas éticos como el anterior donde la vida está en peligro; ejercer el periodismo es caminar entre dilemas éticos tan “simples” como manejar la variedad de fuentes o quedarse sólo con una versión del hecho; tergiversar la información en “mi” beneficio, el de otro o por el contrario, ser lo más objetivo posible, en el orden de apostarle a múltiples perspectivas, por tanto, a procesos ínter subjetivos; engañar o no para obtener datos; escribir respetuosamente o utilizar términos peyorativos; ganar dinero y ser censurado o vivir obstáculos económicos, pero, informar libremente etc. En otras palabras todo el ejercicio periodístico es un mar de dilemas éticos por sortear”.
Y su mensaje final es bien preciso. Nos dice que “En estas condiciones, los que estudian y ejercen el periodismo deben ser personas con muy buenos fundamentos éticos, que tengan claro la dimensión humanística de esta profesión y que sepan nadar dentro de ese mar de dilemas éticos implícitos en “cualquier actividad relacionada con la selección, clasificación, y elaboración de la información que se trasmite a través de los medios de comunicación de masas”. Ejercer el periodismo es servir a la comunidad, es construir democracia, es pasar de la reflexión ética a la práctica ética; es vivir una de las profesiones más complicada, peligrosa pero, en palabras de García Márquez, “la más apasionante del mundo”.