<p style="font-weight: bold;">VENTANA: Las empresas concreteras deben colaborar con el problema, del que ya se han hecho eco programas interactivos y ciudadanos que han enviado sus inquietudes a distintos medios.
Los camiones ‘trompos’ o recicladores de hormigón, que tantos inconvenientes han causado a importantes calles, avenidas y carreteras de este país, ahora les ha tocado a uno de esos aparatos estar en la palestra pública por un accidente en el que murieron dos seres humanos, y otros 20 resultaron heridos, muchos de ellos con lesiones de por vida.
Me motiva a escribir estas líneas, luego de presenciar a través de la televisión los horrores y traumas a personas involucradas que provocó ese accidente. Sucede que esos vehículos, de tanta utilidad en el desarrollo de la infraestructura de construcción y vial en nuestro país, debido a que muchos de sus conductores son unos irresponsables pagados por las empresas que los contratan.
Solo hay que dar un paseo por la avenida República de Colombia, tramo con la avenida Sol Poniente, en pleno Arroyo Hondo, y ver y sufrir con las enormes protuberancias de hormigón que dejan esos aparatos (en ocasiones adrede, porque sus conductores les abren el enorme cilindro rotor para que viertan los residuos de sus cargas).
La República de Colombia, única vía alterna para los miles y miles de conductores que a diario tienen que transportarse a la ciudad, por distintos motivos, se ve disminuida en su categoría de avenida ornamental debido a los cúmulos de cemento tipo hormigón que han regado camiones compactadores de distintas compañías vinculadas a la construcción.
Y no es un problema único de esa vía. Si cogemos la ruta de la Winston Churchill, de Sur a Norte, subiendo antes de llegar a la avenida 27de Febrero, veremos también promontorios de hormigón dispersos por el pavimento, con el consiguiente peligro que eso representa para los vehículos que se desplacen por allí, en términos de neumáticos, piezas de repuestos, etc.
La avenida Luperón, en el lado Oeste de la ciudad capital, tampoco escapa de esa situación. Y la avenida Los Próceres, que viene a ser una especie de prolongación de la anterior, y que bordea el Jardín Botánico en la parte Sur, presenta idéntica situación, incluso metros antes de llegar a la avenida John F. Kennedy, siguiendo en dirección Norte-Sur.
Recientemente, leí un escrito en el diario El Caribe, calzado con el nombre de María Teresa Morel, ciudadana que se refiere a que “el mal manejo que muchas empresas concreteras dan a los materiales de construcción tiene la avenida República de Colombia llena de elevaciones. Los camiones mezcladores de concreto y hormigón que se desplazan por la transitada vía van esparciendo restos de material de construcción que al secarse forman grandes parches de cemento que se han superpuesto al asfalto, deformando la calle”.
Y agrega que “esas elevaciones o totumas en la superficie del asfalto afectan a los vehículos y al desenvolvimiento del tránsito”.
Otro ciudadano, Generoso Pérez Duarte, al referirse a la situación en la avenida República de Colombia, agrega que “la abundancia de ‘parches’ (de cement) en plena vía es el colmo de los colmos. Un grupo de montones, protuberancias de desechos de concreto, que han sido plantados allí por concreteras irresponsables”.
También escuché hace algunas semanas al colega Felipe Romero cuando en el programa El Gobierno de la Tarde hizo referencia a la situación, y aprovechando para hacer un llamado a las concreteras.
No necesariamente vamos a culpar a las empresas concreteras, pero sí a muchos de sus choferes por esa situación. Quien esto escribe fue testigo en dos ocasiones, en dos sitios distintos de la avenida Colombia, de camiones que eran detenidos para vertir a orillas del pavimento los desechos dejados después de una labor de descarga del producto.
En esta situación, que afecta a miles de ciudadanos, deben intervenir Obras Públicas, los ayuntamientos del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, así como las mismas empresas concreteras. Porque, hay que buscar una solución.