Ya el año próximo se van a cumplir los 200 años del nacimiento de Juan Pablo Duarte, patricio fundador de la República.
Toda nuestra vida quedó modelada por el “Pensamiento de Duarte” tanto en nuestra vivienda como en los grupos que solíamos discutir de la Patria en la escuela, parques y en reuniones de amigos..
El patriotismo de Duarte fue casi religión en aquellos días, y desde siempre. Nunca oí en el seno de mi familia ninguna queja o crítica hacia el fundador de la República y entre nosotros los muchachos era mejor hablar del mismo Diablo que emitir una expresión desafecta hacia Juan Pablo Duarte.
Todos crecimos con el ideal de honrar a ese hombre que lo dio todo -hasta su vida- por la independencia de la República Dominicana.
Recuerdo la aberración cuando se celebró un acto en la fortaleza Ozama para cuestionar la conducta de Juan Pablo Duarte. Mi reacción fue de asco.
Pensar en que algún dominicano emitiera un juicio, tan solo de reproche, de la vida del patricio significaba para mi la peor abominación.
Don Rafael Herrera, director de este diario para la época, se quejó amargamente de quienes propusieron ese “juicio” contra Duarte.
Entre los organizadores del irrespetuoso acto estaba Juan Isidro Jimenes-Grullón, un personaje relevante en la cultura dominicana de la época. Ese acto de Jimenes Grullón contra la memoria del patricio, decidió mi alejamiento de afecto hacia ese personaje.
Porque considerábamos y aún lo sentimos así, que nuestro deber como herederos de la obra libertaria del patricio era para enaltecerlo y exponer su vida de sacrificios como testimonio del servicio a la Patria.
Duarte en su idealismo cometió errores, es verdad, pero se explican en su acerado espíritu de libertad para el Pueblo Dominicano.
“Necesitamos fondos aunque sea al precio de una estrella del cielo”, escribe Francisco del Rosario Sánchez en una carta a Duarte quien había sido exiliado a Curazao. Porque hasta la Independencia cuesta mucho dinero.
Duarte replica escribiendo a su familia para que vendan el negocio de su padre y su hogar paterno para arrimar más su hombro a la causa mayor de la Independencia Nacional. “La Patria es afán y agonía”
Y sabemos que cuando un predestinado se enfoca en la causa mayor de la Paria, todo lo ve distinto. No hay amor mundano que valga por encima del amor de la Libertad.
Y Duarte sufrió y puso a sufrir a su familia -compuesta por damas- el rigor de la Patria: Primero ante las persecuciones haitianas y luego por las persecuciones del gobierno de Santana que estuvo a punto de enjugar su sable de mugre satánica cuando intentó fusilar al Patricio.
Santana optó por exiliarlo y Duarte fue a parar con sus huesos a Alemania en donde el frío estuvo a punto de terminar sus días. Luego pasó a Venezuela en donde quiso intervenir ante el gobierno de ese país para que viabilizara ayuda militar a la República Dominicana.
Duarte, sin embargo, volvió a integrarse -arrimar su hombro- como soldado o como estadista al gobierno de la Restauración en Santiago. Solo Espaillat lo recibió con agradecimiento, cariño y cortesía.
En la intensidad de la Guerra de la Restauración Duarte quedó en un segundo plano porque su obra de Independencia no se estimaba entonces.
Y luego fue encomendado a interceder por la Restauración ante el gobierno de Colombia y Venezuela, pero no tuvo éxito en el esfuerzo y sus días acabaron cerca de la selva de los Llanos Venezolanos.
Nuestras universidades deben hacer un serio esfuerzo por darle principalía académica el rescate o puesta a tono de la obra de Duarte por la Independencia. Su irrefrenable amor a la Patria y dedicación a esa causa.
Su recuerdo, junto a otros patriotas, debería ser el punto de partida para una nueva historicidad. Instaurar a Duarte como la inspiración de las aspiraciones no sólo libertarias –de manera indiscutible- sino el principio de todo. Deberíamos instaurar la “Cátedra Juan Pablo Duarte” en filosofía, educación y en historia. Y que el premio por el mejor trabajo anual se constituya en el más importante objetivo intelectual del país.
Duarte estaría en el aire que respiramos, en el agua que tomamos y en la razón de ser para el enaltecimiento del patriotismo dominicano. Y haréis Justicia.