<p style="font-weight: bold;">WASHINGTON, 2 feb (IPS) – El gobierno del presidente Barack Obama debe tomar medidas
para hacer
más creíbles las amenazas de ataque de Estados Unidos, o
Israel, a
Irán, según el cuarto de una serie de estudios publicados por
un grupo
de trabajo bipartidista dominado por los halcones (ala más
belicista)
de Washington.
Entre otras iniciativas, Estados Unidos debe aumentar su
despliegue
naval en el Golfo, ampliar la frecuencia y la dimensión de
sus
ejercicios militares allí y aumentar las posibilidades
ofensivas de
sus aliados en la región para persuadir a Irán de frenar su
programa nuclear, según el informe auspiciado por el Bipartisan Policy Center (BPC, centro
de
política bipartidista).
Este país también debe ofrecer a Israel varios buques
cisterna y
municiones para ampliar su arsenal actual.
"No abogamos por un ataque militar de Israel, pero creemos
que una
amenaza más creíble servirá para aumentar la presión para
que Irán
negocie", indicó el general de la Fuerza Aérea, Charles
Wald, uno
de los presidentes del equipo de trabajo, en una declaración
divulgada con el informe de 76 páginas, publicado el
miércoles 1.
Si esas medidas, combinadas con sanciones económicas más
duras, no
logran su objetivo, Washington deberá lanzar una "operación
quirúrgica efectiva contra el programa nuclear de Irán", con
ataques aéreos y el despliegue de unidades de sus Fuerzas
Especiales durante algunas semanas, según el grupo.
Titulado "Meeting
the Challenge: Stopping the Clock" (Haciendo frente el
desafí
deteniendo el reloj), el último estudio fue publicado en un
clima
de incertidumbre, si no de abierta confusión, sobre las
intenciones
de Israel y de Estados Unidos, así como las del propio
régimen
iraní.
La respuesta retórica de Teherán a las duras sanciones
económicas y
contra su industria petrolera, implementadas por Washington
y la
Unión Europea, fue desafiante.
Sin embargo, altos funcionarios de la Agencia Internacional de Energía Atómica
(AIEA)
, con sede en Viena, que terminaron esta primera semana
de
febrero una visita de tres días a Irán, indicaron que sus
anfitriones se mostraron más comunicativos que en otras
oportunidades, y aclararon sus preguntas sobre las posibles
aplicaciones militares de su programa nuclear.
Hay otra visita prevista para dentro de tres semanas.
Paralelamente, algunas autoridades de este país han emitido
señales
contradictorias en los últimos meses, desde reiteradas
declaraciones sobre que Washington espera reanudar las
negociaciones de los cinco miembros permanentes del Consejo
de
Seguridad más Alemania y que un ataque militar sería
contraproducente, hasta fijar límites que Irán no podría
atravesar
sin provocar una respuesta militar.
Los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la
Organización de
las Naciones Unidas son China, Estados Unidos, Francia, Gran
Bretaña y Rusia.
El Congreso legislativo, donde tiene mayor influencia el
lobby
proisraelí, parece dispuesto a aprobar nuevas sanciones
económicas,
aún antes de que entren en vigor las medidas más drásticas
tomadas
hasta ahora: las de excluir a las empresas extranjeras con
vínculos
con el Banco Central de Irán del sistema financiero de
Estados
Unidos.
En cuanto a Israel, el gobierno del primer ministro Benjamín
Netanyahu parece acompañar los esfuerzos de Washington de
contener
las tensiones que alcanzaron un punto máximo tras el
asesinato el
mes pasado de un científico iraní especializado en
cuestiones
nucleares, que se presume fue perpetrado por el Mossad
En cierto momento, el propio Netanyahu sugirió que la
estrategia de
sanciones estaría teniendo el efecto deseado, en tanto el
ministro
de Defensa israelí Ehud Barak declaró que la posibilidad de
un
ataque a Irán estaba "lejos".
Pero el BPC claramente se puso del lado de los halcones,
incluso
reprendió a algunas autoridades israelíes y estadounidenses
por
mostrar reservas sobre una operación militar.
"Al mostrar esa incertidumbre, los líderes iraníes dejarán
de tener
claro que sus acciones tendrán consecuencias que exceden a
su
capacidad de respuesta", se queja el equipo en el estudio.
Además de Wald, ese equipo está presidido por el exsenador
del
Partido Demócrata por el estado de Virginia, Charles Robb.
El grupo de 13 personas está integrado por destacados
funcionarios
retirados, varios parlamentarios de ambos partidos, así como
tres
distinguidos neoconservadores del gobierno de George W. Bush
(2001-
2009).
Se trata del exsubsecretario de Defensa para asuntos
políticos,
Eric Edelman, el asesor para Medio Oriente del
exvicepresidente
Dick Cheney (2001-2009), John Hannah, y el exsecretario de
Estado
ajunto para el control de armas y no proliferación, Stephen
Rademaker.
Al igual que en anteriores informes sobre Irán, el grupo
estuvo
dirigido por Michael Makovsky, quien fue consultor de la
controvertida dependencia del Pentágono creada en 2002 para
encontrar pruebas de los vínculos entre Al Qaeda y Saddam
Hussein
(1937-2006) y justificar la invasión de Iraq del año
siguiente.
"Evitar que Irán se dote de capacidad nuclear es el desafío
más
urgente en materia de seguridad nacional que afronta Estados
Unidos", reitera el informe desde el principio de su texto.
Además, alega que la República Islámica no será tan fácil de
"disuadir" o "contener" si tiene la bomba atómica como lo
son otras
potencias nucleares, incluida la propia Corea del Norte.
Sostiene al mismo tiempo que Irán podría producir suficiente
uranio
enriquecido para tener un arma nuclear en un plazo de dos a
seis
meses, "si quisiera".
El informe propone un acuerdo negociado como el principal
objetivo
para mejorar la credibilidad de Estados Unidos y de las
amenazas de
Israel contra Irán, pero Makovsky dijo a IPS que el equipo
se
oponía a una solución que permitiera a Teherán seguir
enriqueciendo
uranio.
La mayoría de los especialistas de este país coinciden en
que es
poco probable que la República Islámica acepte dejar de
enriquecer
uranio. Teherán dio a entender que solo accedería a limitar
el
enriquecimiento a 3,5 por ciento y a mejorar el régimen de
inspecciones de la AIEA
"Nuestro informe dice claramente que Irán debe cerrar su
programa
nuclear", indicó Makovsky.
Un ataque israelí contra la República Islámica "implicaría
serios
riesgos". Pero Washington "no podría permanecer neutral ante
un
conflicto entre Israel e Irán", según el informe.
"Si Israel ataca e Irán toma duras represalias, Estados
Unidos
tendrá que responder, es decir que podríamos vernos
envueltos en un
conflicto sin haber podido elegir nosotros el momento",
observa.
"No alentamos a Israel a atacar a Irán, pero Estados Unidos
debe
dejar claro que nuestro país nunca abandonará a Israel",
añade.
El informe propone objetivos iraníes para atacar en caso de
conflicto bélico, y prevé asistencia humanitaria en caso de
que
fuera necesaria.
"Estados Unidos perdería apoyo internacional para las
operaciones
militares contra Irán, o para futuras acciones contra otros
países,
si descuida las consecuencias humanitarias de un ataque",
remarca
el estudio.
El informe reconoce que la población estadounidense está
cansada de
guerras, después de las de Iraq, Afganistán y Libia, y más
en
tiempos de crisis económica.
"El régimen iraní no supone la misma amenaza que el Tercer
Reich,
pero tampoco derrotarlo requiere de un esfuerzo hercúleo",
concluye
el informe.
(FIN/2012)