<span style="font-weight: bold;">La Habana (PL) Gabriel Lamothé tiene pesadillas aún con la última noche
en que vio a sus padres: era un niño de seis años y en la madrugada, un
grupo de hombres, fieles al dictador haitiano Jean Claude Duvalier, se
los llevó para siempre.</span>
Su progenitor era opositor a la dictadura y desapareció en 1979, cuando Jean Claude Duvalier llevaba ocho años en el poder.
Desde ese día Gabriel no quiere recordar en lo que se convirtió su vida:
fue recogido por unos vecinos, vivió después en una institución
benéfica, hasta que unos parientes lograron llevarlo clandestinamente
con ellos a República Dominicana, donde vivió hasta hace 10 años.
En 2002 regresó a su país natal, y desde entonces integra el Colectivo
contra la Impunidad en Haití, una plataforma de derechos humanos que
reúne a víctimas de las dictaduras duvalieristas.
Desde allí, asegura, intenta rescatar la memoria de aquellos días, para
que el sufrimiento de sus compatriotas no caiga en el olvido.
Aunque han pasado más de 25 años desde el final de los tiempos de
terror, Lamothé se pregunta cada día qué fue de su familia y, más aún,
por qué los culpables de aquellos crímenes, entre ellos el mismo Jean
Claude Duvalier, continúan impunes.
"Cuando (el exdictador) regresó en 2011, pensé que al fin se haría
justicia, pero ha pasado un año y nadie lo toca", afirma en entrevista
electrónica con Prensa Latina.
Lo que más le duele, añade, es que todavía miles de haitianos defienden a Jean Claude Duvalier y niegan sus crímenes.
Cada vez que el exdictador sale del barrio periférico de Petionville
donde vive, decenas de personas acuden a saludarlo y gritan consignas de
apoyo. Algunos creen, incluso, que aquellos tiempos fueron los más
prósperos del país.
"Eso es muy triste, cómo podemos olvidar tanta sangre. Es cierto que
Haití vivió una solvencia económica en los tiempos de la dictadura. Pero
a qué precio, a ser serviles a Estados Unidos, a masacrar a miles de
compatriotas", se pregunta.
El gobierno estadounidense, temeroso de una nueva revolución al estilo
de la cubana en la región, apoyó febrilmente las dictaduras en el Caribe
y América Latina, y entre ellas, las de los Duvalier (1957-1986)
estuvieron entre sus preferidas.
Sin embargo, hay algo que Lamothé nunca imaginó: "no pensé que el
dictador volvería a Haití, o peor aún, que regresaría y un año después
seguiría libre".
<span style="font-weight: bold;">DUVALIER Y LA JUSTICIA</span>
Jean Claude Duvalier, también conocido como Baby Doc, regresó a Haití en
enero de 2011 y aunque organizaciones civiles y víctimas de su régimen
presentaron desde esa fecha una veintena de querellas en su contra, aún
no ha sido procesado.
Solo una orden de arresto domiciliario fue dictada, una disposición que
Baby Doc burla frecuentemente, la más reciente de ellas el pasado 12 de
enero, cuando acudió a un acto en conmemoración del terremoto de 2010.
Pero esa fue solo una vez más. Diversas organizaciones denunciaron verlo
en la playa o en conciertos de jazz y dicen que ofrece cenas lujosas y
grandes fiestas en su mansión (cuya propiedad nunca perdió).
A Baby Doc, que sustituyó en el poder a su padre, el también dictador
Francois Duvalier (1907-1971), se le atribuyen, entre otros delitos,
casos de violación de los derechos humanos, corrupción, destrucción de
propiedades, asociación con delincuentes y malversación de entre 300 y
800 millones de dólares.
Se estima que durante las dictaduras dinásticas duvalieristas
(1957-1971/1971-1986) fueron asesinados más de 30 mil civiles haitianos,
principalmente a manos de unas fuerzas paramilitares, todavía
existentes de forma no oficial, denominadas Voluntarios de la Seguridad
Nacional (VSN) y conocidos popularmente como "Tonton Macoute".
Lamothé, junto a otros activistas y organizaciones civiles haitianas,
opinan que los abusos cometidos durante ese régimen, culminado tras una
revuelta popular en 1986, constituyen crímenes contra la humanidad, por
lo que son imprescriptibles.
Por su parte, los abogados de Baby Doc aseguran que los juzgados locales
no tienen potestad para incriminarlo, pues consideran prescritas las
violaciones por haber ocurrido hace más de 20 años.
En una carta abierta enviada a mediados de enero al presidente Michel
Martelly, una veintena de grupos de derechos humanos y personalidades
haitianas demandaron "en nombre de la verdad" un juicio contra el
exdictador e información sobre el proceso en su contra.
El texto reclama además mayor compromiso del Estado haitiano ante supuestas señales de impunidad hacia Baby Doc.
"Necesitamos todo tipo de apoyo, sobre todo del Gobierno, para que este juicio no se dilate indefinidamente", demanda Lamothé.
<span style="font-weight: bold;">DEBER DE MEMORIA</span>
Este activista haitiano dice que su lucha es un deber de memoria, no
solo por sus padres, sino por los miles de muertos de Duvalier.
No podemos hacer borrón y cuenta nueva, porque condenar esos crímenes es una forma de luchar para que no se repitan, afirma.
"A mí ya nadie me va a devolver a mis padres, nadie va a compensar lo
que pasé en mi niñez, en mi juventud, pero creo que al menos es posible
hacer justicia", comenta.
Los que luchamos contra Duvalier y contra quienes apoyaron su dictadura
no queremos venganza; queremos justicia, solo así tendré al menos el
consuelo de que mis hijos no pasarán por lo que sufrí yo, sostuvo.
Ya que nuestros muertos no le pesan en su conciencia a Baby Doc, pues
que nos duelan a nosotros, que sean nuestro motivo, nuestra inspiración
para seguir luchando por la vida, dijo Lamothé.
* Periodista de la Redacción Centroamérica y Caribe de Prensa Latina.