La ingesta de
alimentos mal procesados, elaborados en comederos y otros establecimientos
callejeros están creando situaciones preocupantes en término de la salud de la
población.
De
nada ha valido el llamado a la ciudadanía para que se abstenga de comprar
alimentos en la calle, especialmente la comida rápida, frituras, y otras
sustancias procesadas sin tener pendiente las normas de higiene.
Por
desgracia, el país está repleto de esos negocios sin supervisión ni control.
Cualquiera monta un establecimiento para expendios de alimentos sin
regulaciones en tanto la clientela no repara en lo dañino de las mercancías que
ingieren.
Desafortunadamente,
el dominicano es dado a desoir ese tipo de orientación y en cambio trata de
justificar su torpeza bajo la estúpida frase de que “de algo tiene uno que morir”. He visto descender al sepulcro a
cinco amigos míos a causa de la hipertensión y diabetes y en cada caso me recitaron
la misma frase. Eran exagerados e indisciplinados al comer. Se diría que cada
quien es dueño de su destino, pero cuando se presentan momentos irreversibles
por la desmejoría de la salud, entonces le imploramos a Dios para que se
conduela de nosotros o que nos prorrogue la vida unos años más.
Por
eso, preocupa saber el elevado índice de personas hipertensas, diabéticos y
obesos, y todo por la desorganización conductual. Vean los siguientes datos: El
35 por ciento de la población dominicana mayor de 18 años padece de presión
alta; 30.8% presenta obesidad general; 10% es diabético y el 31% tiene
sobrepeso, según el Estudio Factores de Riesgo Cardiovasculares y Síndrome
Metabólico, en el cual encontramos que el perfil epidemiológico de nuestra
gente se caracteriza por los malos hábitos alimenticios.
La
causa más frecuente de consulta en adultos es la hipertensión arterial,
responsable del 12% de las muertes en el mundo, según datos de la Organización
Mundial de la Salud (OMS). La falta de ejercicios, los malos hábitos de fumar y
en el comer están entre las principales causas de las enfermedades
cardiovasculares y la diabetes.
Cambios de estrategias
Tiene
sentido lo que dice el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, cuando
afirma que la mejor fórmula para una nación tener éxito en la lucha contra el
crimen y la delincuencia es la voluntad política.
Lo
cierto es que de nada vale reclutar muchos agentes policiales si no se tiene
control sobre ellos y se acredita el respaldo de los jueces. Nuestro principal problema
radica en que los bajos salarios inducen a los policías a buscar opciones para
mantener a la familia y por eso se involucran en acciones delictivas, en
componendas repudiables, con el crimen organizado. Agregamos a este glosario el
desempleo, la desintegración de la familia y las pocas oportunidades para la
juventud en la faena productiva.
Lo
ideal sería combinar los consejos de Giuliani con las buenas acciones de los
jueces, de la jefatura de la policía dominicana, del empresariado, las iglesias
y otros sectores importantes de la sociedad para garantizar una sociedad
segura. Se hace necesario buscar ayuda en otros países donde han funcionado los
programas contra la delincuencia, pero no olvidemos que policías mal
remunerados y acosados por la miseria nunca se sentirán estimulados a combatir
a los delincuentes, aunque estén revestidos de valor y de la mejor tecnología.
Por el contrario, estarán inclinados hacia la corrupción y al peaje vergonzoso
a que ya nos tienen acostumbrados.
Con
Giuliani y otros personajes bien intencionados tenemos una gran oportunidad de
preparar una policía honesta, vigilada y segregada de la corrupción, tal como
plantea el ex Fiscal Federal de Nueva York. Manos a la obra, que aún tenemos
tiempo de erradicar de la sociedad las basuras humanas que tanto daño están
ocasionando.