“Está
en Haití”, dice el jefe de la Policía. “No, está en España”,riposta el ministro de Interior. Se trata de
un sujeto peligroso, capaz de matar por encargo, consideran todos. La Policía
tiene su foto, su acta de nacimiento y sus huellas dactilares.Sabe dónde nació y quiénes son sus padres.
Desertó de esa institución donde alcanzó el grado de oficial.Se llama Fernandode los Santos y le apodan La Soga.
Desde
octubre pasado se estáen su búsqueda, pero
los abnegados agentes no dan con él. En la pasadasemana las autoridades se orejearon que el
periodista Guillermo Gómez, propietario del diario digital El Siglo 21, estaba
por salirse de la ley, y de sopetónllegaron tropas élite con armas
de toco calibre, fiscales y cuatro helicópterossobrevolaron el área. Cargaron conequipos y materiales de ese medio
y le han impedido su difusión.
Con el mismo ímpetu penetraron a las oficinas
del programade televisión Aeromundo,
que produce Gómez,pero no buscabanal teniente La Soga, sino presuntas pruebas de que ese periodistapirateabadirecciones electrónicasde
funcionarios del gobierno, de los que se ha denunciadomanejan sumas millonariasde dólares, producto de la corrupción.
El
referido diario, dirigido por el periodista Radhamés Gómez Sánchez,había anunciado lapublicación de una serie de trabajosrelacionados con actos de corrupciónde funcionarios públicos y dirigentesdel
Partido de la Liberación Dominicana. Y el gobierno le creyó. De ahí la acción
de brutalidad para impedirlo. No los desmintió, los calló. Al menos
temporalmente.
El
gobierno peledeista se había manejado con cierta discreción en el intento de silenciar periodistas.Antes lo hizo mediante la presión financiera y el
chantaje a propietarios de medios paraque excluyesena productoresdeprogramas que no les son favorables.Peroaccionestan brutas y abruptas como la que comento, no
han sido frecuentes.Sólo elcierre de un canal de Tv en Santiagoes comparable.
A
tres meses de las elecciones presidenciales,este hechopermite interpretarse
como un intento de amedrentar amiembros
de la oposición y a la prensa independiente, ante el reconocimientode la debilidad del candidato oficial en las
preferencias electorales. La detención antojadiza de dirigentes del Partido
Revolucionario Dominicano, alimenta estacreencia.
Los
editores de El Siglo 21 handenunciado grandes actos de corrupción –y anuncian otros-
atribuidosa funcionarios públicos, pero a las
autoridades no les ha interesado investigar la veracidad de las querellas
paraponer a los autores en su
lugar.Hanpreferido “coger el rábano por las hojas”, lo que viene
a ser como aislar lo fundamentaly quedarsecon lo accesorio. Olvidan que reprimiendo
a quien la denuncia, no se corrige la
corrupción.