Querer
presentar el caso de las cuentas millonarias en euros y en dólares depositados
en bancos extranjeros como un problema de género, resulta poco menos que
ridículo. Presentar a la mujer del Presidente de la República como un ser débil
que está siendo agredida por los hombres del Partido Revolucionario Dominicano para
sacarle provecho político, es desviar la atención de la cuestión fundamental,
es creer que todos somos estúpidos.
No
es un problema de género, es un problema económico, político y moral. No es una
cuestión hombre-mujer, no es que un marido, novio o amante celoso agrede a su
pareja o ex pareja. No es algo pasional. En lo absoluto.
La
mujer del presidentees demás del Comité
Central del Partido de la Liberación Dominicana, que aspiró a la nominación
presidencial y luego, tras retirarse de la contienda interna, aceptóla candidatura vicepresidencial.
Ella
no esama de casa, ni una obrera
dirigente comunitaria o sindical. Ella es dirigente del partido de gobierno, su
labor es política. Por su condición de mujer del presidente tiene asignado
cientos de millones de pesos del presupuesto de la nación. Por lo tanto está
sujeta a cuestionamientos, conjeturas,
etc. Ella está en el deber de rendir cuentas.Decían los romanos que no bastabaque la mujer del César fuera honesta, también debiera aparentarlo.
Milagros Ortiz Bosch, la mujer que más lejos
ha llegado en la política del país, ha sido acusada de muchas cosas, incluso ha
sido maltratada, pero ella sabe que no es por su condición de mujer, sino por
lo que políticamente representa. Y que conste,doña Milagros es honorable y lo aparenta. Es decir, procura que su
práctica sea coherente con su discurso. Siendo senadora siempre rindió cuentas.
De igual modocuando fue vicepresidenta
de la República y Ministra de Educación. La transparencia siempre estuvo a la
orden del día. Nadie, en toda una vida dedicada al bien común a través de la
política ha podido señalarla con el índice acusador. Milagros es una reserva
moral del país.
Hillary
Clinton cuando fue candidata a la presidencia Estados Unidos recibió ataques de
todo tipo. Ella, ni su partido, creyeron que se trataba de un problema de
género, sino de una cuestión política. Ahora es Secretaria de Estado de un país
que está en guerra con el mundo siempre.Otras mujeres como Cristina Kirchner, de Argentina, la dama de hierro de
Inglaterra, Margaret Thatcher. Puedo citar cientos de casos de mujeres en la
historia que han luchado y ocupado posiciones cimeras en sus respectivos
países.
El
problema que enfrenta la señora Margarita María Cedeño Lizardo de Fernández no
es por ser mujer. Ni siquiera es por ser la mujer del presidente de la República,
de quién supongo no recibe agresiones físicas ni sicológicas, es por su
condición política, es por manejar recursos públicos sin rendir cuentas, es por
representar los peoresintereses del país al igual que Leonely Danilo.
Margarita
es la continuidad del gobierno más corrupto de la historia del país, es la
negación del 4% para la educación.Ella
es la representación no solo de su marido, sino de Félix Bautista, Freddy
Pérez, Díaz Rúa, Pote Bonetti, Chío Jiménez, entre otros. No es cuestión de género.
Es una guerra política donde los candidatos tienen que probar su honorabilidad
y su honestidad.¡No le busquen la
quinta pata al gato, que solo tiene cuatro!
La
señora candidata vicepresidencial (no olviden ese detalle), está en la
obligación política, ética y moral, incluso legal, de aclarar la denuncia de
que tiene millones de euros y dólares en bancos extranjeros. Y si no puede aclararlo convincentemente, si
resulta verdad la revelación del comunicador de Santiago, Víctor Martínez, que pague las consecuencias que se derivan de
ese hecho bochornoso y reñido con la ley.
Así
de simple, así de sencillo.
El
caso de la candidata vicepresidencial del PLD no tiene nada que ver con su
condición de mujer. Nadie la está amenazando, nadie la está agrediendo. Ella
está en política, ella es candidata, ella maneja recursos públicos. Ella debe
merecer el mismo trato de los hombres. Eso es igualdad, algo por lo que luchan
las mujeres de de todo el mundo. Llorar y hacer un teatro ante las cámaras de televisión
por una denuncia, no es propio de
alguien que pretende, desde la segunda magistratura del Estado, enfrentar los graves problemas de una nación
atribulada como la nuestra.