<p style="font-weight: bold;">Hace tiempo vengo observando con mucha preocupación
un fenómeno que debe erradicarse del escenario de los medios de comunicación,
en especial los periódicos digitales.
Me refiero a los comentarios que a diario surgen de
las informaciones publicadas desde diversos segmentos de la sociedad.
Resulta que las personas suelen referirse a temas
diversos escritos por articulistas y reporteros (es un derecho adquirido),
haciendo comentarios bajos e insultantes, además que desconocen las normas de
civilización cuando se trata de rebatir ideas.
Una gran parte de esos comentarios están llenos de
faltas ortográficas que aterran y generalmente están firmados por pseudónimos,
evidenciándose así lo poco responsables que son los autores.
Otro aspecto resaltante en este escenario es que
quienes comentan las noticias y los artículos publicados en esos medios no
saben de lo que se está debatiendo. Es decir, opinan por opinar, sobre todo
cuando se trata de temas políticos.
Ciertamente, a nadie se le puede impedir opinar
porque se estarían cercenando los principios emanados de nuestra Constitución
en cuanto a la Libertad de Expresión y del Pensamiento. Sin embargo, veo que
algunos ciudadanos se les van la mano al formular comentarios que cuestionan la
dignidad de los demás. No es necesario llegar a esos extremos.
Por ejemplo, frecuentemente se lanza toda clase de
improperio contra la figura del Presidente de la República y otras
personalidades de la vida pública y privada. Y nada pasa. Todo sigue normal.
Llamarle ladrón, corrupto y sinvergüenza a un Jefe del Estado o a un particular
se ha convertido en una costumbre. Incluso esos calificativos surgen de ciertos
“comentaristas” de la radio y la televisión que nunca han pasado por una escuela
de periodismo. Tampoco se hace nada.
La figura del Presidente debe ser respetada, no
importa de quién se trate o a cuál partidopertenezca. Hay que imponer orden y disciplina ahora, antes de que el
cáncer se extienda hacia la generación del relevo, que son nuestros niños y
jóvenes, que ven cómo va desapareciendo el respeto a las leyes y a las
autoridades encargadas de hacerlas cumplir y de cómo muchas de esas autoridades
se hacen reo de esa complicidad.
En el caso de los periódicos digitales, algunos
imponen sus reglas de no publicar comentario ofensivo y mal redactado. Es la
posición correcta. Los comentarios deben examinarse y abstenerse de difundirlos
cuando son ofensivos.
Suelo escribir comentarios para el portal
BBCmundo.com y nunca veo a los internautas proferir insultos contra los autores
de los comentarios u otros notables ciudadanos de todos los continentes. Al
contrario, siempre refutan los temas con elegancia y respetando las normativas
impuestas por esa empresa periodística.
En República Dominicana se debe hacer lo mismo, no
puede ser una excepción a la regla del decoro y la convivencia civilizada. Se
impone la voluntad política de todos los actores de esta maltratada sociedad
para corregir esas barbaridades que ya apestan. Esa regulación debe emanar de
los propietarios de los medios digitales que todavía son permisivos a las
acciones de los francotiradores de la palabra sin frenos en la lengua, que
aprovechan esos escenarios para agredir.