El discurso del mandatario, de rendición de cuenta, comenzó pasadas las 10 de la mañana de este lunes 27 de febrero, centrado en destacar la obra de su gobierno de dos periodos, en el que puso énfasis en el crecimiento de la economía de República Dominicana.
Señoras y Señores;
Pueblo Dominicano
En ocasiones, al volar en helicóptero sobre el Gran Santo Domingo, contemplo, desde la altura, la notable transformación que esta ciudad ha experimentado.
Logro observar la amplitud de las avenidas, la circulación masiva de los vehículos,la construcción de los elevados, los edificios que lucen como verdaderos
rascacielos, y, en fin, todo el espíritu de modernidad que se vislumbra desde el aire.
Al divisar semejante espectáculo, que me permite comparar a nuestra ciudad Capital con otras importantes ciudades del mundo, me digo para mis adentros, caramba, helo ahí, lo hemos lograd el Nueva York chiquito.
Pero, además de la ciudad de Santo Domingo, grandes transformaciones se han llevado a cabo, en los últimos años, en distintas partes del territorio nacional.
Lo percibo, por ejemplo, cuando transitamos por la carretera que nos conduce de San Cristóbal a Baní; o cuando tomamos del 15 de Azua a San Juan de la Maguana.
La propia entrada de San Juan de la Maguana, con el Centro Regional Universitario de la UASD,el Parque Francisco Alberto Caamaño y la Plaza Cultural Juan Bosch, nos muestra como ha cambiado la fisonomía del Granero del Sur.
De San Juan pasamos por las Matas de Farfán, con la mayor parte de sus calles pavimentadas, y de ahí, en una carretera moderna, a Elías Piña, en cuya entrada lo que tenemos hoy día es un centro cultural, la Biblioteca Municipal y un instituto politécnico en lo que fuera la mansión de Trujillo.
Hacia el Este del país, nos encontramos con la evolución de Juan Dolio como centro turístico, con la rotonda y los puentes de San Pedro de Macorís a La Romana; con la hermosa entrada a Higuey y con el bello espectáculo de ver a El Seybo convertido en ciudad modelo de los Objetivos del Milenio.
Por el Cibao, los cambios se perciben por doquier. En los edificios que se construyen en San Francisco de Macorís y en Moca; en los negocios que se crean
en La Vega; en la belleza de las carreteras de Constanza y Jarabacoa; y en el progreso y avance de todo género que se ponen de manifiesto en una ciudad tan imponente como Santiago de los Caballeros.
Pudiera hacer referencia a otras provincias y localidades del país, pero, en realidad,
lo que quiero decir es muy simple, y es que durante los últimos siete años y
medio, a pesar de las adversidades y de las dificultades a que hemos tenido que
enfrentarnos, la República Dominicana, debido al esfuerzo de un pueblo
trabajador y con espíritu de superación, y un Gobierno preocupado en aplicar
políticas públicas adecuadas, hoy puede mostrar con orgullo que se ha ido
transformando en una sociedad próspera y moderna.
Para que podamos apreciar cómo se ha ido operando este profundo cambio, es
importante indicar que para el año 2004, el Producto Interno Bruto, es decir,
la capacidad de generación de riquezas del país en un año, era de 22 mil
millones de dólares, y para el 2011, era de 55 mil millones de dólares.
Todo esto quiere decir que en casi ocho años, nuestro país incrementó en dos veces y
media su capacidad de generación de riquezas, y esa es una hazaña que no se
había producido en ningún momento de nuestra historia.
Es evidente que si la riqueza del país se multiplicó de manera tan notable en tan
corto período de tiempo, esta debió haberse reflejado en la diversidad de
actividades económicas que se realizan en el país.
En
efecto, así lo podemos comprobar con lo que ha acontecido con las ventas de las
cadenas de los supermercados Nacional, Jumbo, La Despensa, Bravo, La Cadena,
Pola, Olé y Carrefour.
En
el 2004, estos negocios tuvieron ventas equivalentes a más de 20 mil 824
millones pesos; y en el 2011, estas fueron superiores a 41 mil 605 millones de
pesos, lo que representa un aumento de 100%.
Por
su parte, Plaza Lama, Almacenes Rodríguez, Sema, El Canal, Distribuidora
Corripio y Multicentro La Sirena, en el 2004, vendieron electrodomésticos por
un valor de 6 mil 690 millones de pesos, al tiempo que en el 2011 fue de 23 mil
392 millones de pesos, para un incremento de 249.6%.
Por
las empresas a que hemos hecho referencia, podría pensarse, erróneamente, que
la expansión de nuestra economía sólo ha favorecido a los grandes
establecimientos comerciales.
Pero
no es así. En el caso de las medianas y pequeñas empresas, tenemos que sus
ventas totales en el 2004 fueron de 107 mil 992 millones de pesos.
Para
el 2011, crecieron en un 251%, con ventas equivalentes a 379 mil 254 millones
de pesos.
Pero
si esto último resulta impresionante, en el caso del sector servicios es aún
mayor, pues de ventas por valor de 4 mil 728 millones de pesos, en el 2004, se
dispararon a 54 mil 678 millones de pesos.
Eso
fue, señoras y señores, una diferencia de 1,056%.
En
los barrios pobres de las ciudades, los colmados, debido, fundamentalmente, al
Programa de Solidaridad, que tiene un presupuesto anual de 8 mil millones de
pesos, se convirtieron en clientes fijos del Gobierno, y, por consiguiente, han
podido contar con ingresos permanentes para el sostenimiento de sus negocios.
Las
plazas comerciales se multiplicaron por distintas partes del territorio
nacional. Se abrieron sucursales en las principales ciudades del interior, y
todo debido al hecho de que durante los últimos ocho años, a pesar de todas las
vicisitudes y de todas las dificultades, el Producto Interno Bruto creció, como
pocos países en el mundo, a un promedio anual de 7.1%.
Honorables
miembros del Congreso Nacional:
En
el año que acaba de transcurrir, a pesar de un entorno internacional adverso,
nuestra economía creció en 4.5%, superior al promedio de América Latina, que
fue de 4.3%.
Se
crearon más de 160 mil nuevos empleos netos y se logró la recuperación de las
zonas francas que crecieron en 14.1%, revirtiendo, de esa manera, el desempeño
negativo que se venía registrando desde el 2006.
Se
destaca el crecimiento astronómico de la minería en un 79.7%, sector de gran
potencial para el presente año 2012, cuando continuarán las extracciones de
ferroníquel, por parte de la empresa Falcondo Xtrata, y se iniciará la
explotación del oro, en Pueblo Viejo, Cotuí, por parte de la Barrick Gold
Corporation, con altos precios internacionales.
Otro
sector a destacar, orientado al exterior, lo constituye el turismo, por ser la
principal actividad generadora de divisas del país, y de gran incidencia en el
resto de la economía.
El
turismo, medido a través de las actividades de hoteles, bares y restaurantes,
creció, en el 2011, 4.8%.
La
llegada de visitantes no residentes por vía aérea aumentó en más de 180 mil
personas, logrando que el número de turistas que nos visitó durante el año
pasado superase los 4.3 millones.
El
aumento del flujo turístico, combinado con un incremento de 5.2% en el gasto
promedio por turista, han logrado que los ingresos por este renglón alcanzaran
el máximo histórico de 4 mil 353 millones de dólares.
Las
demás actividades económicas mostraron también crecimiento, destacándose la
manufactura local, 5.1%; la agropecuaria, 5.5%; la intermediación financiera y
seguros, 4%, y el comercio, 4.3%.
Por
su lado, las exportaciones se incrementaron por encima de 1 mil 782 millones de
dólares, algo sin precedentes de un año a otro.
En
el área de zonas francas, alcanzaron una cifra record de 4 mil 844 millones de
dólares, un crecimiento de 15.8% con respecto al 2010.
El
sector fue impulsado, fundamentalmente, por el área de productos médicos, el
cual pasó a ocupar el primer lugar dentro de los productos exportados por las
zonas francas del país, seguido por las confecciones textiles.
En
adición, nuestras zonas francas se han posicionado en la actualidad como el
principal proveedor al mercado norteamericano de cigarros, el segundo en hilo
dental, el cuarto en instrumentos médicos, el quinto en calzados para hombres,
el sexto en interruptores eléctricos y el octavo en joyería.
En lo relativo a las remesas, los envíos de los dominicanos ausentes han sido de
los menos impactados por la crisis global respecto a otros países de América
Latina.
Mientras que, por ejemplo, las remesas disminuyeron en otros países de América Latina,
en el 2011, los envíos de nuestros compatriotas en el exterior fueron de 3 mil
200 millones de dólares, un incremento de 6.7% con relación al 2010.
Desde aquí, desde el corazón de la República, les enviamos un saludo y un
reconocimiento especial a nuestros hermanos y hermanas dominicanos en el
exterior, que nunca, bajo circunstancia alguna, olvidan a los suyos y a la
Patria en su conjunto.
La inversión extranjera directa tuvo en el 2011 uno de sus mejores años, con un
aumento de 474.8 millones de dólares.
Ese
incremento colocó la totalidad de la inversión el año pasado en 2 mil 371.1
millones de dólares, lo cual pone de relieve como, hoy día, la República
Dominicana se consolida como uno de los principales destinos de inversión en
Centroamérica y el Caribe.
Y
eso, Señores Legisladores, es una muestra de la confianza que tienen los
inversionistas extranjeros en la estabilidad económica, institucional y
política que impera en la República Dominicana.
En
lo que respecta a la tasa de cambio, en el 2011, cuando prácticamente toda
América Latina experimenta volatilidad cambiaria, el peso dominicano mantuvo su
estabilidad, depreciándose en tan sólo 3.3% frente al dólar estadounidense, muy
por debajo de los niveles de inflación.
En
un extremo, tenemos a países como México, Brasil y Chile que experimentaron
depreciaciones superiores al 10% el año pasado, mientras que, por el contrario,
las monedas de Paraguay, Guatemala y Perú, mostraron apreciaciones superiores
al 2%, las cuales perjudicaron la competitividad de sus exportaciones.
Me
resultó satisfactorio leer en diciembre del año pasado la nota sobre el balance
de los logros del 2011 y desafíos para el 2012, presentada por la prestante
dama, doña María Victoria Menicucci, Presidenta de la Cámara de Comercio de
Santiago, al indicar:
“2011,
año positivo, porque la economía dominicana se mantuvo estable, lo que permitió
el desarrollo de los negocios, la creación de nuevas empresas y la captación de
inversión extranjera en montos importantes que mantienen a la nación como líder
en este renglón en Centroamérica y el Caribe.”
<span style="font-weight: bold;">Señores
miembros del Senado y de la Cámara de Diputados:</span>
Los
logros alcanzados por la República Dominicana durante el 2011, pueden
apreciarse aún mejor cuando se toma en consideración que se produjeron en un
contexto en que todavía la economía global no ha logrado superar la situación
de recesión que empezó a incubarse desde fines del año 2007.
Pero
aún antes de esa crisis financiera global, desde el 2006 se había estado
gestando otra gran crisis, que fue la de los precios de los alimentos y el
petróleo, que en su momento más álgido, en el 2008, llegó a coincidir con la
quiebra de bancos en Estados Unidos y Europa.
Los
altos precios del petróleo hicieron que el costo de la factura petrolera en la
República Dominicana, durante los últimos ocho años superara el monto de los 23
mil millones de dólares, esto es, más de dos veces el promedio anual del
periodo 2000 – 2004.
Eso
ha representado un gasto adicional de 5 mil 328 millones de dólares, que ha
reducido la capacidad de inversión a la economía y ha significado una presión a
la estabilidad macroeconómica que sólo por la prudencia y capacidad ejecutoria
de la presente administración, hemos podido resistir.
Con
los incrementos y la volatilidad de los precios de los alimentos en el mercado
internacional, se suscitó una amenaza a la seguridad alimentaria y a las
necesidades nutricionales de la sociedad dominicana.
Ante
esta misma Augusta Asamblea llegué a sostener que una de las razones que había
contribuido a esa alza desmedida y a la volatilidad de los precios de los
combustibles y de los alimentos, había sido la especulación financiera en los
mercados a futuro de esos productos.
Entonces
sostuvimos que se trataba de un acto inhumano, que estaba provocando mayor
pobreza e inestabilidad social, no sólo aquí, en la República Dominicana, sino
en distintas partes del mundo.
Por
esa razón, dijimos que no nos quedaríamos de brazos cruzados frente a esa
situación injusta. Que levantaríamos nuestra voz de protesta y de indignación
en los foros internacionales, con la finalidad de generar una reacción en su
contra.
Así
procedimos, y como resultado, obtuvimos el respaldo de numerosos Jefes de
Estado y de Gobierno, de distintas partes del mundo, entre los cuales se
encuentran la Reina Isabel II, de Inglaterra; el Rey Juan Carlos, de España; la
Reina Beatriz, de Holanda; la canciller Angela Merkel, de Alemania; el
presidente Nicolás Sarkozy, de Francia; y el primer ministro de la India,
Manmohan Singh.
Con
posterioridad, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó a unanimidad,
sin un solo voto disidente, una resolución propuesta por la República
Dominicana, a los fines de lograr un consenso para la transparencia de los
mercados a futuro de productos básicos.
La
República Dominicana no es una potencia militar. Tampoco es una nación
económicamente fuerte o políticamente prominente en el plano internacional.
No
obstante, a pesar de no ser una fuerza influyente en otras áreas de las
relaciones internacionales, la República Dominicana, debido a la fuerza de una
idea, a su gran sensibilidad, voluntad de trabajo y tenacidad, logró que el
mundo entero se inclinase ante la justeza de los principios, la validez de los
criterios y la dignidad de la causa que defendía.
Y
eso, Honorables Legisladores, es para que figure de manera permanente, en tinta
indeleble, en los anales de la historia y en el orgullo del pueblo dominicano.
A
pesar de las perturbaciones ocurridas fuera de las fronteras de la República
Dominicana, la economía dominicana ha mantenido un comportamiento
macroeconómico ordenado, en el marco de los acuerdos Stand-by firmados con el
Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2005 y 2009, los cuales han sido
exitosos.
En
ambos acuerdos se han realizado 14 revisiones, de las cuales ocho
correspondieron al primer acuerdo (2005 – 2008), y las seis restantes al más
reciente (2009 – 2012), cumpliéndose con las condicionalidades establecidas en
los mismos, lo cual no tiene precedentes en la historia nacional.
¡Cuán
diferente es esa situación a la de la administración que nos antecedió en la
conducción de la vida pública nacional, que sólo pudo aprobar una revisión de
un primer acuerdo y ninguna de un segundo, convirtiéndose, por esa razón, tal
vez, en el único acuerdo nati – muerto en la historia del Fondo Monetario
Internacional!
En
estos momentos, para nadie es un secreto que las conversaciones con el Fondo
para las últimas dos revisiones del presente acuerdo, han estado afectadas por
la posición de dicho organismo de incrementar en un monto importante la tarifa
eléctrica.
Ha
sido nuestro deseo conocer las dos revisiones faltantes del acuerdo con el
organismo crediticio internacional, pero nada es más sagrado para nosotros que
preservar la paz social del pueblo dominicano, y por tales motivos, nos hemos
visto compelidos a señalarle al FMI, que no habrá aumento de la tarifa
eléctrica a los usuarios nacionales.
De
todas maneras, hemos mantenido el diálogo abierto y las buenas relaciones con
el FMI, como este mismo lo ha reconocido, siempre en búsqueda de alternativas
que puedan ser factibles para ambas partes, en particular ahora que culmina la
vigencia del Stand – by que firmamos en octubre del 2009.
Señoras
y Señores:
Además
de la crisis por la especulación financiera de los precios de los alimentos y
del petróleo, así como de la crisis financiera global, ambas de origen externo,
al asumir nuevamente la Presidencia de la República en el 2004, el país se
encontraba afectado por una crisis económica generada por la infortunada
gestión del Gobierno que nos precedió.
En
un informe elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, titulado,
La República Dominicana: Hacia un Nuevo Modelo de Desarrollo, se establecía que
las causas de la crisis financiera del 2003, fueron, principalmente, las
siguientes:
“1. Desbalances macroeconómicos causados por
una política fiscal demasiado expansiva, unido a una demanda externa débil que
llevó a la depreciación del peso a finales del 2002.
2.
Inadecuada supervisión y regulación del sistema bancario.
3.
Decisión de las autoridades monetarias de compensar completamente a todos los
depositantes, incluyendo a los de off – shore.
4.
La naturaleza dolarizada del balance general del sistema financiero; y
finalmente, la falta de credibilidad de las políticas gubernamentales.”
La
gravedad de la crisis financiera se aprecia en el hecho de que los activos
totales del sistema financiero dominicano se encontraban en 365 mil millones de
pesos en el 2004.
En
el 2011, esos activos ascendieron a 890 mil millones de pesos, registrando un
incremento absoluto de 525 mil millones de pesos, equivalente a una variación
de 95.2%.
En
el 2004, la cartera de crédito del sistema financiero era de tan sólo 176 mil
millones de pesos.
En
el 2011, como resultado de las políticas del Gobierno, el crédito se recuperó,
y hoy se calcula en 499 mil millones de pesos, tres veces más que lo de ocho
años atrás.
El
patrimonio neto del sistema financiero, que en el 2004 acumulaba 45 mil
millones de pesos, ascendió a 104 mil millones en el 2011, resultado del
aumento de los niveles de capitalización de las entidades de intermediación
financiera.
La
crisis financiera del 2003 deterioró el índice de solvencia de la banca
múltiple dominicana, llevándolo a 8.8%, por debajo del 10% requerido por la ley
sobre la materia.
Hoy,
sin embargo, el índice de solvencia se sitúa en 17.45%, nivel superior al
requerimiento de la Ley Monetaria y Financiera.
Un
pilar fundamental para preservar la estabilidad macroeconómica, inspirar
confianza y propiciar un clima favorable de inversión, han sido las reservas
internacionales del Banco Central.
En
agosto del 2004, las reservas internacionales netas fueron de 352 millones de
dólares.
En
el 2011, el nivel de reservas internacionales netas del Banco Central, como
hemos dicho, era de 3 mil 638 millones de dólares, que comparadas con las del
2004, representa una proporción 10 veces mayor.
Ese
es un signo revelador que explica como la confianza regresó y se quedó en el
gobierno del Partido de la Liberación Dominicana.
Con
respecto al mercado cambiario, en el 2004, el peso dominicano perdió más del
70% de su valor frente al dólar, y la tasa de cambio llegó a estar a RD$55.47
por dólar, mientras que el año pasado las operaciones fueron a final de
diciembre de RD$38.90 por dólar.
Eso
significa que en estos dos gobiernos del PLD, el peso dominicano no sólo no ha
perdido valor, sino que se ha fortalecido en un 42%, con lo cual hemos superado
de manera notable la situación de ansiedad e incertidumbre que caracterizaba el
mercado cambiario con anterioridad a nuestra llegada al gobierno.
La
política fiscal encontrada en el 2004 era catastrófica. Para esa fecha, éramos
un país estigmatizado en los mercados financieros internacionales, dados los
atrasos acumulados en el pago de la deuda externa e interna.
El
acceso al crédito internacional estaba cerrado y la deuda dominicana era
calificada como basura, ya que fue rebajada por las agencias calificadoras de
riesgo a los niveles de CCC.
En
la actualidad, la deuda dominicana se encuentra en B+ y con una perspectiva
estable.
Al
terminar el Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana en el 2000, la
deuda consolidada del sector público apenas representaba el 18.4% del PIB.
Cuatro
años más tarde, producto del desastre económico desatado por la administración
que nos antecedió, la deuda consolidada aumentó al 48.2% del PIB, casi dos
veces y media el nivel que habíamos dejado durante nuestra primera gestión de
Gobierno.
Al
terminar el 2011, la deuda consolidada representa el 37.6% del PIB, muy lejos
del nivel del año 2004.
Cuando
entregamos el gobierno en el 2000, la deuda externa en relación con el PIB
representaba el 11.7%.
En
el 2004, la deuda externa en relación al PIB se había más que duplicado,
representando el 24.5% del PIB.
En
la actualidad es de 20.5%, esto es, 4.1 puntos porcentuales por debajo del
nivel que tenía en el 2004.
Eso
significa que a pesar de las distintas adversidades, hemos mejorado la
capacidad de pago del país, bajando el coeficiente de deuda con respecto al producto,
que es la manera de realmente medir el nivel de la deuda.
La
deuda externa dominicana, en relación al PIB, es relativamente baja. Es, por
ejemplo, menor que la de Nicaragua, que es de 60.3% respecto del PIB, que la de
Jamaica, 60.1%; El Salvador, 46.6%; Panamá, 39.4%; Argentina, 36.4%; Uruguay,
33.5%; Bolivia, 32.7%; Perú, 26.3%; Costa Rica, 24.9%; Ecuador, 24.8%;
Honduras, 24.6%; Colombia, 22.9%; y Paraguay, 21.8%, según datos de CEPAL.
En
relación con los países europeos, esta comparación es aún más notoria. Grecia
tiene un nivel de deuda de 153.1% del PIB; Portugal, 101.8%; Italia, 100.4%;
Irlanda, 98.8%; Francia, 81.0%; Bélgica, 79.9%; Hungría, 74.5%; Reino Unido,
72.9%; Alemania, 57.2%; y España, 56%, de acuerdo a datos del FMI.
Es
la visión internacional que se tiene de la República Dominicana lo que nos ha
permitido, en los últimos tiempos, hacer tres colocaciones exitosas de bonos en
los mercados internacionales.
En
abril del 2010, colocamos 750 millones de dólares, a pesar de la incertidumbre
en los mercados financieros, a una tasa de 7.5%, mucho menor que la que se pagó
en el 2001 y el 2003.
La
percepción del mercado internacional sobre la economía dominicana continuó
mejorando, y luego, en julio del 2011 se realizó una colocación de 500 millones
de dólares, después de haber recibido demandas de casi 3 mil millones de
dólares.
Esa
segunda colocación de bonos se hizo a una tasa de 6.95%, inferior inclusive a
la que habíamos realizado el año anterior.
Posteriormente,
en noviembre del 2011, se realizó otra colocación, esta vez por 250 millones de
dólares, con una tasa de 6.87%, la menor en la historia de las colocaciones de
bonos globales dominicanos.
Por
cierto, en septiembre del 2011, realizamos el último pago del bono soberano de
500 millones de dólares colocados en el 2001.
En
el caso de la deuda interna, si bien su nivel en el 2011 es superior a la del
2004, eso se explica porque entre el 2007 y el 2008, el Gobierno emitió bonos
por valor de 2 mil 300 millones de dólares para capitalizar el Banco Central,
lo que elevó la deuda interna nacional.
Pero
una vez más, esto último sigue siendo uno de los resultados nefastos de la
crisis financiera causada por la anterior administración, la cual se extenderá,
por lo menos, durante los próximos 15 años.
Si
hoy se paga más por el servicio de la deuda, en gran medida se debe a que este
gobierno tiene que asumir el pago de los intereses de la deuda del Banco
Central, el cual en el 2011 representó el 0.9% del PIB.
Por
otra parte, es importante señalar que en el periodo 2000 – 2004, el crecimiento
anual de la economía fue apenas de 2.2% promedio anual.
En
los años que corren del 2004 – 2011, como ya dijimos, fue de 7.1% promedio
anual.
Eso
significa que durante las gestiones de gobierno que he tenido el honor de
presidir, la economía ha crecido a un ritmo 3.5 veces superior al del gobierno
que nos antecedió.
¡Cuán
grande es la diferencia entre una gestión y otra!
Ese
crecimiento se ha reflejado en la gente, lo que se demuestra por el incremento
de la renta per cápita.
En
el 2004, este ingreso promedió 2 mil 548 dólares, mientras que en el 2011 fue
de 5 mil 406 dólares, esto es, más del doble del periodo anterior.
En
los últimos ocho años, la tasa de inflación en la República Dominicana se ha
mantenido en un dígito, con una media anual de 5.9%.
Eso,
por supuesto, contrasta con la inflación a mayo del 2004, que registró un
record negativo de 65.29%.
En
otras palabras, lo que queremos decir es que lo que en diciembre del 2003 tenía
un valor de RD$100.00, pasó a costar RD$165.29 en el 2004, algo verdaderamente
exasperante e inaguantable para la población dominicana.
En
el 2004, el 19.7% de la población económicamente activa estaba sin empleo. Eso
quiere decir que casi uno de cada cinco dominicanos se encontraba desempleado.
Ocho
años después, la tasa de desempleo ha caído a 13.5%, nivel inferior inclusive
al dejado en el 2000 por el primer gobierno peledeísta, que fue de 13.9%.
Pero
además de esa disminución en la tasa de desempleo, entre 2004 y 2011, la
población ocupada se incrementó en 751 mil 400 personas.
Las
ventas de productos agrícolas al exterior, las cuales son hoy cinco veces
mayores que hace ocho años, pasaron de 85.7 millones de dólares en el 2004 a
454.6 millones en el 2011.
Durante
los años 2004 – 2011, el país recibió inversión extranjera directa por un monto
superior a los 12 mil 500 millones de dólares, lo que constituye un promedio
anual de 1 mil 792 millones.
Ese
promedio es el doble de la media anual del flujo de inversión extranjera
recibida por el país en el periodo 2000 – 2004.
No
creemos, señoras y señores, que estaríamos incurriendo en algún acto de
exageración o de autocomplacencia, si afirmásemos que como resultado de la
aplicación de políticas adecuadas por parte del gobierno, logramos superar la
situación de crisis del año 2004, y hoy, efectivamente, debido a eso, la
República Dominicana se encuentra mejor que ocho años atrás.
En
los últimos cuatro años, el déficit del sector público no financiero se ha
mantenido próximo al 2.9% del PIB, mientras que el déficit del sector público
consolidado, que incluye al Banco Central, se ha situado alrededor del 4% del
PIB.
Ese
déficit se ha debido, esencialmente, a la política adoptada por el gobierno de
no transferir todo el aumento de los precios del petróleo a la tarifa
eléctrica, subsidiar los precios de varios productos alimenticios y el consumo
del GLP a los sectores más pobres de la población.
Ese
nivel de déficit no se compara, ni remotamente, con los déficit que superan el
10% del PIB, en algunos de los países desarrollados de Europa y Asia.
En
el caso dominicano, el déficit del sector público no financiero está vinculado
a las transferencias que han tenido que hacerse al Banco Central, para fines de
su recapitalización, como he señalado, y a la Corporación Dominicana de
Empresas Eléctricas Estatales.
En
casi ocho años, del 2005 al 2011, el gobierno transfirió a la CDEEE, 180 mil
101 millones de pesos y al Banco Central, 60 mil 700 millones de pesos.
En
conjunto, dichas transferencias tienen un valor equivalente al 2.7% del PIB.
Ahora
bien, como resultado de la crisis global y de los cambios tributarios
resultantes del acuerdo RD – CAFTA, nos vimos obligados a iniciar un proceso de
reducción del gasto del gobierno, que, de un 18.9% del PIB en el 2008,
disminuyó a un 16% el año pasado.
A
todas luces, eso desmiente las aseveraciones de que en esta administración, el
gasto público ha sido excesivo.
¿Quién
ha gastado más en sueldos y salarios, la pasada gestión de gobierno del 2000 al
2004, o la que en estos momentos dirige los destinos de la vida nacional?
Durante
la pasada gestión, el gasto anual en sueldos y salarios promedió 4.9% del PIB.
En
el actual gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, el gasto anual
promedio por ese mismo concepto, ha sido de 3.7%, o sea, 1.2 puntos
porcentuales por debajo del promedio del gasto en sueldos y salarios de la
administración que nos precedió.
El
83% de la empleomanía del gobierno está concentrada en cuatro instituciones,
Educación, Salud Pública, Fuerzas Armadas e Interior y Policía, las cuales,
como reconoce toda persona sensata, son vitales para la garantía del orden y el
bienestar social del pueblo dominicano.
De
manera, pues, que el actual gobierno de la República Dominicana, en lugar de
ser despilfarrador y dispendioso, como aseguran sus críticos más acervos y
enconados, es uno que ha sido responsable en la ejecución del gasto público y
defensor del patrimonio nacional.
Honorables
Miembros de la Asamblea Nacional:
En
el período 2000 – 2004, según estudios realizados por la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los índices sobre
la seguridad agroalimentaria de la población dominicana disminuyeron
sustancialmente y la pobreza aumentó un 25%, debido a un incremento
significativo en los niveles de precios de los productos de primera necesidad y
a la disminución del poder adquisitivo de la población en general.
La
agropecuaria vivía una crisis económica reflejada en el decrecimiento del
sector, elevada inflación, altas tasas de interés bancario y una agobiante
devaluación monetaria.
Durante
nuestra gestión, hemos podido revertir la situación que imperaba durante la
gestión 2000 – 2004, a pesar de que, en algún momento, para descalificar las
estadísticas presentadas por nuestro gobierno para rendir cuentas acerca de la
conducción de la economía, se ha sostenido, de manera sarcástica, que los
pueblos no comen números.
Es
verdad, los pueblos no comen números. Pero lo cierto es, también, que los
números expresan lo que los pueblos comen.
En
tal virtud, cabe señalar que en el 2004, la producción de arroz fue de 8
millones 263 mil quintales, mientras que en el 2011 alcanzó la cifra de 12
millones 150 mil quintales, para una variación de 47%, es decir, 3 millones 890
mil quintales más.
En
el 2004, hubo una producción de 502 mil 966 quintales de habichuelas. Para el
2011, esa producción había subido a 760 mil 246 quintales, para un aumento de
51.2%.
En
el 2004, se produjeron 137 millones de unidades de pollos. En el 2011, 174
millones de unidades, para un aumento de 26.6%.
En
el 2004, hubo una producción de 1 mil 186 millones de unidades de huevos. El
año pasado, esa producción llegó a 1 mil 936 millones de unidades, para un
incremento de 63.3%.
En
el 2004, se llevó a cabo una producción de leche de 384 millones de litros,
mientras que en el 2011 fue de 755 millones de litros, para un aumento de
96.6%.
En
el 2004, hubo una producción de carne de res de 595 miles de toneladas
métricas. En el año que acaba de transcurrir, fue de 700 mil toneladas
métricas.
Ocho
años atrás, la producción de plátanos en el país fue de 1 millón 161 mil 704
unidades. El año pasado fue de 1 millón 881 mil 336 unidades, para un
incremento de casi 62%.
En
el 2004, se produjeron 19 millones de racimos de guineos, al tiempo que en el
2011, esa cantidad se situó en 33 millones de racimos, con lo cual se produjo
un aumento de 77.2%.
En
resumen, señoras y señores, lo que podemos decir es que durante la actual
gestión de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, el pueblo
dominicano ha consumido más arroz, más habichuelas, más pollo, más huevos, más
carne de res, más plátanos, más guineos y ha tomado más leche que ocho años
atrás.
Desde
nuestra primera gestión de gobierno, había estado sosteniendo que un elemento
fundamental de la modernidad tenía que reflejarse directamente en los hogares,
y por tal motivo, argumentaba que había que sustituir las tinajas por neveras,
los molinillos por licuadoras y los anafes por estufas.
En
efecto, durante los últimos ocho años hemos avanzado de manera impresionante en
esa dirección.
Por
ejemplo, en el año 2004 se importaron 103 mil 313 unidades de neveras en el
país; pero el año pasado, en el 2011, la cifra fue de 256 mil 586 neveras, para
un incremento de 148.4%.
Es
tanto el avance que hemos hecho en ese renglón que salvo en comunidades rurales
remotas, podría decirse que las tinajas constituyen una reliquia del pasado.
Ocho
años atrás, el país importó 178 mil 564 estufas, al tiempo que el año pasado
fue de 421 mil 514 estufas, esto es, una variación de 136%.
De
igual manera, de 130 mil 091 lavadoras, que fueron traídas en el 2004, ahora
resulta que el año pasado se incrementaron en un 70.3%, para llegar al nivel de
221 mil 548 unidades.
Con
las licuadoras, el incremento fue de 105%, al pasar de un grado de importación
de 116 mil 924 unidades a 240 mil 019.
En
lo que respecta a televisores, en el 2004 sólo se importaron 82 mil 533
unidades. Sin embargo, en el 2011, el volumen de importación llegó a 298 mil
918 unidades. Eso representó un astronómico aumento de 262.2%.
El
año pasado, se trajeron al país 57 mil 717 vehículos, entre nuevos y usados,
frente a 31 mil 935 en el año 2004, para evidenciar de nuevo, en un caso
concreto, las diferentes maneras de conducir la economía.
Es
probable que alguien sostenga que el acceso y consumo de neveras, estufas,
televisores, lavadoras, hornos de microondas y vehículos de motor no representa
o constituye progreso y bienestar para las familias.
Sin
embargo, es bueno recordar que aún en el país económicamente más poderoso del
mundo, los Estados Unidos, acceder a esos bienes se le conoce con el nombre de
“el sueño americano”.
Estableciendo
una analogía, por aquí, en la República Dominicana, a esa aspiración bien
podríamos denominarle “la ilusión dominicana”.
No
obstante, donde verdaderamente se ha producido el gran salto hacia la
modernidad de la sociedad dominicana es con la importación de unidades de
computadoras, lo cual ha significado el pleno ingreso del país al siglo XXI.
En
el 2004, la cantidad de unidades de computadoras importadas fue escasa, de tan
sólo 13 mil 794. En el 2011, por el contrario, fue de 216 mil 147, para un
aumento espectacular de 1 mil 467%.
Esto,
sobre todo, en un renglón que en el mundo contemporáneo se ha convertido en el
instrumento fundamental para obtener información, incrementar la productividad,
la competitividad, el desarrollo de la capacidad creativa y la innovación.
Ese
solo hecho permite establecer la diferencia radical entre dos administraciones,
portadoras de objetivos y de modelos de desarrollo diferentes, separados el uno
del otro, como el día de la noche y el cielo del mar.
Honorables
Legisladores:
La
sociedad dominicana reconoce el papel que desempeña la educación para apoyar el
pleno desarrollo de niños, jóvenes y adultos; generar equidad; crear
oportunidades múltiples y construir ciudadanía.
Un
primer objetivo a lograr se refiere al acceso y cobertura del sistema escolar;
y hoy podemos afirmar, con satisfacción, que en el rango que corresponde a los
niños y niñas que deben estar matriculados en el nivel básico, este alcanza un
97%.
Pero,
además de promover la cobertura universal al sistema educativo, es importante
prestar especial atención al diseño curricular, ya que se trata de determinar
el conjunto de conocimientos y destrezas que los estudiantes deben aprender
para integrarse como sujetos productivos a la sociedad.
Durante
estos años, como resultado del Foro Presidencial por la Excelencia Académica y
el Plan Decenal de Educación, 2008 – 2018, se ha ido desarrollando el nuevo
curriculum, que al mismo tiempo contempla la metodología y el sistema de
evaluación para las distintas áreas del conocimiento.
Por
otra parte, de un presupuesto de 12 mil 778 millones de pesos en 2004, pasamos
a una asignación de 45 mil 835 millones en el 2011; y para este año, 2012, se
proyecta en 58 mil 524 millones de pesos.
Las
cifras antes indicadas equivalen a decir que durante los últimos siete años y
medio, la inversión en educación ha crecido en un 500%, lo que pone de relieve
la priorización que este gobierno le ha conferido a esa área vital para el
desarrollo futuro de la República Dominicana.
Durante
nuestra gestión, el Ministerio de Educación ha rehabilitado 7 mil 511 aulas, y
se han construido 6 mil 644 nuevas, algo sin precedente en la historia
educativa nacional.
Para
este año 2012, se proyecta adicionar al sistema educativo 2 mil 595 nuevas
aulas y 869 rehabilitadas, con una inversión de casi 9 mil millones de pesos.
Se
han creado centros de excelencia académica. Se han introducido los rincones
tecnológicos. Se ha creado el Portal Educativo Dominicano, con miles de videos
y audios en distintas esferas del conocimiento.
Se
ha creado la Red Nacional de Alfabetización. Se han incorporado los programas
de Educación Básica y Media de Adultos.
La
inversión en los programas de formación docente se ha incrementado en un 129%
en relación al período 2000 – 2004; y con respecto a los salarios de maestros y
maestras, el aumento ha sido de un 161%.
A
través del Despacho de la Primera Dama, se han creado 75 Centros Tecnológicos
Comunitarios, donde las personas pueden acceder a servicios de fax,
telecomunicaciones, teleconferencias, capacitación tecnológica, servicios de
biblioteca, bolsa de trabajo, acceso a portales, emisoras comunitarias, salas
de reuniones y cine forum.
En
el área de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, podemos empezar por
referirnos al programa de becas nacionales e internacionales.
En
el año 2004, sólo encontramos que estaban en vigencia los 15 becarios a nivel
de grado en la Universidad Estatal de Utah, que habían sido favorecidos con un
acuerdo efectuado durante nuestra primera gestión con el gobierno de Taiwán.
Desde
esa fecha a la actualidad, se han otorgado casi 10 mil becas internacionales,
de grado y postgrado, en las áreas de las ingenierías, telecomunicaciones,
negocios, salud, informática, ciencias básicas, energía, agroalimentación y
medio ambiente, entre otras.
En
lo referente al Programa de Becas con Universidades Nacionales, para el 2004
sólo se habían otorgado 472.
Ahora,
en la actualidad, hay cerca de 14 mil becas de estudiantes provenientes de
familias de bajos ingresos, que albergan la ilusión de ver a sus hijos
convertirse en profesionales de prestigio, y en hombres y mujeres de bien.
Por
supuesto, un programa de becas, tanto a nivel nacional como internacional, de
la magnitud del que hemos llevado a cabo en los últimos años, no tiene
antecedentes, ni siquiera remoto, en la historia dominicana.
Entre
nosotros se encuentra un grupo de jóvenes becarios, los cuales ya han culminado
sus estudios en distintas partes del mundo, han retornado al país y están
integrados al mercado laboral.
Por
el esfuerzo de superación personal que han realizado, merecen nuestro respeto y
admiración. Para ellos, pido un aplauso.
Se
ha creado el Programa de Inglés de Inmersión para la Competitividad. Se han
suscrito acuerdos de intercambio académico con instituciones internacionales.
Se ha creado un fondo para la investigación científica y la innovación; y se han
creado facilidades de estudio e investigación para profesores universitarios.
En
la Universidad Autónoma de Santo Domingo, se ha llevado a cabo una verdadera
revolución. Además de una remodelación del Aula Magna y de la Facultad de
Ciencias Económicas y Sociales, se ha construido la Biblioteca Pedro Mir, el
Parqueo de Vehículos y ocho Centros Regionales Universitarios.
Al
culminar nuestra primera gestión de gobierno en el año 2000, habíamos dejado la
Biblioteca Pedro Mir en un 90% de construcción. Sin embargo, pasaron cuatro
años y no se hizo nada.
De
igual manera, habíamos dejado en un 85% la construcción del Centro Regional de
Santiago. Sin embargo, pasaron cuatro años y no se hizo nada.
Dejamos
la construcción del Centro Regional de Nagua en un 75%. Sin embargo, pasaron
cuatro años y no se hizo nada.
Fue
necesario que retornásemos al gobierno en el 2004, para que esas obras, tan
anheladas por la juventud estudiosa dominicana se concluyeran, y de esa manera
ponerle fin al injusto castigo a que el anterior gobierno había sometido a los
estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Pero
este gobierno no sólo ha concluido las referidas obras, sino que, además, ha
entregado a las autoridades de ese centro de estudios de educación superior, el
Centro Regional de Bonao; el Centro Regional Noroeste, de Mao; el Centro
Regional de Puerto Plata; el Centro Regional de Higuey; el Centro Regional de
Barahona y el Centro Regional de San Juan de la Maguana.
En
fin, ocho centros regionales, que ningún gobierno había hecho en la historia de
la más vieja universidad del Nuevo Mundo.
En
estos momentos, se encuentran en fase de conclusión, la Torre Administrativa,
la Torre Científico – Tecnológica, el Comedor Universitario y el Hospital
Oncológico, todo en beneficio de la juventud dominicana.
Como
si todo esto fuera poco, se están dando, en estos momentos, los toques finales
para la construcción del Instituto Tecnológico Superior Comunitario (ITESCO),
el primer community college de la República Dominicana.
Pero
además, el pasado mes de enero, con motivo de cumplirse el segundo aniversario
del terremoto que afectó al hermano pueblo de Haití, entregamos a las
autoridades de ese país, la Universidad Henry I, en señal de solidaridad del
pueblo dominicano.
Como
complemento al área educativa, se ha creado una plataforma cultural sólida,
como nunca antes se había conocido en la historia nacional.
Se
ha restaurado por completo el Palacio de Bellas Artes. Se ha remodelado el
Monumento a los Héroes de la Restauración y el Antiguo Palacio Consistorial en
la ciudad de Santiago.
Igual
ha ocurrido con el Museo Ponce de León en Higuey; la Escuela Nacional de Artes
Visuales de la Calle El Conde; la Escuela de Bellas Artes y el Teatro Don Bosco
de Moca.
Se
han entregado los centros culturales Juan Pablo Duarte, en Elías Piña, y
Narciso González, en Villa Juana, al tiempo que actualmente se concluyen los de
Azua, San Juan de la Maguana y Dajabón, el Teatro Domingo Savio, de la Vega;
las bibliotecas de Bonao y Maimón; y esperamos inaugurar el próximo mes de
abril la nueva y moderna Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.
Por
primera vez en nuestra historia, se ha elaborado un Código Cultural, con la
redacción de la Ley de Cine, la Ley del Libro y Bibliotecas, la Ley de
Archivos, al tiempo que próximamente procederemos a someter a este Congreso
Nacional el proyecto de ley de Patrimonio Cultural y el de Desarrollo de las
Artes Escénicas, es decir, teatro, danza y música.
Una
mención especial merece la celebración de la Feria Internacional del Libro, la
cual se ha posicionado como la más grande feria del libro de América Latina.
En
el área de la salud, se han producido cambios importantes, que han representado
un verdadero proceso de modernización, en favor, sobre todo, de los sectores
más frágiles de la sociedad dominicana.
En
tal sentido, figura el fortalecimiento del Primer Nivel de Atención de la Red
Pública de Servicios de Salud, del cual se han creado 1 mil 714 unidades a
nivel nacional, para de esa manera atender las áreas poblacionales con mayores
necesidades.
Hay
un Segundo Nivel de Atención, integrado por los 112 hospitales municipales; y
un Tercer Nivel, que es de especialización, conformado por los hospitales nacionales,
regionales y provinciales.
Se
han realizado cuantiosas inversiones en la construcción de grandes centros de
referencia nacional. Entre ellos, los hospitales traumatológicos, Profesor Juan
Bosch, en la Vega; Ney Arias Lora y Vinicio Calventi, en Santo Domingo.
De
igual forma, en el Centro Cardio – Neuro Oftalmológico y de Trasplante
(CECANOT), y en los anexos a la Maternidad San Lorenzo de Los Mina y el
Hospital Juan Pablo Pina, en San Cristóbal.
Además,
se han remodelado los centros asistenciales Rodolfo de la Cruz Lora, en Santo
Domingo; el Francisco Moscoso Puello, Luis Eduardo Aybar, Robert Reid Cabral,
Maternidad La Altagracia y el Padre Billini, en el Distrito Nacional.
Asimismo,
el Hospital Jaime Mota, en Barahona; Luis Morillo King, en La Vega; Rosa
Duarte, en Elías Piña; Alejandro Cabral, en San Juan de la Maguana; Nuestra
Señora de Reglas, en Peravia; Arturo Grullón y Juan XXIII, en Santiago; San
Vicente de Paúl, en la Provincia Duarte; Teófilo Hernández, en el Seybo; Pedro
María Santana, en Hato Mayor; y el Francisco Gonzalvo, en La Romana.
En
varios de esos centros, se han construido y equipado modernas unidades de
emergencias y cuidados intensivos, que hoy son ejemplos de progreso y
modernidad en toda América Latina y el mundo.
Numerosas
vidas han sido salvadas en estos centros hospitalarios, que funcionan con los
más sofisticados instrumentos de alta tecnología, como lo demuestra el caso de
la familia Frías Calderón.
Esta
familia está integrada por Argentina Calderón, la madre, de 26 años de edad; y
sus hijos, Stalin, de 9 años, y Brailin, de 5 años, residentes en la comunidad
de Guayabito, Bonao.
Todos
padecían de ceguera congénita. Pero el año pasado, se produjo el milagro de que
luego de ser operados en el Centro Cardio – Neuro Oftalmológico y Trasplante
(CECANOT), recuperaron la vista.
¿Se
imaginan ustedes, ciegos de nacimiento, nunca en sus vidas habían visto la luz
del día, y sin embargo, aquí, en la República Dominicana, en una institución
pública de salud, fruto de los avances tecnológicos y de la capacidad de
nuestros médicos, volvieron a la vida, para ver sus propios rostros, y
disfrutar de sus sonrisas, los árboles, los ríos, las montañas, las mariposas,
el arcoiris y de todo lo bello con que Dios dotó la naturaleza?
Y
todo eso, señoras y señores, sin que les costara un solo centavo.
Le
pido a la Sra. Argentina Calderón y a sus niños, Stalin y Brailin, favor de
ponerse de pies, como testimonio del progreso que en sector salud se va
alcanzando en la República Dominicana.
Pero,
de igual manera, tenemos el caso del joven Jordanie Esteban Cruz Camacho,
afectado de daño severo en la cabeza del fémur por falta de irrigación
sanguínea. Carente de recursos no había podido recibir el tratamiento mécido
adecuado.
Sin
embargo, dentro del nuevo sistema de la Red de Salud Pública, tras cinco años
padeciendo de la enfermedad y recomendaciones de distintos especialistas de
amputar su pierna, fue atendido y operado exitosamente en el Hospital
Traumatológico Ney Arias Lora con la dignidad que se merece.
Hoy
se encuentra con su salud recuperada, y también está aquí, entre nosotros, para
compartir su alegría y transmitirnos su confianza en el sistema de salud
pública de nuestro país.
A
partir del 2004, luego de grandes esfuerzos, la República Dominicana logró
eliminar el sarampión, la rubéola y el síndrome de rubéola congénita,
enfermedades que en estos momentos representan serios desafíos en Asia y
Europa, para la salud de sus habitantes.
La
tasa de mortalidad materna encontrada en el 2004 estaba en 159 por 100 mil
nacidos, mientras que para el 2011 tenemos 109.4, para una disminución de
21.8%.
En
el 2004, la tasa de mortalidad infantil era de 33.9 por cada 1000 nacidos
vivos. Actualmente es de 26.9.
Importantes
acciones han sido puestas en marcha para la prevención y control efectivo de
enfermedades recurrentes en la República Dominicana, como el dengue, la rabia,
la malaria y la leptospirosis.
Se
ha reducido el número de muertes por tuberculosis pulmonar. Se ha incrementado
el número de servicios de atención integral para pacientes con HIV/SIDA.
Ha
habido una disminución del número de pacientes afectados por difteria, tos
ferina y tétanos neonatal.
Recientemente,
la Oficina Panamericana de la Salud, en reconocimiento a los resultados
obtenidos en la lucha contra el cólera, ha escogido a nuestro país para el
lanzamiento de la estrategia continental de eliminación de la enfermedad en las
Américas.
Eso,
por supuesto, debe ser también motivo de orgullo entre todos los dominicanos.
En
el marco de una política de justicia social y promoción de la equidad, hemos
transformado las antiguas boticas populares en Farmacias del Pueblo, que en la
actualidad constituyen la red más grande de América Latina de prestación de servicios
farmacéuticos.
Se
satisfacen las necesidades de 5.4 millones de solicitudes al mes y se da
cobertura del 100% de los medicamentos e insumos que demandan enfermedades
catastróficas.
En
lo referente a la seguridad social, es preciso indicar que al cierre del 2011,
contamos con una población de 4 millones 579 mil 599 personas afiliadas a la
seguridad social, tanto en el Régimen Subsidiado como en el Contributivo.
Esto
representa un 44.4%, o el hecho de que más de 44 personas de cada 100 estén
afiliadas hoy día al sistema de seguridad social en nuestro país.
En
el 2004, sólo habían 65 mil afiliados, equivalente al 0.7% de la población.
En
cuanto al sistema de pensiones, este ascendió a 2 millones 375 mil personas el
año pasado, registrándose un incremento de más de un 8% con respecto al 2010.
Según
cifras de la Superintendencia de Pensiones (SIPEN), los fondos de pensiones
superan en estos momentos los 148 mil millones de pesos, una cifra fabulosa que
crece continuamente, siendo la primera vez que podamos hablar con propiedad de
la existencia de un verdadero ahorro nacional.
Hemos
avanzado también en la afiliación al seguro de vejez, incapacidad y
sobrevivencia, al pasar el número de beneficiarios de este seguro a 2 millones
507 mil personas en el 2011.
No
cabe dudas de que con logros como los que acabamos de señalar, la sociedad
dominicana se torna más justa y más humana; y muestra una voluntad de promoción
del bien común y de respeto a la dignidad de todos sus ciudadanos, que merece
el encomio y la ponderación de todas las personas sensatas.
Por
su parte, el Programa de Solidaridad ha significado una transformación
fundamental en la forma de diseñar y aplicar políticas orientadas hacia la
reducción de pobreza e indigencia.
Durante
la gestión de gobierno que nos antecedió, la pobreza dominicana se incrementó
en más de 1 millón y medio de personas, y casi la mitad de ese total cayó en la
indigencia.
En
el 2004, la tasa de pobreza era de 42%.
En
los últimos ocho años, ésta ha disminuido en 10 puntos porcentuales, para
descender a un 32%.
Esto
equivale a decir, que en ocho años, la pobreza se ha reducido en 800 mil
personas, de las cuales, casi 500 mil, se encontraban en situación de
indigencia.
Con
el Programa de Solidaridad, en la actualidad, unas 582 mil 950 familias pobres
se benefician de transferencias a través del plan, “Comer es Primero”.
Por
su parte, 213 mil familias lo hacen por vía del incentivo a la asistencia
escolar.
Hay
760 mil 591 beneficiarios del Programa Bonogás para hogares; 15 mil 745 de
Bonogás para choferes; y más de 263 mil en el Programa de Bonoluz.
El
Programa de Solidaridad se ha convertido en una referencia de buena práctica en
materia de política social en la región de América Latina y el Caribe, y ha
hecho mucho más efectiva, racional y equitativa la intervención del gobierno en
el combate a la pobreza.
Pedimos
a un grupo de madres dominicanas que se encuentran en este salón, el favor de
ponerse de pies y mostrar sus tarjetas de Solidaridad, que han servido para mejorar
las condiciones de vida de sus familias.
De
igual manera, se ha mejorado significativamente el acceso de la población al
agua potable. En la actualidad, 76 de cada 100 viviendas cuenta con esa
posibilidad.
En
el periodo del 2004 a la actualidad, hemos entregado obras de agua potable y
alcantarillado sanitario, en todo el territorio nacional, por un monto de 54
mil 627 millones de pesos.
Esta
es una inversión sin precedentes en la historia del sector agua potable y
saneamiento, razón por la cual sus efectos, en términos de cobertura y calidad,
se han hecho sentir de manera trascendente.
La
cobertura del servicio, esto es, el porcentaje de la población dominicana que
recibe agua potable con facilidad en sus hogares, ha pasado de 69.5%, en el
2004, a 89.7%, al finalizar el 2011.
Con
estas obras, se han logrado incorporar a las redes de abastecimiento, 373
millones de galones de agua potable cada día, lo cual provee el suministro a
cerca de 5 millones de personas distribuidas por todo el territorio de la
República.
Hemos
inaugurado el Acueducto Múltiple de Samaná, Primera y Segunda Etapas; el de Las
Terrenas, en la misma provincia; el Acueducto Múltiple de Nagua y el del Pozo,
en la provincia María Trinidad Sánchez; el de San Juan de la Maguana; el de
Castillo, Las Guáranas y Hostos, en la provincia Duarte; el de Jima, en La
Vega.
Asimismo,
hemos concluido el Acueducto de Bonao; losde La Colonia y Villa Altagracia, en San Cristóbal; los de Las Yayas y
Las Charcas, en Azua; los acueductos de Oviedo y Pedernales, en la provincia de
Pedernales; el Acueducto de Cevicos, en la provincia Sánchez Ramírez; el de La
Zona Oriental – Barrera de Salinidad, provincia Santo Domingo; el Acueducto
Múltiple del Suroeste; el Acueducto Múltiple de la Línea Noroeste; el de
Santiago Rodríguez; el Acueducto de Loma de Cabrera, en Dajabón; el de Sabana
de la Mar, en Hato Mayor; y el Acueducto de La Romana.
En
resumen, podemos afirmar de manera humilde, pero categórica, que en materia de
agua potable ningún gobierno había hecho tanto como el del Partido de la
Liberación Dominicana.
Señores
Legisladores:
En
materia de medio ambiente, el hecho simbólico más importante alcanzado en los
últimos tiempos se encuentra en la comunidad de Paraíso de Dios, del municipio
de Haina.
En
el 2004, esa comunidad era considerada el segundo lugar más contaminado por
plomo del mundo. En la actualidad, debido a las acciones de descontaminación
llevadas a cabo por el actual gobierno, ese lugar ha sido transformado en un
parque infantil.
En
el 2004, la superficie cubierta de bosques en el país era de 32.9%. El más
reciente estudio establece una cobertura boscosa de 39.7% en el territorio
nacional.
Esto
se logra debido a la efectiva protección que reciben los bosques naturales, y a
las acciones de reforestación realizadas a través del Plan Nacional Quisqueya
Verde, que evitan su degradación.
Este
plan ha mejorado significativamente las condiciones de miles de familias de la
zona rural, generando empleosy
atenuando los efectos del cambio climático.
La
presente gestión de gobierno ha recuperado más de 30 ecosistemas degradados,
convirtiéndolos en Parques Ecológicos Urbanos, los cuales han sido preparados
para la recreación, esparcimiento y la cohesión social de las comunidades
periféricas.
Esa,
sin dudas, es la mejor manera de vivir en armonía con la naturaleza, proteger
el medio ambiente y cuidar de nuestro planeta, hogar común de todos los seres
humanos.
Estoy
consciente que uno de los temas más escabrosos, que no ha encontrado una respuesta
adecuada y definitiva durante los últimos 50 años, y que, por consiguiente, ha
gravitado en forma negativa en el desarrollo del país, es el que se refiere al
sector energético.
Durante
nuestra primera administración, 1996 – 2000, a través del proceso de
capitalización de la Corporación Dominicana de Electricidad, avanzamos, en
forma significativa, hacia una solución de tan acuciante problema.
Se
hicieron importantes inversiones en las áreas de generación, transmisión y
distribución. Hasta el 2002, reinó un ambiente de optimismo en relación a la
posibilidad de transformar y modernizar todo lo relativo al sector energético
nacional.
Sin
embargo, como consecuencia de la firma del denominado Acuerdo de Madrid,
durante la pasada gestión gubernamental, los contratos de compra de energía
fueron garantizados hasta el año 2016, con lo cual se creó un desincentivo para
nuevas inversiones en el área de generación.
Ese
acuerdo, además, tuvo el agravante de que en las fórmulas que determinan los
precios de energía, no se previó el aumento de los precios de los combustibles
a nivel internacional.
En
el área de generación, se ha logrado adicionar energía nueva al sistema. Se ha
incorporado el Grupo LAESA, con 60 MW; Pinalito, 50 MW; López Angostura, 18 MW;
y Seaboard, 108 MW.
De
igual manera, se agregaron al sistema 220 MW, de la Generación Los Mina; y el
Grupo AES instalará una turbina de 34 MW a base de gas natural.
Este
año, se agregará nueva energía hidroeléctrica con la planta de Palomino, con
una potencia cercana a los 80 MW, y se trabaja aceleradamente en la reparación
de Jigüey y Aguacate, con capacidad de suministro de 100 MW.
Más
aún, la empresa Barrick Gold agregará 215 MW, y la empresa EGEHAINA aportará la
misma cantidad en el Parque Quisqueya I y II; y la empresa Cesar Iglesias, 25
MW.
El
2011 representó un hito importante en la historia energética de la República
Dominicana, con el hecho innovador de la construcción de los primeros parques
eólicos, el de Juancho – Los Cocos y Quilvio Cabrera, que aportan 53 MW de
generación.
En
el mediano plazo, pod