Para mi, fue uno de los generales más importantes
de la Segunda Guerra Mundial. Douglas Macarthur derrotado por otro militar que
peleaba la Presidencia en territorio continental delos Estados Unidos, mientras él luchaba en el
pacífico y doblegaba a la dinastía japonesa.
La división de Corea y su intención de llevar la
guerra a China fue su desgracia visible, pero hay biografos que señalan que Ike
Eisnhowerle tenía miedo, y buscaba encontrar el momento de sacarlo de juego.
Hay dos frases celebres de este general segregado
de la historia: ¡Volveré!, dicha en el pacífico, con una pipa en la boca y en
medio de las aguas, y la otra dicha en la Quinta Avenida en su despedida; los
grandes generales no mueren, se esfuman.
Douglas fue producto de su coyuntura, de sus
circunstancias, cumplió consus dos frases celebres, volvió y años después se
esfumó.
Chávez hace unos días, al salir a Cuba par tratar
su cáncer usó una frase similar: Me voy, pero volveré. Leonel en su discurso de
este 27 de febrero no escribió la frase, pero con su silencio la dijo.
Lo más importante de un discurso, es lo que no
sedice, lo que no se ve, lo que no se
trata. El silencio tiene un sonido y una forma de comunicarse, que lo
manifiesta todo.
El presidente Leonel Fernández compareció a la
Asamblea Nacional para su depedida de esta etapa constitucional, y lo que no
dijo, constituye lo más importante de su larga pieza oratoria.
Leonel hizo un recuento de sus ocho años de gobierno,
doce en total, y en cada pausa estaba presentelo que todos esperaban que dijera, y lo cual calló. ¿Me voy, y volveré?.
El Presidente lo dijo sin escribirlo, me falta
tiempo para concluir esta obra que estoy reseñando. Me hace falta más tiempo
para terminar mi obra cumbre, que es el Metro.
Como dijo Mccartur, primero, y Chávez hace unos
días, “Volveré”.
El Presidente se cuidó de señalarlo con palabras,
y para un fino orador como él la ausencia habla entre suspiros. Leonel no se
despidió en su discurso, hizo una pausa, una posta, como los pasajeros de esos
viejos trenes del Oeste, se desmontaa
estirar las piernas.
El hombre es producto de sus circunstancias, decía
Ortegay Gasset, y los marxistas lo
acuñan comoun producto de las
coyunturas. Ese es el futuro de Leonel, un producto que cocinará el devenir
socio-político.
Esto es lo que vimos del discurs pedir licencia
para descansar, como los viejos guerreros mogoles, echar una siesta en la
maleza, para retomar bríos, remontar el caballo y con el sol de frente ir a la
siguiente meta.