¿Putin frente al espejo?

Moscú, 4 mar (PL) El primer ministro ruso, Vladimir Putin, enfrenta el
reto de ganar hoy las elecciones presidenciales en la primera ronda con
más del 50 por ciento, pues ningún otro candidato se la acerca.

Aún muchos recuerdan la respuesta que ofreció en diciembre pasado en un
encuentro de más de cuatro horas con la población rusa por televisión,
Internet y personas en un estudio al preguntársele cuál sería su
principal adversari "yo mismo", afirmó entonces.

Claro que acto seguido señaló que consideraba al magnate ruso Mijail
Projorov como un contrincante serio. Lo cierto es que la frase apenas
ahora parece encontrar su verdadero significado, muy alejado de lo que
pudiera ser una falta de modestia.

En realidad, el jefe de Gobierno hablaba al reto al que ahora todos se
refieren: ganar en una primera ronda y evitar así una humillante segunda
vuelta, para la cual ya se mostró estar preparado.

La prensa rusa comenta que, precisamente, uno de los principales
objetivos de las tres manifestaciones multitudinarias organizadas por la
oposición fuera del Parlamento en esta capital fue debilitar la
posición fuerte de Putin para condicionar su mandato.

Un presidente, cuya llegada al Kremlin haya sido condicionada, tendría
menos oportunidades de concluir su término de seis años en la para dar
paso a nuevas figuras de la oposición en comicios anticipados, en una
labor que aflora un interés de círculos foráneos.

Muchos se preguntan aquí, hasta donde llegaron las orientaciones o
"conversaciones" del nuevo embajador estadounidense, Michael McFaull,
con algunos de los organizadores de las citadas demostraciones para
encausar con otros fines la objetiva ola de descontento con el poder.

Llama la atención que la referida oposición no registrada empieza a
radicalizar sus posiciones, con llamados a realizar mítines sin
autorización de las autoridades, a rechazar cualquier resultado de los
comicios presidenciales y a mantener las denuncias de fraude.

Putin desde el mismo encuentro público con la población en diciembre
último, lanzó la iniciativa de situar cámaras web en cada uno de los 96
mil colegios electorales para vigilar las urnas, el proceso de registro
de electores y el posterior conteo de votos.

Además, orientó a la Comisión Central Electoral (CCE) situar urnas
transparentes para evitar cualquier manipulación de los boletos, en un
afán de buscar la mayor claridad posible en la votación.

Sin embargo, la oposición fuera del legislativo continúa con las
exigencias de elecciones libres, pero, sobre todo, con una desgarrada
campaña contra el jefe de Gobierno que sentó bases objetivas para que
quienes lo apoyan mostraran su respaldo en las calles.

De otro lado, el Primer Ministro se encargó de demostrar en siete
artículos publicados en igual cantidad de lunes de enero y febrero de
este año que continúa como el político más experimentado, capaz y con
capacidad de flexibilización de Rusia.

Putin mostró en las referidas publicaciones sobre política general,
nacionalidades, democracia, economía, defensa, política social y
política exterior, todos los ángulos de preocupación, con un lenguaje
sincero que recoge errores y propuestas para darles soluciones.

El principal reclamo a la sociedad que se patentiza en esos documentos
programáticos es la estabilidad necesaria para seguir adelante con el
rescate de Rusia como potencia política, económica y militar, algo que
otros candidatos proponen a media o menos claro.

Tal parece como si el candidato presidencial por el gobernante partido
Rusia Unida buscara un reconocimiento a lo hecho por él en este país,
cuando le tocó levantarlo de casi su total resquebrajamiento y rescatar
el orgullo nacional.

Los sondeos son un arma de doble filo, cuando están a favor de un
candidato determinado, pueden arrastrar a otros indecisos a pronunciarse
en las urnas por el más favorecido y a la oposición a declarar que la
opinión pública podría estar manipulada.

Pero cuando los candidatos favoritos pierden terrenos en las encuestas,
puede desatarse un efecto psicológico que de acuerdo con las
circunstancias sería difícil o no de contener, sobre todo, cuando, como
en el caso de Putin, se busca vencer en una primera vuelta.

La mirada al espejo de Putin, que recuerda su frase de luchar consigo
mismo como más fuerte rival, se vuelve más turbia para quienes desean
ser profetas del resultado de los comicios.

Pero las cifras frías ayudan poco a descifrar el acertijo.

De acuerdo con el más reciente estudio del Fondo de la Opinión Pública,
Putin acumula 60,3 por ciento de las intenciones de voto, el líder
comunista Guennadi Ziuganov, el 16,3, y Projorov salta al tercer peldaño
con 8,6.

Cierra el referido círculo el dirigente liberal-demócrata Vladimir
Zhirinovski, con 8,1 puntos, y el candidato por el socialdemócrata
partido Rusia Justa, Serguei Mironov, con 5,1.

Pero el Centro Ruso de Estudios de la Opinión Pública (Vtsiom), que hace
unos días daba a Putin más del 52 por ciento de preferencia, en su
último diagnóstico lo situó en 49, la de Ziuganov en 11, la de
Zhirinovski en nueve, la de Mironov en seis y la de Projorov en cuatro.

De su lado, el Centro Levada fue más optimista y muestró al primer
ministro con 66, a Ziuganov con 15, a Zhirinovski con ocho, a Projorov
con seis, y a Mironov con cinco.

En fin, las puertas para la victoria del jefe de Gobierno en la primera
ronda de los comicios apenas están entreabiertas y hoy se conocerá si
acaparó el voto de los indecisos con derecho al voto.