Los rasgos del macondismo que Gabriel García
Márquez consagró en sus Cien Años de Soledad se advierten en esta
campaña electoral, no sólo por la multiplicidad de partidos y
movimientos, sino también en los cuatro que han quedado independientes
tras fracasar
Hay excepciones, pero la mayoría de los partidos ha devenido en
franquicias que invierten en un mercado político donde abundan el dinero
y el reparto ilegítimo del Estado, sostiene Juan Bolívar díaz.
La débil institucionalidad y el tráfico en que ha devenido la
actividad política están de manifiesto en la presente campaña electoral
en la que compiten 26 partidos reconocidos pero 22 se agrupan en torno a
dos candidatos que a su vez dicen contar con más de dos mil movimientos
externos, aunque confrontan divergencias internas.
Otros cuatro candidatos compiten en desventaja y sin perspectivas de
triunfo, contenidos por debilidades propias y un sistema fundamentado en
un clientelismo y transfuguismo cada vez más acentuado que se nutre del
reparto de la cosa pública, sin significativas diferencias ideológicas o
programáticas.
Dos bloques en competencia. Cerrado esta semana el plazo para
registrar alianzas para las elecciones del 20 de mayo, el fraccionalismo
de los 26 partidos reconocidos por la Junta Central Electoral se redujo
a dos grandes bloques en torno a las candidaturas de los dos partidos
hegemónicos, quedando otras cuatro como independientes, aunque sin
perspectivas de constituirse en una real competencia por el poder.
A diez días del plazo para inscribir las candidaturas no se esperan
variaciones, por lo que Danilo Medina, Hipólito Mejía, Guillermo Moreno,
Eduardo Estrella, Julián Serulle y Max Puig serán las opciones
presidenciales que tendrán los 6.5 millones de electores habilitados
para concurrir a las urnas este 20 de mayo.
La bipolarización se aprecia a simple vista y las encuestas indican
una cerrada competencia entre Medina y Mejía, a quienes atribuyen más
del 90 por ciento de las intenciones de voto, el mayor nivel desde las
elecciones de 1982, cuando con el 9 por ciento de la votación el Partido
de la Liberación Dominicana (PLD) inició la ruptura del bipartidismo.
La declinación comenzó en 2008 cuando el Partido Reformista Social
Cristiano (PRSC) registró menos del 5 por ciento.
El martes 6, el PLD registró alianzas con 13 partidos y el Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) con 7, lo que envuelve a 22 de los 26
partidos con registro electoral, pero estos podrían reducirse a 5 por
las impugnaciones de facciones pro peledeístas a los pactos del Partido
Nacional de Veteranos y Civiles y del Partido Revolucionario
Independiente. La gran novedad de los pactos es que por primera vez el
PRSC renunció a llevar candidatura presidencial propia.
Fraccionalismo mercantil
Hay excepciones,
pero la gran mayoría de los partidos del sistema ha devenido en
franquicias que invierten en un mercado político donde abunda el dinero y
el reparto ilegítimo del Estado, además del financiamiento del erario,
que este año implicará unos 1,400 millones de pesos, 80 por ciento para
los dos mayoritarios. Los demás persiguen algún fragmento del 20 por
ciento y beneficios de un sistema de reparto clientelar, sin límites en
un futuro Gobierno, o más frecuentemente de los que ostentan el poder.
De ahí el agrupamiento de 13 partidos en torno al gobernante. Y el PLD
celebró esta semana un acto para recibir el respaldo de otros 22
“partidos y movimientos”, muchos de los cuales no pudieron lograr el
reconocimiento de la JCE.
El fraccionamiento no tiene límites cuando se trata de los
“movimientos externos” que se conforman en torno a las dos candidaturas
en competencia, cada una de las cuales dice contar con más de un millar.
No serán 2,232 como se ha contabilizado, pero son por lo menos
centenares, muchos agrupamientos familiares o de simples buhoneros de la
política, pero los hay también con cientos de integrantes de una
profesión u oficio, algunos con convicciones pero sin militancia
partidista, que pueden saltar de un lado al otro, puesto que no se
constituyen por razones ideológicas o programáticas fundamentales.
Danilo Medina debe tener más grupos externos y mejor organizados no
sólo por la atracción del poder en ejercicio, sino porque comenzó
primero y durante años se valió de ellos para promoverse antes de que el
PLD “abriera la campaña interna”. Al ser proclamado candidato se decía
que eran más de cuatrocientos, ahora que 1,200.
Hipólito Mejía no se queda lejos con “más de mil” según sus voceros,
incluyendo los llamados “comités afectivos con papá”, que de
presenciales han devenido también en virtuales a través de las redes
digitales. Esta semana una nota informativa dio cuenta de que pasaron de
200 mil los seguidores de Hipólito en Facebook y 34 mil en Twitter.
Lo más inverosímil
De todos los rasgos
macondianos, el más auténtico por inverosímil es el del PRD con un
presidente que apuesta abiertamente a la derrota de su candidato, con
fieles seguidores que creen que así herederán el partido, cuando parece
obvio que si Hipólito gana a pesar de ellos quedan liquidados y si
pierde por lo menos lo dividen, lo que garantizaría el retorno de Leonel
y un nuevo PRI mexicano.
Vargas no pierde oportunidad para enfrentar al candidato, mientras
sus íntimos proclaman abiertamente que “no puede ganar”. Esta semana las
diferencias se expresaron en la tumba del desaparecido líder José
Francisco Peña Gómez, quien ante el tradicional grupismo proclamaba que
“sólo el PRD derrota al PRD”. Al conmemorar 75 años del nacimiento de
Peña, Vargas dijo que no será barrendero ni portero en la campaña y
menos después de lo que ocurrió el 6 de marzo del año pasado, aludiendo a
la elección del candidato presidencial, que un año después sigue
considerando espuria.
Lo de barrendero fue la forma de rechazar la designación de Hatuey
Decamps como jefe de la campaña electoral, quien horas antes había
exhortado a los perredeístas a blandir escobas para barrer del poder a
los peledeístas. Como la entrada de Hatuey tras su pacto de apoyo a
Hipólito tuvo impacto mediático, la camarilla de Vargas salió a
combatirlo temerosa de que lo reivindiquen con la presidencia del
partido blanco. El vocero del bloque de diputados del PRD rechazó que
Decamps se reuniera con casi todos los legisladores sin solicitarlo a
través de “la institucionalidad partidaria” y lo consideró “un jabón en
el sancocho”.
El resentimiento de Vargas Maldonado no es sorprendente en las luchas
políticas, pero lo inverosímil y sin precedente es que no haya
renunciado a la presidencia del partido, o por lo menos evitado
contradecir a su candidato y pactar con sus contrincantes a nombre de la
“institucionalidad del partido”. Es demostrativo de la debilidad
institucional que ningún organismo le haya tomado cuenta, ni siquiera
quienes lo encumbraron y ahora respaldan al candidato presidencial
electo. El “PRD institucional” empezó a colocar vallas promoviendo el
voto por el partido, pero sin nombrar a Hipólito, contrario a lo de hace
cuatro años cuando todo era Miguel y se ocultaba el nombre y la bandera
del partido. Esto no será Macondo, pero se le parece.
Macondismo a la vista
Los rasgos del macondismo que Gabriel García Márquez consagró en sus
Cien Años de Soledad se advierten en esta campaña electoral, no sólo por
la multiplicidad de partidos y movimientos, sino también en los cuatro
que han quedado independientes tras fracasar después de casi un año de
intento por encontrar un método que les permitiera integrar un frente
alternativo, lo que sólo sirvió para perder el tiempo y crear
desilusión.
Lo inverosímil de Macondo se expresa más contundentemente en las
dobles campañas que se expresan en los dos grandes partidos, las de
Hipólito y Danilo empeñados en ganar la Presidencia este año y las de
Leonel Fernández y Miguel Vargas que privilegian sus expectativas de
volver a ser protagonistas en el 2016, como hace cuatro años, poniendo
en aprieto a los candidatos de los partidos que ambos presiden.
Hipólito (papá) es quien va más forzado peleando solo contra cuatro
frentes, además del de Medina como candidato, el del presidente
Fernández, que sigue usando el poder para perpetuarse y promueve el
transfuguismo y la cooptación hasta con reuniones en la sede del
Ejecutivo, lo que prohíbe la Ley de Función Pública. En el acto de
proclama del pacto con el PRSC, Leonel parecía el candidato con Danilo
detrás y cuando terminó de hablar muchos empezaron a irse sin escuchar
al candidato.
El protagonismo del Presidente sigue tan alto, ofreciendo hasta
autopistas a 6 meses de entregar el poder, que hasta peledeístas dicen
que votarán por él y Danilo hubo de recordar la semana pasada que él es
el candidato y es con él que la oposición tiene que lidiar, lo que tal
vez disuadió a Fernández, a último momento, de no asistir a una serie de
comparecencias televisadas “para rendir cuentas de su gestión”.
El tercer frente es el de la candidata vicepresidencial y primera
dama, (mamá en contraposición a papá) a quien el 27 de febrero el
Presidente le entregó el timón de su Metro y ella dijo que también la
antorcha del poder. Sus promotores persisten en presentarla como la
salvación del “pobre Danilo”.
Y el cuarto es la quinta columna de Miguel Vargas, con todos los incentivos estatales y la maquinaria de propaganda del PLD.
Los reformistas, tal como advertían las encuestas, aparecen cada vez
más dispersos, la mayoría buscando valla en torno a los dos en
competencia. Amable Aristy Castro, quien fuera candidato presidencial en
el 2008, está consultando para decidir a quién apoyará en un acto
fijado para el domingo 18. Como se informa que sus consultas apuntan 8 a
2 a favor de papá Hipólito, el secretario general del PLD y presidente
del Senado dijo esta semana que “cuando lo vea le preguntará qué es lo
que quiere”. Pero el viernes se apresuraron a “expulsarlo” sumariamente
del partido.