Soy un asiduo lector del periódico español EL
PAIS, que siempre trae novedades sumamente interesantes. Sus principales
atractivos son un estilo claro, una exposición precisa de las noticias y abundancia
de detalles, que determinan que el lector se sienta complacido.
Hace unos cuantos días, me llamó la atención un anuncio en forma de tirilla publicado por
la Confederación Nacional de Autoescuelas, versión española de la Escuela de
Choferes de la República Dominicana. El anuncio decía: “¿Lo sabías? A partir
del primer minuto y medio de conversación a través del móvil se deja percibir
casi el 40 por ciento de las señales de tráfico”. Y más adelante: “Un conductor
bien formado es un conductor seguro”.
Iluso, como siempre, pensé por qué los
sindicatos, federaciones y confederaciones de choferes no hacen lo mismo
ennuestro país, con orientaciones a sus
respectivas membresías a que respeten las leyes que tienen que ver con el
tránsito, cuyas violaciones llevan tanto luto y dolor a las familias
dominicanas.
Hasta donde tengo entendido, ninguna de esas
agrupaciones de choferes instruye a sus afiliados en materia de circulación
vial, mucho menos recordándoles que está prohibido hablar por el teléfono celular
mientras se maneja; violar las luces rojas de los semáforos, circular en vía
contraria, montar pasajeros en la parte
posterior de camionetas y vehículos similares; que también está prohibido andar
sin placa, estacionarse en lugares donde no se debe; transitar sin el seguro de
ley correspondiente, montar pasajeros en medio de la vía; y paro de contar.
Si acaso los sindicatos a que me refiero han
puesto en práctica esas orientaciones, lo habrán hecho sin que nadie se entere.
Hasta ahora, lo que he visto es cuánto vociferan sus líderes cuando las
autoridades tratan de poner orden en el tránsito, un reclamo de todos.
En la República Dominicana se hace necesario
que en las escuelas, los sindicatos, las asociaciones, los grupos
profesionales, etc., se pongan en marcha programas de Educación Vial, cuyo
objeto sería desarrollar en el ciudadano en su condición de conductor, pasajero
o peatón las aptitudes, destrezas, hábitos y el interés necesario para que
disponga de mayor pericia, conocimiento, equilibrio mental; actúe de manera
inteligente y razonable; comprenda y respete las leyes, reglamentos y normas
vigentes de tránsito y transporte terrestre y así contribuya a prevenir y
evitar accidentes viales.
Los nuevos elevados, túneles y pasos a
desnivel construidos por el Gobierno ayudan a mejorar el tránsito, pero sin una
Educación Vial el desorden continuará, para desgracia de automovilistas y
peatones.
Los sindicatos de transporte de pasajeros y de
carga de nuestro país deberían asumir el compromiso de actuar como lo hace la
Confederación Nacional de Autoescuelas de España, que es ilustrar a los
conductores acerca de cuáles son sus derechos, pero también sus deberes.
Copien, transportistas, copien.