Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) dictador en una isla del Caribe llamada
República Dominicana, que comparte con Haití la Isla Española, fue un “niño de teta” comparado con el presidente
de Siria, Bachar Al Assad, quien desde hace
un año aplasta sangre y fuego a la oposición, que desea un régimen de libertades, que por
supuesto incluye la garantía de los Derechos Humanos de sus ciudadanos.
Su brutal represión contra
quienes sueñan con eso ha escandalizado a la comunidad internacional, no así a
Rusia y China Popular, que como miembros del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, para escurrir el bulto de una condena severa, sencillamente se
han limitado a sugerir que se apele a la diplomacia. <br>
Estados Unidos, que junto
a los países de la Liga Árabe condena al régimen sirio, no está en disposición
de una nueva aventura como la de Irak y Afganistán, donde es repudiado por actuaciones de soldaros
que orinaron sobre los cadáveres de opositores talibanes detenidos en
Afganistán, quemaron ejemplares de El Corán y, más recientemente, uno de cuyos
soldados, en una locura individual e irracional, mató a tiros a unas 16
personas, entre ellas niños y mujeres, complicándole la situación de imagen
pública del Ejército al presidente Obama, que trata de lograr la reelección.
Las reformas políticas propuestas por Bachar Al Assad, que deberían
culminar con unas elecciones generales en mayo, no son más que una artimaña
para perpetuar el régimen, caracterizado por poner en marcha una maquinaria
represiva sin precedentes, asesinando a mujeres, ancianos y niños durante una
ofensiva militar que utiliza aviones, tanques de guerra y francotiradores, sin
tomar en cuenta a los inocentes.
Bachar Al Assad usa métodos parecidos a los del dominicano generalísimo
y dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina. Los militares sirios, cumpliendo
“órdenes superiores”, torturan a los detenidos, no importa que sean o no
combatientes. Trujillo hacía lo mismo utilizando los matones a su servicio en
la cárcel de torturas llamada La 40. La aviación de Trujillo bombardeó sin
compasión a guerrilleros ycampesinos, que fueron víctimas “colaterales”,
cuando se produjo la expedición (no invasión, como dicen algunos, porque nadie
invade a su propio país) del 14 y 20 de Junio de 1959.
En pleno desarrollo de esos acontecimientos que tenían carácter de
guerra, la esposa de Bachar Al Assad, llamada Asma, invierte millones de
dólares en la compra de joyas, trajes y perendengues, no de poco valor, sino
valiosísimos, igual que lo hacía Angelita Trujillo, la hija del dictador
dominicano, que luego, el 18 de noviembre de 1961, tuvo que huir al exilio huyéndolea la ira del pueblo. Más temprano que tarde,
la familia de Bachar Al Assad, si es que no lo matan sus propios colaboradores,
tendrá que hacer lo mismo.
Mientras tanto, solo quedan las denuncias sobre los crímenes sobre el
dictador sirio, más criminal que Trujillo, que es mucho decir.