Mucho
se habla de la libertad de prensa, y del derecho a la libre
información. Pero ese derecho que sirve de fundamento a una sociedad
civilizada, comienza por el reportero. Si usted levanta la mano al
periodista que en la calle busca la noticia, está matando la verdad.
Cuando
a un periodista se le obstaculiza su labor de informar, si le quita un
derecho que se ha conquista con sangre y muerte. La libertad de prensa
está en su face inicial en la libreta, el lápiz, el micrófono o la
cámara de ese periodista que busca la noticia.
El
derecho a que no se obstaculice la labor de un reportero, sea de
farándula o político, está por encima de la chercha de una presentadora
de un canal de televisión extranjero, o de la impertinencia de un
merenguero de calle.
La
libertad de la prensa para informar y realizar la búsqueda de la
noticia no es un relajo. Puede ser que los reporteros de Univisión lo
vean con show de farándula, y que Omega se dé el lujo de empujar
reporteros en ejercicio, pero ese derecho a la informacion ha costado
mucha sangre en este país.
La
inconducta de Omega viola el derecho a la libre informacion de la
prensa, y por lo menos se debió de llevar a cabo un juicio serio y
responsable. Ni Univisión, ni Omega, ni el juez que trató el caso, han
regalado a este país el derecho de un periodista a buscar la noticia,
sin ser maltratado.
Lo
único que pedimos es que se hiciera un juicio oral, público y
contraditorio a Omega, donde se ventilara la acusación de que ejerció
violencia contra reporteros que buscaban la noticia.
Defendemos
el principio a la libre información. No importa si los alegados
perjudicados lo toman a chiste. Si un segmento de la justicia se cruza
de brazos, entonces nadie detendrá el golpeo a la prensa. La escolta de
un político recientemente atropelló a una periodista y también muchos
guardaron silencio. Mal precedente.
Cuando
un agente de policía da un empujón a un periodista hemos protestado;
cuando un político permite que se maltrate a un reportero, también.
Ahora se presentó un hecho que atenta contra la búsqueda de la noticia, y
eso debió ser conocido y sancionado en los tribunales.
A
Omega no lo encontramos ni culpable ni inocente. Sencillamente el
magistrado encargado de conocer el caso no actuó con responsabilidad, y
lo puso en libertad. Hay indicios de que con su accionar, Omega
obstaculizó un derecho de la prensa a informar.
Lo
primero que ese magistrado tenia que conocer es que agredir a un
periodista en la búsqueda de la noticia es un hecho cuasi-criminal. Poco
importa si para los reporteros de Univisión eso no tiene importancia, y
lo ven como una toma para un programa de televisión.
Al permitir inconductas como ésta estamos colocando la libertad de prensa en una hoguera rociada con gasolina. Hoy viola el derecho a la búsqueda de la información Omega, y mañana será un político y seguiremos cruzados de brazos.
Nosotros vamos a seguir defendiendo la libertad de prensa, como decía un maestro del periodismo dominicano, sin favor ni temor.