<span style="font-weight: bold;">Esta
isla la han estado saqueando desde que Cristóbal Colón, ladrón y asesino, llegó
a nuestras costas en 1492. Nada parece haber cambiado mucho desde entonces.
Criollos y extranjeros se han unido para depredar este pedazo de tierra que
llamamos República Dominicana. </span>
Los intentos por hacer de esta tierra, de este
mar, de este sol con su cielo, su luna, sus estrellas y su gente, un país, no
una caricatura, han fracasado.
En
el año 1973 Juan Bosch abandonó el Partido Revolucionario Dominicano en el
entendido de que esa organización ya había cumplido su papel histórico. Formó
el Partido de la Liberación Dominicana con ideas marxistas, no leninistas,
influenciado por el vietnamita Ho Chi Min.
Formó un partido de cuadros, no de masas, con
una férrea disciplina. Durante 23 años el PLD se presentó como la solución a
los grandes y graves problemas de la nación, predicando valores morales y
fundamentos ideológicos. “Servir al Partido para Servir al Pueblo”, parecido al Partido Comunista Chino de Mao Tse
Túng, fue su lema.
Muerto
Bosch, los muchachos del PLD rompieron la tutela ideológica y moral.Tiraron en el rincón del olvido al viejo
maestrocon sus círculos de estudios, su
marxismoy sus ideas hostonianas sobre la educación. Bosch desapareció como paradigma o referente
político y moral. El nuevo maestro y guía-oh paradojas de la historia- lo
sería Joaquín Balaguer. Y en su defecto, Vincho Castillo. ¡Demonios!
Los
muchachos de Bosch, en su mayoría pequeños burgueses, “arribistas y
trepadores”, como los llamó en una ocasión,que andaban por las calles vendiendo “Vanguardia del Pueblo” con los
zapatos rotos y las camisas desteñidas por el sol, que intercambiaban colillas
de cigarrillos, que vivían en barrios de clase media baja, que andaban en carro
público y en guagua de las rutas A y B, que hacían vida en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo, sin cortarse el pelo, ni afeitarse la barba por
falta de dinero, un buen día se vieron en el Palacio Nacional llevados de las
manos de sunuevo líder Joaquín
Balaguer. Ahí cambió todo. A partir de
ese momentola historia del PLD y de los
muchachos de Juan Bosch pasó a ser otra.
Los
“muchachos” crecieron, se hicieron hombres y mujeres. Olvidaron sus orígenes.
Abandonaron los barrios, se divorciaron de sus esposas pobres, se casaron de
nuevo, tuvieron nuevos hijos, nuevas casas, nuevas amantes, nuevos amigos. Se
desclasaron. De pequeños burgueses orgánicos pasaron a burgueses inorgánicos.
Pero con mucho dinero y poder.
Los
“muchachos” ahora eran funcionarios importantes de la nación. Secretarios de
Estado, subsecretarios, embajadores, cónsules. En fin, gente importante, gente
bien, protegida por militares y policías,
en vehículos de lujo con placa oficial, flanqueadores deteniendo el tránsito
para que ellos pasen. El poder los
alucinó, losembrujó. Cambiaron de
status. Enterraron para siempre su pasado miserable y cambiaron radicalmente de
tal modo que ya nadie los conocería jamás.
Desde
entonces se les ve con espalderos, chóferes, vehículos de lujo,vestidos elegantemente con saco de mil y dos
mil dólares, corbatas caras y finas,
relojes de 50 mil dólares, mujeres hermosas,viajes por el mundo, bebidas exquisitas, mansiones o torresde de uno y dos millones de dólares.
Ninguno
ha trabajado nunca.No tienen actividad
productiva que no sea la política y el lobbismo. Sin embargo son millonarios en
peso y en dólares. En apenas 12 años han acumulado más dinero y poder que los
principales grupos económicos del país en 200y 100 años.
Pero
nadie les puede decir corrupto, porque se ofenden. ¡Y hasta pelean!