La lucha por el control del poder político y
social es la más descarnada y cruel de todas las faces sociales. Dependerá de
las circunstancias, que esa lucha se haga por medio de los votos o de las botas.
En la República Dominicana ya pasó la etapa de las
montoneras, y de las guerrillas de las escarpadas montañas de Quisqueya, con
manuales escritos enla calle El Conde.
Ahora es por medio de las elecciones que se va a dirimir la toma del gobierno.
Entre unas elecciones y una guerra civil, solo hay
de por medio las circuntancias y las coyunturas.El cercenamiento de la voluntad
popular por medio de la fuerza, ha llevado a muchos países a la guerra civil, o
al gobierno militar. Por suerte, los dominicanos estamos viviendo en un momento
de civilidad.
De ahí que causa sorpresa la gran alarma de muchos
sectores porque a través de la radio y televisión los políticos se digan dos o
tres verdades o mentiras. Esos enfrentamientos son lógicos y naturales, porque
se está bregando con la pasión humana.
Si en unas elecciones no hay desbordamiento de
pasiones, sencillamente no hay razones ni justificación, para que unos comicios
libres tengan lugar.
Lo que se tiene que fortalecer es el organismo
competente que llame la atención única y exclusivamente al político que
trasgreda las normas, y cometa un acto de abuso verbal o físico.
Esa potestad debe recaer sobre los hombros de la
Junta Central Electoral o el Tribunal Superior Electoral. Es una burla al gran
pueblo que se haga una firma colectiva de paz y tranquilidad en las elecciones,
porque ello deja sin sanciones al o los responsables de esa violencia.
De hecho, a los organizadores de estos pactos no
les interesan las firmas, sino poder seguir teniendo un punto hegemónico en el
desarrollo de las actividades sociales.
Los representantes de la sociedad civil no estan
verdaderamente interesados en mejorar la calidad del debate, sino en ser ellos los jueces y partes
del sistema de elecciones, y eso no puede ser.
Es una burla a las instituciones que existiendo un
Tribunal Electoral sea un grupo de representantes de la sociedad civil los que
se abroguen el derecho de llamar a la firma de un documento por la paz y el
entendimiento electoral.
La violencia no se va detener por la firma de un documento,
y serán las mismas condiciones, las coyunturas, las que dictaminirán como se va
a dirimir el proceso de elecciones.
El que desee firmar un documento para ser graciosa
a la sociedad civil y a las iglesias, lo puede hacer, pero es su comportamiento
y no su gráfica, lo que tiene importancia.
No creo en esos pactos, trinchados de hipocresía y
de falta de respeto a las instituciones. Creo en sanciones a los que violen el
orden establecido.
Las elecciones son una guerra por el poder, y la
conducta de los candidatos dependerá de su visión del mundo y su correlación de
fuerzas. Un papel firmado ni le quita ni le pone. Por el contrario, es una
acción de grupos que desplazados institucionalmente, se aferran a mediar en una
gran crisis.
La situación dominicana futura solo tiene un
camino, definirla en las votaciones del 20 de Mayo, y lo demás pueden ser necedades
de los que se creen irreemplazab