<span style="font-weight: bold;">Hay grandes posibilidades, y todo indica
que hasta la propia JCE aspira a ello, de que la discusión por el poder se
decida en primera vuelta.</span>
El sistemático bombardeo publicitario a través
de los medios informativos (impresos y electrónicos) y en vallas colocadas en
forma estratégica, el intenso proselitismo por barrios, parajes, calles y
carreteras, las acusaciones y contra acusaciones entre dirigentes políticos, a
lo que no escapan militantes, la guerra de encuestas, prejuiciadas o no. Si
todo ese paquete no es una saturación, pues no está lejos de ser un pandemonium
que de un modo u otro afecta a la población en sentido general.
La gente está
hastiada del bombardeo sistemático de la actual campaña electoral, entiéndase
el lenguaje empleado por los políticos. En las últimas semanas se han dicho de
todo. Y en el mes que falta para las elecciones, se escucharán cosas peores,
pese a la existencia de un llamado Pacto de Dignidad.
Por la tranquilidad del país, las elecciones
tienen que decidirse en primera vuelta. En caso de no ser así, prolongar el
proselitismo por otras seis semanas sería más que traumático para la salud de
este país.
Cada uno de los partidos que participan en la
contienda ha dado muestras de que persigue que haya un ganador en primera
vuelta, pautada para el domingo 20 de mayo.
La cuantía millonaria en recursos que implica
prepararse para una segunda vuelta, el trajinar de los candidatos (limitado
entonces a los que queden en los dos primeros lugares), los esfuerzos que vaya
a desplegar la JCE, lo mismo que organizaciones que trabajen estrechamente con
el proceso electoral, colocaría al país en una situación más que incómoda.
Para nadie es un
secreto que el próximo Presidente de la República está entre Danilo Medina e
Hipólito Mejía. Desde ya, uno y otro se atribuyen el triunfo, y en primera
vuelta, sin ni siquiera haber llegado la fecha para emitir los sufragios. El
caso es que el 20 de mayo debe proclamarse un ganador. De no ser así, la Junta
Central Electoral tendrá que convocar para segunda vuelta dentro de 45 días a
partir de esa fecha.
Los “amarres” que
pudieron hacer las principales fuerzas políticas con grupos emergentes
persiguen agenciarse los votos suficientes con tal de conseguir la victoria el
20 de mayo.
Al
menos Leonel Fernández tiene a su favor el haberse convertido en triunfador de
elecciones, en más de una ocasión, por obra y gracia del apoyo recibido de
partidos minoritarios.
En las elecciones presidenciales de 2004, la
supra diferencia para que Leonel se alzara con el triunfo en primera vuelta fue
ese significativo 8.09% que le dieron los partidos aliados, que en conjunto
aportaron 292,494 votos, según datos de la Junta Central Electoral, que
aparecen en el boletín 10, el último de los comicios de ese año.
Fernández,
entonces principal candidato opositor, consiguió 2,063,871 votos, para el
57.11%, incluido el 8.09% de los aliados. El PLD por sí solo consiguió 49.02%,
por debajo de lo requerido por declararlo ganador en primera vuelta.
Hipólito Mejía, que entonces buscaba la
reelección, condujo a su partido a un lejano segundo lugar, con 33.65% de las
votaciones, con 1,215,928 votos, es decir, 23.46% por debajo de Fernández.
La última
oportunidad en que Fernández retuvo el poder, en mayo de 2008, “amarró en
primera vuelta”, con el 53.83% del total de votos válidos, es decir, que con la
ayuda de su partido, el PLD, y de los pequeños partidos aliados, el gobernante consiguió
la friolera de 2,199,734. El universo de votos válidos en esos comicios fue de
4,086,541.
El PRD y aliados,
que llevaron de candidato presidencial al ingeniero Miguel Vargas Maldonado,
consiguieron 1,654,066, para el 40.48%.
El Partido Reformista Social Cristiano (PRSC),
organización que en las últimas dos elecciones presidenciales registró una
escasa presencia en las urnas, con 8.14% en el año 2004, y 4.59% en 2008, para
la próxima contienda que no lleva candidato propio luce como una fruta muy
codiciada por las dos fuerzas políticas que se disputan el poder: el PRD y el
PLD.
Pero ese reguero
de siglas abrió los apetitos del PLD, que persigue sumar votos gracias a las
alianzas con el PTD, FNP, PLRD, BIS, PDP, PCR, PAL, PPC,UDC, PASOVE, y PQDC.
Lo mismo busca el
PRD, que va de aliado con el PHD, con una facción del PNVC, otra facción del
PRI, ASD, MODA. PRSD y PDI.
En resumidas
cuentas, hay grandes posibilidades, y todo indica que hasta la propia JCE
aspira a ello, de que la discusión por el poder se decida en primera vuelta.