<p style="font-weight: bold;">Fidel representa un vínculo generacional fundamental para
la continuidad de las ideas revolucionarias dominicanas; un eslabón en la cadena que hemos perdido,
pero que vamos a recuperar. Le tocó en su juventud afrontar el reto de la caída
del Muro y la derrota de los Sandinistas, y salir airoso.
También le
correspondió hacerse un espacio entre los viejos dirigentes de la izquierda
dominicana. Nada fácil, porque muchos de ellos son más difíciles de tumbar que
un Muro. Quizás por estas razones, sean pocos los líderes de izquierda que nos
encontramos de su edad.
Fidel Ernesto Santana Mejía, como una probable excepción
de su generación, permite conectar el presente con los líderes históricos de la
generación inmortal, los catorcistas, los del PSP-PCD y los del MPD que aún no
se rinden.
Hombre de temple, seguro de su palabra y de sus ideas, de
imagen pacifica, de hablar tranquilo y bajo, reflexivo al reaccionar y lúcido
en sus opiniones, le ha tocado foguearse en todas las batallas sociales que se
han librado en las últimas décadas.
Recuerdo que lo conocí sentado en una silla de espera del
área de ciencias sociales del INTEC.Aunque
yo era un estudiante, compartiríamos ese día una charla con otros estudiantes
sobre la situación económica y política del país. Eran los convulsos primeros meses
de 2003, que comenzó cuando la crisis bancaria, la inflación y la prima del
dólar se dispararon, lo que hacía hervir a los barrios populares. Era una época
de gran convulsión para las huelgas y las protestas, y él representaba en ese
entonces a la agrupación más combativa a nivel popular que hemos tenido en
estos tiempos, el Frente Amplio de Lucha Popular (FALPO).
Después supe que su formación como revolucionario le vino
por la familia cuando conocí, en las protestas contra la Isla Artificial de
Leonel y Selman (parecía el inicio de una prolífica Mafia en RD), a su papá, José Santana, un campesino
maeño, combatiente de Abril que siempre usa sombrero, y que chispea
cuando recuerda la corrupción y la falta de dignidad que vive el pueblo
dominicano. Un revolucionario a carta
cabal que no se rinde. Ese ejemplo no podía ser defraudado.
Fue en el movimiento estudiantil y en las agrupaciones
barriales donde Fidel forjó ese carácter y la capacidad para dirigir la
principal organización de lucha callejera de la República Dominicana, para
convocar cientos de huelgas, para poner a pensar a todos los Gobiernos, pero sobre
todo, para hacerlo con una imagen transparente, positiva y respetada.
Esa capacidad la obtuvo en sus años de estudiante tanto
en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde se graduó como Sociólogo,
y donde ha sido profesor, como en la Ryerson University de Canadá donde realizó
un curso de especialización en Trabajo Social. Aunque claro, la formación de
Fidel, aunque lo parece, no es una formación de escritorio y academicista, es
la cultura que le dan los años de lucha; desde cuando a los 11 tempranos años
se integró a las organizaciones sociales y culturales.
Experiencia que se multiplicó en los duros y efervescentes
años 80 y 90, ya que después de participar en las movilizaciones y luchas de su
época, decidió irse a entrenar militarme a Colombia. Junto a cuatro internacionalistas
dominicanos fue detenido allí el 2 de octubre de
1992 en la localidad de Ibagué, donde permanecieron por varios meses hasta que
fueron liberados gracias a la presión internacional.
Desde entonces ha estado entre nosotros.
Marchando por los Haitises, dictando conferencias, asistiendo a asambleas,
dando cursos, organizando protestas, siendo candidato.
Si, ahora le toca un reto mayor, lo
seleccionaron como Candidato a Vicepresidente de Julián Serulle y del Frente
Amplio. Gran oportunidad para Fidel desarrollar una política distinta. Ahora
tendrá la ocasión de recorrer aquellos mismos barrios insurrectos que él ayudó
a insubordinar y a levantar, para que puedan tener la oportunidad de elegir uno
de los suyos.
Fidel es nuestro representante de las
trincheras, el dirigente del movimiento social en República Dominicana que
tendrá que pasar de las calles a la función pública, para dignificar la función
pública, sin jamás abandonar las calles, la organización popular y las luchas
sociales.
Fidel debe tener mucho cuidado con los
sacos, las mesas de honor y los llamados de sus enemigos a la moderación. Auténticamente
representa una parte mayoritaria de este pueblo que tendrá que despertar y
decir basta, tarde o temprano.
Estoy seguro que cuando eso ocurra, Dios
mediante será pronto, Fidel estará ahí.