La Habana (PL) El joven dominicano Máximo Gómez radicalizó su
pensamiento al unirse en 1868 a la causa de la independencia cubana y
puso en la mira la defensa de todo pueblo hermano. <br>
La experiencia militar, y una rara destreza al escribir tras cada
combate, hacen de los Diarios de Campaña de Gómez (1868-1899) fuente
segura no solo para el estudio de la Historia de Cuba, sino también de
la vida, sentimientos y ética de quien es considerado el mejor general
anticolonialista de finales del siglo XIX americano.
Se trata de anotaciones breves y un admirable poder de síntesis en
alguien de escasos estudios elementales, al entrar voluntario a las
filas del ejército en su país natal, aún adolescente, en acciones
militares contra la invasión haitiana.
Luego alcanzó el grado de comandante de caballería de las reservas
dominicanas del ejército español y, con esas fuerzas evacuadas, llegó en
1865 a Cuba, donde pidió su licenciamiento, estableciéndose en El
Dátil, jurisdicción de Bayamo.
En suelo cubano conoció el régimen esclavista y, según dice en notas
autobiográficas (20 de octubre de 1894), "muy pronto me sentí yo
adherido al ser que más sufría en Cuba… el negro esclavo… y
realmente supe que era capaz de amar a los hombres".
A pesar de cierta desconfianza por su antecedente al servicio de España,
comenzó a conspirar junto a los cubanos "…enamorado de aquel ideal
generoso y noble" y "soñaba con Bolívar, San Martín, Robespierre,
Garibaldi y toda esa gente loca y guapa, pero soñaba despierto."
Las primeras anotaciones del futuro Diario de Campaña abarcan desde
enero de 1868 al 27 de febrero de 1878, es decir, el momento en que se
une a los conspiradores independentistas hasta los preparativos de su
partida hacia Jamaica, tras la firma del Pacto del Zanjón.
El 18 de febrero de 1878 se había despedido de su mejor alumno, el mayor
general Antonio Maceo, quien no aceptaba la paz sin independencia, y al
siguiente día de la familia de éste, guiado por otro de sus discípulos,
José Maceo.
"Fue una de esas noches tristes para mi metido entre todas aquellas
mujeres tan patriotas, compañeras de nosotros en las montañas durante
esa terrible lucha de diez años, en donde tanto habíamos sufrido".
El 21 de diciembre de 1877 había anotad"21, día terrible para mi, mi
corazón se destroza de dolor pues tengo que separarme de mi esposa y mis
hijos, haciendo que se presenten a los españoles para ver si logran
embarcarse para Jamaica y allí reunirse con mis hermanas, mientras yo
quedo aquí cumpliendo lo decretado por fatal destino".
"El mismo día huyendo de esta zona, como queriendo huir de recuerdos que
llevo en el alma, me dirijo rumbo a Carrasquilla. Hay dolores que se
sienten pero no se pueden explicar".
Día 31, último del 77 -escribe más adelante-, se concluye el año, uno de
los más funestos para la revolución de Cuba… además de la terrible
campaña del general español Martínez Campos, los cubanos divididos y en
desacuerdo han impreso un sello de debilidad y decadencia a la
revolución que será muy difícil encarrilarlo por una vía segura a su
triunfo.
Gómez, no obstante, siguió con Cuba en su corazón y pensamiento, como
puede leerse en la Epoca segunda de su Diario (1 de marzo de 1878 – 1 de
enero de 1884). El 11 de marzo de 1878 llega a Kingston, Jamaica; allí
encuentra a su esposa e hijos, "en la más espantosa miseria", señala.
"Mi situación es tristísima, no cuento aquí con ningún amigo y antes por
el contrario, la emigración cubana residente me acusa de que yo soy el
causante del Convenio del Zanjón…".
A Gómez se le ocurre escribir un folleto; de día trabaja con el hacha y
el machete, de noche escribe pero no tiene siquiera para el papel.
Su familia pasa hambre y sufre enfermedades: "nos estamos manteniendo casi con mangos".
El 22 de abril de 1878 escribió una carta a Juan Bellido de Luna,
director de La Independencia (Nueva York), solicitándole la publicación
de un relato de los últimos sucesos de Cuba, el cual fue insertado en
ese periódico entre septiembre y diciembre de 1878.
Le dice que ha tenido la fortuna de conservar los apuntes desde que
comenzó a conspirar en Bayamo, donde tiene anotados la mayor parte de
los acontecimientos más importantes ocurridos, pero se limitará a lo que
atañe a su persona.
"…lo que voy a decir no lo sé por referencia, sino que lo he visto, lo he oído y lo he tocado".
Empieza la narración en julio de 1871, para que puedan conocer mejor las
causas de tal efecto, y "pueda otro con más inteligencia señalar en que
hora funesta y desgraciada comenzó el engendro del abrazo del Zanjón",
agrega.
A quien dio todo por su segunda patria le resulta insoportable cargar
con una culpa, si la hubo, no suya, y con mucho sacrificio publicó en
1878 el folleto "Convenio del Zanjón. Relato de los últimos sucesos en
Cuba", en el cual narra las causas que originaron el Pacto del Zanjón.
El texto amplía un trabajo anterior de finales de 1876, titulado
Grandezas y miserias de la invasión de Las Villas, que no dio a conocer
entonces por recomendación de un amigo pues, según él, podía hacerle
algún daño a la revolución porque Cuba no estaba para verdades.
Resulta el primer documento escrito sobre el Zanjón por uno de los
protagonistas de la primera gesta independentista cubana, de notable
importancia para los estudios historiográficos de ese proceso.
Los trazos primarios del guerrero que quiso atrapar sus vivencias, y una
prodigiosa memoria, sirvieron para recrear con maestría de escritor sin
serlo, algunos de sus trabajos más célebres: El héroe de Palo Seco
(1882) y El viejo Eduá o mi último asistente (1892).
No menos impresionante fue su amplio manejo epistolar, ya sean cartas a
compañeros de armas, personalidades de la época y familiares.
Sirven de ejemplo Páginas dedicadas a su hija Clemencia (1881) y las
cartas a su esposa Bernarda Toro (27 de julio de 1896) y a María
Cabrales, la viuda de Antonio Maceo (primero de enero de 1897).
En ellas revela a Clemencia los sentimientos y ética del joven Gómez, a
Bernarda cuenta la odisea del general José Maceo y pide a María llorar
por ambos las muertes de Antonio y de su hijo Panchito (Francisco) Gómez
Toro, juntos caídos en combate el 7 de diciembre de 1896.
General en Jefe del Ejército Libertador (1895-1898), Gómez peleó en la
primera y la última guerra por la independencia de Cuba; fue reconocido
cubano por nacimiento aunque había nacido en Baní, República Dominicana,
en 1836; falleció el 17 de junio de 1905, en su domicilio habanero.
De la última guerra independista expresó sus sentimientos en Mi
escolta… "los que se sacrificaron por la Patria han de aparecer cada
día más grandes y dignos de la apoteosis humana. ÂíEa, pues, compañeros:
O junto con Ricaurte, o al lado de Bolívar y San Martín!".
Gómez profetiza que "la independencia de Cuba será un suceso de
trascendencia tanta para el mundo, que no habrá una sola porción de
Europa y América que pueda sustraerse a su influencia bienhechora".
Uno de sus últimos escritos dedicó a su amigo puertorriqueño Eugenio
María de Hostos (El Mundo, La Habana, 5 de septiembre de 1903), de quien
dice: escogió mi patria para soportar las amarguras de su destierro y
allí labró su tumba.
*Historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina.