SANTIAGO, 9 may (IPS) – Los zonas rurales, menos
pobladas y con mayor presencia indígena o afrodescendiente de América
Latina son las que muestran un rezago de desarrollo más marcado respecto
del promedio de cada país, revela el Informe Latinoamericano sobre
Pobreza y Desigualdad 2011.
De acuerdo al estudio,
presentado este miércoles 9 en Santiago por el Centro Latinoamericano
para el Desarrollo Rural, la desigualdad territorial constituye una de
las aristas menos abordadas del problema de la inequidad, e impacta con
especial fuerza en los sectores rurales de la región.
De esta forma, no da lo mismo nacer o vivir en cualquier sitio de un
país, porque el lugar de residencia determina la condición
socioeconómica y las posibilidades de acceso a bienes que garanticen el
bienestar, sostiene el estudio.
También se indica que en la región –que sigue siendo la más inequitativa del mundo–
puede haber países con un desarrollo relativamente bajo, pero en los
que no hay territorios particularmente rezagados ni adelantados respecto
de la media nacional.
Mientras, otros países con desarrollo medio relativamente alto albergan
solo unos pocos territorios con resultados satisfactorios y el resto
aparecen muy rezagados.
Para este diagnóstico, Rimisp recabó información en Bolivia, Brasil,
Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y
Perú sobre seis dimensiones socioeconómicas diferentes: salud,
educación, dinamismo económico y empleo, ingresos y pobreza, seguridad
ciudadana e igualdad de género.
"Uno de los datos más consistentes señala que prácticamente en todos los
países de la región se replican las mismas desigualdades, las mismas
brechas y en el mismo tipo de territorios", explicó a IPS la socióloga
Ignacia Fernández, coordinadora del estudio.
"La excepción se da en materia de desigualdad de ingresos y seguridad
ciudadana, donde son los territorios urbanos y densamente poblados los
que están más afectados", agregó Fernández, doctora en sociología por la
Universidad de Barcelona.
La principal conclusión señala que los análisis de las cifras o
promedios nacionales no aportan al diseño e implementación de políticas
públicas que contrarresten la pobreza y la desigualdad, ya que en ellos
no se analizan las particularidades de territorios, comunas o regiones.
Esto puede conllevar a que algunas políticas públicas en vez de ayudar a la solución, mantengan o profundicen el problema.
"La tiranía de los promedios lo que hace finalmente es esconder
diferencias muy importantes. Un caso relevante es Chile que, en general,
mantiene un buen promedio respecto de la región. Sin embargo, tiene
comunas con indicadores semejantes a Nigeria y otras que están como
Suiza. Hay dispersiones muy grandes que normalmente no se ven",
ejemplificó Fernández.
Las respuestas de políticas y soluciones van al promedio y, por lo tanto, "hay mucho conformismo", opinó.
El economista Pablo González, coordinador del Informe de
Desarrollo Humano de la Organización de las Naciones Unidas llamó a
pensar la política desde el territorio y a generar, a partir de este,
una propuesta de desarrollo en que las personas puedan expresar sus
necesidades.
"Estamos en uno de los continentes que exhibe la mayor desigualdad del
mundo, junto con países del sur de África, y esa desigualdad tiene una
expresión territorial importante que va desde localidades en la región
que son comparables a los polos más desarrollados del mundo, a
localidades que están en niveles comparables a los que están con mayor
retraso", señaló a IPS el funcionario del Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD).
González explicó que hay brechas que también expresan problemas de
gestión, principalmente en los enfoques sectoriales, sin que exista una
coordinación.
"Sería muy distinto si el enfoque fuera desde abajo hacia arriba,
centrado en una unidad de territorio que puede ser el proyecto de vida
de las personas, la comunidad, la familia, y hay referencias
internacionales que hacen eso", dijo.
"Los temas complejos de la política del futuro se tienen que hacer así y
no sectorialmente. Temas como la igualdad de género, por ejemplo,
requieren un trabajo multisectorial, y la unidad que tiene ventajas
comparativas para hacerlo es el territorio", abundó.
El informe destaca tres políticas sectoriales con impactos territoriales
diferenciados: la educación descentralizada de Chile, el programa de
desarrollo rural de México y el Bono de Desarrollo Humano de Ecuador.
Si bien estas iniciativas tienen propósitos y alcances distintos,
coinciden en un aspect sus resultados de conjunto son positivos, pero
cuando "estos se analizan de manera desagregada espacialmente, se
revelan importantes desigualdades en sus resultados e impactos", dice el
informe.
En la práctica, "se termina profundizando el problema porque abarcan
soluciones que no están a la medida de soluciones particulares con
problemáticas particulares y diferentes", afirmó Fernández.
Por ejemplo, "si uno mira las cifras agregadas en México en los últimos
20 años, la desigualdad a nivel general disminuye, la desigualdad a
nivel urbano disminuye, en cambio a nivel rural aumenta, pese a que
tuviste recursos puestos a través de un programa específicamente
dedicado a los sectores rurales", ejemplificó.
En contraste, el estudio expone dos buenos ejemplos de gestión local para la superación de la pobreza: el Proyecto de Desarrollo Sierra Sur, en Perú, y Territorio Solidario de las Provincias del Sur de Santander, departamento del noreste de Colombia.
El proyecto Sierra Sur, iniciado en 2005 con financiación del Fondo
Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), se basa en apoyar
iniciativas de 230 organizaciones campesinas para mejorar la calidad
productiva de sus recursos naturales e iniciativas de negocios rurales
para otras 300 organizaciones, mediante un proceso transparente, local y
en el que inciden las comunidades participantes.
La experiencia de Territorio Solidario abarca 52 municipios del
departamento colombiano de Santander, donde la economía solidaria se
desarrolló enraizada en la fuerte tradición social, cultural y económica
del cooperativismo, que comenzó en los años 60 a impulsos de la
católica Pastoral Social.
Para González "ambos modelos son interesantes de mirar". En su opinión,
se trata de "superar enfoques que hacen énfasis en cuestiones
unidimensionales, como los ingresos, los criterios de eficiencia o
incluso la forma en que se mide tradicionalmente la pobreza".
Hay que "preguntarle a la gente qué es lo que considera valioso y los
resultados que se van a obtener". Así se puede "relegitimar la acción
política y las políticas públicas", concluyó. (FIN/2012)