Líder de sigilos y político de hombradas de la
historia contemporánea; nació y vivió para encontrar la esperanza nacional. El
año de su nacimiento, en 1937, fue el año de la matanza de los haitianos por
orden del sátrapa de Trujillo, de ahí que sus opositores le niegan la
nacionalidad.
En 1973, tras la ruptura con el profesor Juan Bosch, logra que en
apenas cinco (5) años después el nuevo Partido Revolucionario Dominicano,
llegue al poder, fruto del intenso esfuerzo de un verdadero líder político. Peña
Gómez no ganó las elecciones en 1996 –según el novel colombiano de literatura
–porque era negro; ese fue el año que llegó al poder la infausta figura de un
pacto de sangre, mal llamado “patriótico”, frente a un abogado desconocido a
quien el poder le dio simplemente autoridad para gobernar.
Tres períodos han pasado y todavía carecemos de una
esperanza, de una política de ventanas abiertas, como una vez las designó el
más grande líder de masas, especialmente
entre las masas pobres, de la gloriosa
nación dominicana.
Todos
hemos sido los detractores del doctor Peña Gómez. En 1986, el hombre de la piel
oscura como la noche, perdió las primarias, no obstante haber acumulado el
clamor del pueblo de que él era el elegido para la presidencia de la república.
Las elecciones de 1996 marcaron
la vida de muchas personas, incluyendo la mía, al grado de que muchos corazones
palpitaron, al ver los resultados electorales, en los que el hombre que todos
esperábamos había ganado la primera vuelta, pero no llegó a la mayoría
necesaria en la segunda vuelta, por la malsana alianza entre el PLD y el PRSC,
llamada Pacto Patriótico.
Político
del verbo sonoro, su vida fue una página de luz, arrancada brutalmente al libro
de la vida dura que le tocó vivir. Nació un desheredado de la humanidad
privada, pero fue un genio de la humildad.
Los poetas los celebran
como un alma musical, un alma de belleza
desmesurada. Su virtud más apolínea fue hacer vibrar los sueños de la gente. Su
muerte negra le dio el mayor triunfo a su glorioso partido, logrando la más
aplastante y diáfana victoria en unas elecciones congresuales. No he visto
acontecimiento semejante, ni en la muerte del doctor Balaguer ni en la partida
del profesor Juan Bosch. ¿Qué eso fue así, por suceder apenas 6 días antes del
sufragio? Tal vez.
El autor es criminólogo y
perito forense*
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