17 de mayo 2012.-Los términos “democracia”, “elecciones” se han
tornado ambiguos o, como dice la gente, nos están embromando la vida social. Si
antes era algo de lo que podían disfrutar todos, ahora es asunto para
lunáticos, delincuentes y corruptos.
Los países democráticos no hacen
elecciones tan escandalosas y deshonestas como las hacemos nosotros. Lejos de
disminuir la dependencia entre el gobierno y la ciudadanía, la aumenta, a la
vez que erosiona sus bases democráticas.
Al representar la primera Elección de la
Constitución que acabamos de modificar, la democracia fue sencillamente
excluida. Y no sólo fue un asunto de transfuguismo, originado por la llamada
“reservas de candidaturas”, sino del poder político desigual, ese que avasalla
al oponente. Observamos la forma en que aquellos hombres que pueden pagarse una
candidatura están por encima de los honestos ciudadanos sin medios económicos reales.
Uno de los males de nuestra democracia, o triste
lección, es convertir hombres corrientes en héroes (suponemos que estos héroes
son los candidatos) y dejar que los hombres corrientes vivan sin seguridad, sin
oportunidades ni iniciativas. Tan grande fue su interés por la política en estos
grupos de electores, que no sólo pasarán a ser los gobernados de la democracia,
a veces de manera ruin, sino que los resultados del certamen electoral que ha
concluido no puede considerarse jamás una decisión nacional.
No podemos decir que se ha tenido unas elecciones en
toda la nación dominicana, sin duda ha sido para un grupo local: son los
clientes ordinarios de la democracia que sólo pueden votar.
El sistema electoral difícilmente pueda llamarse
democrático, éste funciona como una empresa privada. Ni uno solo de los
candidatos mostró tener sentimientos fraternales hacia los ayuntamientos,
ningún partido se refirió en términos nacionalistas a la administración de
nuestras riquezas. Todo lo que observamos fue hacer discursos del progreso y contra
de la corrupción, para que los favorezcan;las actividades políticas fueron motivadas por fuertes intereses
económicos y los medios de comunicación colmaron estos deseos.
Desde un punto de vista interno, nuestras elecciones
probaron ser altamente caras; en el plano externo, nuestra democracia, tiene un
considerable grado de dependencia al poder gobernante. Claramente se usaron
indiscriminadamente los recursos del Estado.
Una democracia tiene que saber elegir un Presidente,
un legislador o un regidor, y elciudadano
debe servir para algo más que sufragar.
No hay castigos para los políticos, y sufrimientos que
le generamos a la población resultan insostenibles. La solución a esta
peligrosa situación que se nos viene encima en cada proceso electoral es merecer
que podemos ponernos de acuerdo; si es posible realizar dicho certamen dentro
de un pensamiento democrático, o si lo que queremos es aniquilar a toda la nación.
Pte. de la Sociedad Dominicana de Criminología