París (PL) La llegada al poder en Francia del candidato del Partido
Socialista (PS), François Hollande, genera expectativas en Europa, sobre
todo por su promesa de abrir una nueva vía en un continente agobiado
por la crisis.
El flamante mandatario de la segunda economía de la eurozona se ha
planteado como prioridad buscar una alternativa al tratado de rigor
presupuestario firmado por 25 de los 27 países de la Unión Europea (UE) y
orientar a la región hacia el crecimiento y el empleo.
Ese pacto intergubernamental, adoptado en marzo pasado, obliga a los
firmantes a recortar los gastos sociales para equilibrar el presupuesto y
mantenerse dentro de estrictos límites de endeudamiento, so pena de
sufrir sanciones automáticas.
"Europa nos mira. La austeridad no puede ser una fatalidad", dijo
Hollande en su primer discurso tras ser elegido y añadió que su objetivo
será "dar a la construcción europea una nueva dimensión".
En un momento de descontento popular en la región por la pérdida de
puestos de trabajo y la reducción de salarios y pensiones, el nuevo
presidente considera necesario poner un contrapeso a las políticas de
austeridad.
Según los datos más recientes publicados en Bruselas, la tasa de
desocupación en los 17 países que actualmente utilizan el euro igualó en
marzo el máximo histórico registrado hace 15 años y alcanzó a 17
millones 400 mil personas.
La economía en la zona a duras penas evitó la recesión en el primer
trimestre del año, gracias a las exportaciones de Alemania, y existe el
temor acerca de la salida de Grecia del grupo.
"Mido el peso de los problemas que debemos enfrentar: una deuda masiva,
un crecimiento débil, un desempleo elevado, una competitividad
degradada, una Europa que sufre para salir de la crisis", dijo Hollande.
La prioridad que la nueva administración da a los temas europeos quedó
demostrada con la decisión del presidente de viajar a Alemania el mismo
día de su investidura para tener un primer encuentro con la canciller
federal Ángela Merkel.
Su visita estuvo precedida por dos turbulencias: una climatológica que
lo obligó a retornar a París y cambiar de avión para volar a Berlín y la
otra en los mercados, ocasionada por la imposibilidad de Grecia de
formar un gobierno luego de las elecciones.
Tras su reunión inicial, ambos gobernantes expresaron coincidencias en
que Atenas debe seguir dentro de la zona euro y prometieron ayudar a ese
país, pero sus divergencias en cuanto a las vías para enfrentar la
crisis son claras.
Hollande insiste en la necesidad del crecimiento para fortalecer la
producción, generar empleos y alcanzar el equilibrio financiero,
mientras que Merkel se mantiene aferrada al rigor presupuestario.
Las propuestas del mandatario francés incluyen dar un nuevo papel al
Banco Central Europeo y al de Inversiones para financiar proyectos de
infraestructura, crear eurobonos para apoyar a los países en
dificultades y acelerar la aplicación de la tasa a las transacciones
financieras.
A pesar de que fue un encuentro de aproximación y no se esperaban
resultados espectaculares, la reunión evidenció que las negociaciones
con los socios europeos serán arduas.
En el plano interno el flamante presidente se propone una serie de
medidas, entre las cuales se destacan la creación de 60 mil puestos de
trabajo en educación, establecer un impuesto del 75 por ciento a las
ganancias superiores al millón de euros anuales y eliminar las
exoneraciones fiscales a las grandes empresas.
Su llegada al poder es vista con optimismo por amplios sectores
agobiados por los aumentos de impuestos y otras medidas de austeridad
aplicadas durante la administración de Nicolás Sarkozy.
"La elección de Hollande marca una ruptura con el gobierno anterior,
neoliberal, que arremetió contra las conquistas sociales", declaró a
Prensa Latina el profesor de la universidad París Sorbona, Salim
Lamrani.
Recordó que en la actualidad el desempleo alcanza a cerca del 10 por
ciento de la población francesa y hay más de ocho millones de personas
que viven por debajo del umbral de la pobreza, en un país que es la
quinta potencia mundial.
El periodista Maurice Lemoine, de Le Monde Diplomatique, coincide con
Lamrani en que las elecciones fueron un voto de castigo a la política de
Sarkozy.
No obstante, advierte que las transformaciones más profundas sólo podrán
realizarse si Hollande y el conjunto de la izquierda logran una mayoría
de diputados para garantizar la aprobación o modificación de las leyes
necesarias.
Así pues, pasadas las elecciones presidenciales e instalado el nuevo
gobierno, la atención está puesta ahora en los comicios legislativos de
junio próximo, cuando se elegirá a los 577 miembros de la Asamblea
Nacional.
* Jefa de la corresponsalía de Prensa Latina en Francia.